Capítulo 28

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     La silueta de Emma y Killian paseando era lo único que rompía la absoluta tranquilidad de la playa. Después de un rato en la comisaría, se habían despedido de Regina, y Killian había convencido a Emma de tomarse un rato para ellos dos solos. Compraron algo de comida y se sentaron en la arena, cerca del mar. Killian rodeó a Emma con su brazo, y empezó a acariciar su hombro con los dedos, con ternura.

    - ¿Debería sentirme mal por estar feliz sabiendo que esos cuatro están encerrados y que no volverán a molestarnos? - dijo Emma, dando un mordisco a su sándwich de queso.

    - En absoluto. Ellos vinieron aquí a por ti, tú sólo te has defendido.

    - Pero Gold es el abuelo de Henry, y...

    - Y si Bae viera en lo que se ha convertido su padre, le querría lo más lejos posible de su hijo y de ti. - la interrumpió Killian.

    - Tienes razón. - Emma se giró para mirarle, y le sonrió.

    - ¿Por qué me miras así? - preguntó, respondiendo con su propia sonrisa a la de ella.

    - Porque me hubiera gustado veros a los dos juntos. A Neal y a ti, cuando él era pequeño.

    - No me siento orgulloso de cómo salieron las cosas con él entonces, pero creo que ambos nos tuvimos cariño hasta el final.

    - Todos cometemos errores, Killian. Yo con Henry, tú con Neal... ahora tenemos la oportunidad de hacer las cosas bien. - dijo, acariciando su barriguita.

    - ¿Sabes que todos los días me imagino cómo será su cara? - las palabras de Killian se clavaron en el corazón de Emma, que le observó emocionada.

    - Yo me conformo con que tenga los ojos de su padre.

    - ¿Y por qué tienen que ser los míos?

    - Porque me encanta cómo me miran. - Emma apoyó su cabeza en el hombro de Killian. - Siempre me hacen sentir segura.

    Killian la abrazó más intensamente. Sin pensarlo demasiado, dejó que las palabras simplemente salieran de sus labios.

    - Swan, cuando te conocí, a pesar de que las circunstancias no eran las mejores, sentí que algo revivía en mi interior. Desde entonces, me he esforzado por ser un hombre merecedor de tener a alguien como tú a su lado. No siempre he sabido hacerlo, pero te prometo seguir trabajando en ello cada día, durante el resto de mi vida. Si me lo permites, claro.

    - Killian, ¿qué quieres decir? - preguntó Emma, incorporándose muy despacio para poder mirarle. Sus ojos verdes brillaban.

    - Quiero decir... que me haría inmensamente feliz que, después de que el bebé nazca, me concedieras el gran honor de convertirte en mi mujer.

    - Oh, Dios mío, Killian... yo...

    - Escúchame.  - la interrumpió. - No sería mañana mismo, sino dentro de unos meses. Aún así, sé que es precipitado; sé que es una locura. Pero creo que esa es precisamente la razón por la que deberíamos hacerlo. Podía haber muerto hoy, Swan... nuestras vidas no son como las de todo el mundo. Tú eres la Salvadora, y yo soy un pirata que aún sigue intentando adaptarse a su nueva situación. Nuestras preocupaciones van más allá de si vamos a cenar a un italiano o a un chino; nunca sabemos lo que nos va a deparar el día cuando nos levantamos de la cama... y si alguna vez me pasa algo, quiero saber que aproveché cada minuto contigo, y que avancé tanto como pude en esta relación. Quiero estar toda mi vida a tu lado, no tengo ninguna duda; de hecho, creo que nunca he estado tan seguro de algo. Vamos a ser padres, y no estoy asustado, sólo ilusionado. Ya te lo dije una vez: tú me has hecho mejor, Emma. Por eso, voy a hacerte la pregunta: ¿quieres casarte conmigo?

Tú me has hecho mejorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora