Capítulo 27

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    - ¿Cómo dices? ¿Te has vuelto completamente loco? - Emma no daba crédito a lo que acababa de escuchar.

    - Escúchame. Coges la daga y se la clavas en el corazón. Tú ya tienes magia en tu interior, sabrás manejar los poderes del Ser Oscuro. Podrás utilizarlos para el bien.

    - ¡No! ¿No te das cuenta? ¿No te acuerdas de lo que le hice a mi padre? El poder puede hacer que me descontrole, Killian…

    - No lo harás, estaré a tu lado para que eso no suceda. Sabes que esto es lo mejor. Ve hasta él, coge la daga y mátale, y se acabará Rumplestiltskin para siempre.

    Una parte de Emma odiaba con todas sus fuerzas al hombre tirado en el suelo, y lo quería fuera de su vida. Pero otra… algo le decía que aquello no estaba bien. Y lo que más la descolocaba era que Killian la empujase a hacerlo. Él siempre la había protegido, y había prometido alejarla de la oscuridad. ¿Podía haber algo peor que absorber los poderes del Ser Oscuro? No entendía nada, Killian no parecía él mismo… a menos que no fuera él mismo. Una idea empezó a cobrar fuerza en la cabeza de Emma.

    - ¿Sabes? Tienes razón. Es lo mejor para todos. - dijo, acercándose al cuerpo de Gold. Se inclinó sobre él, y sacó la daga de su chaqueta. Podía sentir el enorme poder que emanaba aquella arma. “Contrólate, Emma”, dijo mentalmente. Con ella en la mano, se giró hacia Killian. - Por cierto, acabo de acordarme. - dijo, con toda la naturalidad que pudo. - Henry me ha dicho que le ha encantado ese documental sobre el océano que visteis esta mañana. En cuanto todo esto acabe, podremos ver muchos juntos, sin nada de lo que preocuparnos.

    - Por supuesto, Swan. Estaría el día entero en casa, tranquilo, simplemente viendo la televisión con vosotros. Sobre todo programas sobre el mar, me traen muchos recuerdos. - comentó Killian, sonriendo. - Ahora hazlo, amor, para que podamos irnos de aquí.

    - Con mucho gusto.  - levantó la daga en su dirección, y el rostro de Killian cambió. Se quedó pálido. - Ser Oscuro, te obligo a deshacer cualquier hechizo que te permita ocultar tu verdadera cara.

    Una nube de humo morado se levantó alrededor del cuerpo de Killian, y también del de Gold. Cuando se disipó, habían cambiado entre ellos: ahora era Gold quien estaba de pie frente a Emma, y Killian el que estaba tendido en el suelo.

    - Sin duda, he menospreciado su inteligencia, Srta. Swan. Por favor, no haga nada de lo que pueda arrepentirse. - habló Gold. Aunque intentaba ocultarlo, el miedo era palpable en su voz.

    - ¿Piensas que voy a matarte? Debería, después de haber intentado que asesinara a mi novio, pero soy mucho mejor que todo eso. Soy mucho mejor que vosotros. - dijo Emma, decidida y convencida de cada una de sus palabras. - Queríais que le matara para que, cuando fuera consciente de lo que había hecho, me hundiese y me echase a perder, ¿verdad? Tal vez, el poder que tengo dentro de mí pueda intentar conducirme al lado oscuro en circunstancias extremas, pero no se lo voy a permitir. Tengo mucha gente a mi alrededor que me recuerda cada día que estoy llena de luz, y este preciso momento, lo creo. Nadie va a obligarme a hacer nunca algo que no quiero, y eso va por ti y por tus amiguitas las brujas. ¿Dónde están, por cierto? Dímelo.

    - En la mansión del hechicero. Están esperándome. Debía llevarte allí después de que mataras al pirata.

    - Perfecto. Te obligo a ir allí y mantenerlas tranquilas, utilizando tus poderes si fuera necesario. Les dirás que todo ha ido según lo previsto, y que llegaré enseguida. Créeme, no me siento orgullosa de controlarte de esta manera, pero es la única opción que me has dejado. Ahora, vete y haz lo que te he pedido. Me reuniré con vosotros en unos minutos.

Tú me has hecho mejorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora