Capítulo 17

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    Killian estaba nervioso, para qué negarlo. Aquella noche iba a ser su “segunda cita oficial” con Emma, ya que, aunque es cierto que cada vez pasaban más tiempo juntos, desde que fueron a cenar la noche en que Rumple le devolvió su mano, no habían vuelto a planear un rato para ellos dos. Emma y Henry llevaban ya más de una semana viviendo en su nueva casa, y creían que era el momento perfecto. Snow y David se quedarían con su nieto, ya que ahora que le veían poco le echaban mucho de menos, y Emma y él tendrían la casa para ellos solos. Emma le había dicho por la mañana que pediría comida, y que él sólo tenía que ponerse guapo. Se rió al recordar su respuesta “Sabes que eso no me costará mucho trabajo, amor” y a Emma poniendo los ojos en blanco. Aunque quien le conocía un poco, sabía que detrás de tanto alarde sólo había un chico inseguro que escondía su corazón al mundo detrás de frases como esa. Y Emma le conocía mejor que nadie. Ella se merecía todo, incluso lo que estaba a punto de hacer. Llamó a la puerta.

    - ¡Henry! Hola.

    - ¡Killian! ¿Qué haces aquí? ¿No habías quedado con mi madre?

    - Sí, dentro de una hora. Pero antes quería pedirle un favor a tu abuelo. ¿Está por ahí?

    - Claro, pasa. ¡Abuelo!

    David apareció en lo alto de las escaleras.

    - Dime, Henry. Uy, hola, Killian. ¿Tú no habías quedado con Emma?

    - ¿Hemos salido en el periódico y yo no me he enterado? Porque parece que estáis todos enterados... - dijo un tanto cortado, pero antes de que David pudiera decir algo, continuó. - Sí, he quedado con ella. Por eso… quería pedirte algo.

    - Eh, Henry… ¿te importa dejarnos solos? - preguntó David.

    - No, me voy a seguir jugando con Neal. Pasadlo bien, Killian. - dijo Henry, y desapareció escaleras arriba.

    - Gracias, Henry.

    - Muy bien. - empezó David, cuando se quedaron solos. - No sé nada sobre códigos piratas, pero si has venido a pedirme permiso para hacer según qué cosas con mi hija, no quiero saberlo.

    - ¿Qué? ¿Estás loco? ¡No! Estoy seguro de que no tengo que pedirte permiso para eso. - sonrió Killian, pero al ver la "cara de padre" de David, borró la sonrisa de su cara. - Verás… venía a preguntarte si podrías prestarme algo de ropa. Un traje, a poder ser.

    - Vale, eso no me lo esperaba… - David se había quedado sorprendido. Pero un par de segundos después, reaccionó y sonrió. - Claro, en eso sí puedo ayudarte. Además, tengo algo perfecto… espera aquí.

    Se fue a la habitación, y volvió un minuto después con un traje en las manos. Era negro, con americana ajustada y pantalón recto. Además, traía una camisa blanca y una corbata negra.

    - Todo esto me lo compró Kathryn cuando salí del hospital durante la primera maldición, y nunca he llegado a ponérmelo. Además, no es por presumir, pero ahora estoy más fuerte y creo que me quedaría pequeño. Pero puede que a ti te sirva.

    - ¿Me estás llamando enclenque? - preguntó Killian ofendido, pero ante la cara de superioridad de David, no pudo por menos que sonreír. Tenía que reconocer que le estaba cogiendo cariño a su “suegro”. - En fin… gracias, David. Te devolveré todo mañana.

    - No te preocupes, puedes quedártelo. No sé… llámame romántico, pero me gusta ver que te curras las citas con mi hija. Vas ganando puntos, pirata.

    Los dos se echaron a reír. Killian le dio una palmadita en el hombro a David y se despidió. Tenía que ir corriendo a cambiarse, no quería llegar tarde a la que prometía ser una gran noche.

Tú me has hecho mejorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora