2.

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Odiaba despertar.

La alarma sonaba siempre a las siete de la mañana en punto, el vibrador del teléfono bajo su almohada haciéndolo reaccionar con facilidad.

Tenía el sueño ligero, demasiado ligero.

Refregó sus ojos y miró el techo de su habitación un par de segundos, levantándose luego porque sabía que, si seguía ahí, caería dormido otra vez.

Apenas abría los párpados y se paraba de su sitio, estiraba su cuerpo y salía a la entrada de su casa, tomando lugar en el pequeño barandal que tenía la entrada. Apoyó sus codos sobre la madera, y con calma llevó el primer cigarrillo del día hacia su boca, calando lentamente mientras sentía la calma inundar su mente.

Pese a que aborrecía despertar temprano, le gustaba el ambiente de las mañanas. Todo estaba tan silencioso, el aire aún estaba puro, y la brisa tibia lo ayudaba a calmar el calor de la noche.

Minho vivía por su cuenta, le tranquilizaba que no hubiese alguien golpeando su puerta para despertarse, alguien hablando sin parar apenas comenzaba el día, alguien que lo regañara por fumar tanto o por llegar tarde a casa.

Estaba bien así, sin molestias, sin que le estuviesen diciendo constantemente qué hacer.

Aún si era "feliz" de esa forma, tenía estrés golpeando su cabeza porque sus calificaciones estaban bajando, y no, lamentablemente no había dinero suficiente como para pagarle a su escuela y que lo dejasen pasar sin problemas.

Entendía los temas, pero los confundía y terminaba olvidándolos. Se ponía muy nervioso a la hora de los exámenes y terminaba contestando cosas que no tenían la más mínima relación a lo que decía realmente la hoja.

Debía buscar un tutor, no podía perder dinero en otro año escolar.

Soltó una última nube de humo y dejó la colilla del cigarro en el cenicero ubicado sobre la baranda, entrando a su casa luego para poder asearse antes de partir al establecimiento.

Aquel día se fue un poco más antes de lo habitual, quería hablar con el presidente del centro de alumnos para preguntar por alguien que pudiese ayudarlo con las ramas que se le dificultaban. Pero cuando estuvo apunto de pasar por la entrada, alguien lo tomó del brazo y lo hizo girarse.

—¿Apurado?

—La verdad sí

—Vamos, siempre tomamos algo antes de entrar— Insistió el pelinegro.

—No puedo, Seonghwa, tengo algo que hacer

Y antes de que el chico pudiese contestar, simplemente se soltó y entró al recinto, yendo directamente a la sala del segundo piso donde estaba todo el consejo estudiantil.

La puerta estaba abierta, por lo que entró lentamente y se acercó a la persona en el primer escritorio a un lado.

—Hey, buenos días, ¿en qué puedo ayudarte?— Preguntó amablemente la rubia sentada en su lugar.

—Buenos días, uhm... ¿El presidente está aquí?

—Claro, Chan estaba ocupado hace un rato, pero debería estar libre en cualquier momento, ¿te molestaría esperar unos minutos?

—No hay problema

Agradeció con una leve reverencia, y se hizo paso hasta las mesas del espacio, tomando asiento en una de las sillas mientras revisaba su teléfono para hacer tiempo.

Escuchó la voz del australiano cerca momentos más tarde, y levantó la cabeza para mirar en dirección suya, alzando la ceja al ver que estaba con ese amigo de Hyunjin del que habían hablado hace un par de días.

Virgin | Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora