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*POV: Javier.*

Ya olvidé cuántas veces miré el reloj de pulsera

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Ya olvidé cuántas veces miré el reloj de pulsera. Había llegado al karaoke con 15 minutos de antelación, estaba impaciente y nervioso por conocer a los amigos de Yuzuru. Me pregunté si estarían tan locos como él... Cuando llegó la hora de la quedada me quedé sorprendido al ver llegar a Yuzuru completamente solo. A lo lejos pude distinguir que traía en su rostro una sonrisa cómplice y diablesca pero en cuanto me vio su cara se tornó triste.

-Lo siento Habi-kun, mis amigos no quisieron venir... sólo he venido yo.-

-¿Cómo? ¿Pero por qué no quisieron venir? ¿No les caigo bien?.-

-¿Cómo les vas a caer mal si ni siquiera te conocen? No es eso... es que no les gusta el karaoke.-

-Pero... si me dijeron que a todos los japoneses os gusta el karaoke...-

Yuzuru se encogió de hombros y me agarró de la mano arrastrándome a dentro del local. Él parecía alegrarse por estar los dos a solas pero a mí ya se me había fastidiado el plan. ¿Por qué era tan complicado encontrar amigos en esta maldita ciudad? La encantadora recepcionista nos miró a los dos con ternura, me imagino que era porque Yuzuru seguía cogiéndome de la mano, seguro que parecíamos una pareja...

-Esta será vuestra sala. Tienen tres horas de alquiler y menú de bebidas en la carta que hay sobre la mesa. Disfruten de nuestro karaoke y gracias por elegirnos.- Dijo aquella muchacha mientras nos hacía una reverencia a los dos.

-Bueeeeno... ¿por dónde empezamos?- Me preguntó Yuzuru mientras se acomodaba en los almohadillados bancos.

Al principio me encontraba un poco avergonzado por tener que cantar delante de él. Y no era por él sino porque yo cantaba de pena. Pero Yuzuru parecía disfrutar a lo grande mientras cantaba canciones totalmente desconocidas para mí. Yo le veía sentado desde el sofá como cantaba motivado mientras me miraba de reojo y sonreía a partes iguales, realmente no cantaba mal del todo pero desafinaba bastante aunque no tanto como yo. 


Tras varias canciones decidí que era momento de desinhibirme, necesitaba litros de alcohol para poder empezar a pasármelo bien. Mientras Yuzuru seguía cantando una canción de rock yo eché una ojeada a la carta de bebidas, también había cosas para comer. Ya que teníamos tres horas para estar allí podríamos aprovechar ya para cenar y luego, como siempre, cada uno a su casa.

-Oye Yuzu, ¿qué te apetece beber?-

-Nada, no te preocupes.-

-¿Cómo que nada?-

-Es que no traje suficiente dinero...- dijo cabizbajo.

-No te preocupes, invito yo.-

Se le iluminó la cara en cuanto dije aquello. Cogió el menú de bebidas y la miró con detenimiento. Tras un largo rato me la devolvió, parecía que estaba indeciso. Yo ya había llamado apretando un botón para que vinieran a tomarnos nota. Necesitaba alcohol. Ya.

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