Capítulo 23

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Me encuentro en el convento hablando con la madre superiora. En toda la noche he podido pegar ojo y en estos momentos, necesito su consejo.

— Gabriela, debes de afrontar tu pasado, si no hablas con Enrique y le cuentas todo él no podrá entenderte. Tú quieres a Teresa,  es obvio, que ambas se quieran y al mismo tiempo con tu silencio y tus miedos a no querer revelar tu pasado solo haces aumentar más las mentiras y cuando quieras recuperar la normalidad va ser demasiado tarde.

— Madre, siento mucho miedo de confensarle a Enrique la verdad.

— Entonces me quieres decir que te avergüenzas de ti misma. Gabriela, tú pasado es tu presente. Y si quieres obtener un futuro debes convencerte a tí misma de que todo tiene solución.

— Por supuesto que no me avergüenzo de nada de lo que he hecho. Bueno en algunas cosas sí.
Gracias por su consejo madre, hablaré con Enrique quizás él me entienda y pueda dejarme al lado de Teresa.

Me despido de la madre superiora y de todas las monjas quedando en volver antes de marcharme de nuevo hacia Italia, aunque todas me dicen que van rezar para no volver a irme.

En el camino paro en casa de mi tía, quiero verla y saber cómo se encuentra.
Al bajarme del taxi, miro la puerta que está entre abierta. Preocupada voy caminando hacia la puerta cuando escucho la voz de mí tía hablando alto y alterada.
Paso hasta el jardín y veo que está discutiendo con Javier.
Me quedo oculta viendo la escena.
Al parecer Javier quiere volver con mi tía.

— Gemma, perdona por haberte lastimado, pero durante todo este tiempo he sido un idiota por no haber reconocido que en verdad a quien amo y estoy perdidamente enamorado es de tí. Te lo suplico dame una oportunidad.

— Javier yo...— Al ver qué mi tía baja la guardia decido intervenir.

— ¿Estás segura de lo que vas hacer? Pienso que no deberías darle una oportunidad a este patán, el cual se ha estado burlando de tí haciendo que te quedes sola. Deduzco, que ahora él se encuentra solo y te busca.

— ¿Quién eres tú? A ti no te importa lo que hable o no con mi esposa.

— Ex, esposa Javier. Ella lleva razón, siempre he tratado de ser buena esposa complaciéndote en todo. Incluso cuando me decías que debía de echar a mi sobrina fuera de la casa y hablara con su psicólogo para que tuviera más tiempo encerrada en la clínica por qué cada vez que nos reuníamos con él le mentimos sobre su estado.  Cometí un error en alejarme de mi sobrina, y tú te la has pasado llenando de odio a mi hija en mi contra.
No Javier. No hay segundas oportunidades, y tampoco me creo que vayas a cambiar. Ya te buscaste una amante, por mí puedes buscarte otra, yo me he estado apañando  como he podido durante estos años sin tí. Pienso que tú deberías seguir con tú vida al igual que yo trato de vivir la mía.

— Te vas arrepentir Gemma. Que sepas que no voy a volver a suplicarte. Quédate tranquila.

Javier se marcha no si antes echarme una mirada asesina.
Me voy hacia mi tía para abrazarla y hacerle entender de qué no está sola.

— Siento mucho haberte tratado tan mal, incluso rompí la promesa que le hice a mi hermano. Qué clase de mujer soy.

— Tía no llores más. Ya todo está aclarado y lo más importante es que estemos juntas. Por lo cual, no le has roto la promesa a mi padre. — Mi tía entierra su cara en mi pecho sollozando.

La vida da muchas vueltas, y en ocasiones nos dejamos de llevar por los comentarios negativos de otras personas, que sin querer uno mismo acaba haciendo cosas en contra de su voluntad.
Mi tía ha debido de verse sola, sin apenas dinero y trabajando donde le sale para obtener comida y ropa. Su hija no quiere saber nada de ella, y ese dolor es lo que la está matando.

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