Capítulo 20

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Por unos instantes, pienso en la respuesta que debo de darle. Al mismo tiempo, los consejos de Carolina son como muros para no poder saltar y caer siendo heridas que me provoca seguir el juego a mi cuerpo.
El cual, está demasiado deseoso porque sus manos acaricien cada centímetro de mi piel disfrutando del placer.
Trago saliva con dificultad, pues es importante mantenerme recta y fuerte ante el brillo gris de una mirada tan hipnótica como hacerme perder la cordura.

— Gracias Enrique, pero tengo...— A ver qué me invento para salir airosa.

— Me gustaría celebrar contigo tú graduación antes de marcharme. — Respiro más aliviada. Mi mente me ha vuelto a jugarme una mala pasada. Esbozo una pequeña sonrisa confirmando que sí quiero ir a cenar con él.

— Gracias por aceptar mi invitación. Me pasaré a recogerte por la tarde. — Nos despidimos y me marcho hacia mi apartamento sin poder borrar la sonrisa de mi rostro.

A solas, toco mi rostro ardiente, no entiendo porqué estoy tan excitada.
Anteriormente, no pensaba en sexo cuando estaba reunida con algún hombre.
Pero, entonces...¿Porqué  Enrique hace que mi cuerpo cambie de estado?

Cierro mis ojos y lo primero que veo son sus bellos ojos grises y una sonrisa que me derrite. Noto como sus besos me avivan mientras lentamente va recorriendo el mapa de mi piel desnudo bajo el suyo.
El sonido de mi teléfono me avisa que solo ha sido un sueño.
Al mirarme al espejo veo un intenso brillo en mis pupilas cayendo en la cuenta que no voy a buscar la lógica a nada. Simplemente voy a dejarme llevar por lo quiero, y lo que más me gustaría es que sea Enrique mi primer amante.
Sé que hice una promesa de alejarme de él, pero ya soy adulta para saber perfectamente que va ser una noche perfecta y después todo volverá a ser como antes. Yo seguiré buscando mi hombre perfecto, mientras trabajo en mis obras de arte.

Después de haber hablado con mis amigas y contarles lo sucedido con Enrique, ellas me animan para que rompa mis reglas y dé el paso.

Vera y Fiorella me ayudan con mi vestuario y maquillaje, quiero estar perfecta y causarle buena impresión a Enrique dándole a entender que es lo quiero.

— Gabriela estás muy hermosa. Estoy segura que Donan va caer rendido ante tu belleza.

— Vera no exageres. Aunque admito que estoy muy nerviosa.

— Es normal, a tus veintisiete años ya iba siendo hora de que te estrenes.  Qué quieres que te diga pero ya comenzaba a preocuparme por tí. — Bromea Fiorella rociando me con perfume.

— Gabriela, toma está pastilla. Es la del día después. Tómala nada más termines, aunque él se ponga preservativo tu también debes de cuidarte. — Vera me hace entrega de la pastilla la cual guardo en mi bolso.

Media hora después, el timbre suena.
Enrique está vestido con un traje negro, camisa granate y sin corbata, dándole un toque más sexy.
Sin ningún disimulo me mira de arriba abajo expresando lo bella que me veo.
Le agradezco su cumplido. Le presento a mis amigas las cuales hablan con él cayéndose la baba.
Ruedo mis ojos porque estas chicas no saben lo que es disimular.
Nos despedimos de mis amigas para ir en busca de su auto.

— Gabriela, estás muy hermosa. — No me da tiempo de hablar cuando sus labios buscan con desesperación los míos.
Recibo el beso con gusto, dejando que nuestras lenguas dancen al ritmo de mis pulsaciones.

— ¿Quieres ir a cenar? — Su voz es bajita y melancólica haciendo que todas mis células comiencen a activarse provocando en mi un torbellino de emociones ganando el deseo de querer estar en sus brazos.

Subimos al auto sin dejarnos de mirar, mientras Enrique conduce yo tiemblo al tener que confesarle que aún soy virgen.
Estoy segura de que él cree que ya tengo experiencia, y en verdad no tengo ninguna y más a mi edad.

DEMUÉSTRATE QUIÉN ERESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora