Capítulo 18

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Camino hacia la salida aguantando como puedo las ganas de llorar. Miro por encima de mi hombro a todas las personas que tanto quiero y tan bien me han tratado en estos años. Me duele decirle adiós, siento incluso que estoy actuando mal. Aunque al mirar al cielo noto de inmediato como una pequeña brisa acaricia mi rostro dándome la sensación de quererme decir algo.

Subo al auto en compañía de Carolina, me despido con la mano de todas las monjas y los niños lanzando besos al aire.

A solas, lloro por tener que despedirme de ellos haciéndome de sentir muy triste. Carolina me agarra por mis manos y con una sonrisa tierna me transmite confianza y más seguridad en mí misma a través de sus palabras alentadoras.

Durante el trayecto, Carolina me comenta de viajar hasta Italia donde me inscribirá en una universidad para que pueda estudiar arte, mientras tanto, ella se va a encargar de ayudarme a pulir mi talento y ser una artista famosa.

Sus palabras me reconfortan demasiado. Sin embargo, no termino de explicarme por qué me ofrece su ayuda si yo he sido hasta ayer una novicia.

— Disculpe que le haga esta pregunta. Pero me gustaría saber; ¿porque se comporta tan bien conmigo?

— Gabriela, desde que te conocí supe que eres una gran artista. Al descubrir tu talento plasmado en un cuadro tan difícil de pintar supe de inmediato que no eras conocedora de tu perspicacia . Y para serte franca, yo necesito renovar mi galería de arte, y por ello busco gente que no tiene demasiados recursos para ser artistas, pero no pueden serlo por no tener medios para lograrlo. Yo estoy dispuesta a abrirte las puertas del éxito, de pulir tu talento para demostrarte que en verdad eres una brillante artista, esa que tratas de ocultar por falta de seguridad en ti misma.

—Le estoy muy agradecida. Yo no sé qué decir.

—No digas nada, solo confía en mí y si sigues todas mis instrucciones podremos conseguir sacar esa mujer artista que llevas dentro y no quieres que aparezca.

Me hecho a reír pensando  la suerte que tengo de haber conocido a Carolina y por supuesto le haré caso. Dado las circunstancias en la que me encuentro, estoy sola y si no me arriesgo no sé si seré capaz o no de caminar hacia la meta donde me espera mi recompensa.

Llegamos al aeropuerto, Carolina se ocupa de todo, yo me limito a caminar detrás de ella admirando a una mujer con tanta decisión y tan segura de sí misma.

Una vez que subimos al avión, me quedo alucinando por ir en primera clase. Todo aquello era novedad para mí, incluso me sentía como si viniera de otro planeta, por lo que me limito hacer lo que me dice Carolina hasta que llegamos a Italia.

Florencia, había estudiado sobre la ciudad, sobre la maestra arquitectura y el arte renacentista.
Al verlo por mis propios ojos, pisar esta hermosa ciudad hace que mi corazón de un vuelco y en mi rostro se muestre las mejores de mis sonrisas. Estoy muy feliz y se lo hago saber a Carolina.
Ella me dice lo mucho que se alegra de verme así, pero al parecer me esperaba más sorpresas.
No lo supe hasta que no llegamos a un gran apartamento donde estaba decorado con buen gusto, de sus paredes colgaban cuadros de una pintura con tanta belleza que me dejaron impresionada.

— Ven Gabriela, te mostraré tú nuevo hogar. Desde hoy puedes considerarlo como tu hogar, de hecho, a pocos metros de aquí se encuentra la universidad donde podrás estudiar y como compañera puedes traer a quien tu elijas. 

Estaba tan emocionada, que en realidad no sabría agradecer todo lo que hace Carolina por mí.
En tan poco tiempo nos hemos hecho muy buenas amigas, ella se ha encargado de inscribirme en la mejor universidad de la ciudad, y en mi tiempo libre me dedico a pintar para la galería de Carolina.
Debido a que no entiendo el idioma, no puedo relacionarme con nadie, aunque la gente me hable yo parezco tonta por no saber responder y eso hace de que me venga abajo.
Apenas salgo de casa, solo me limito a estudiar para aprender lo más rápido posible el idioma y por supuesto centrarme en mi carrera.

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