Capítulo 3

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Eran cerca de las tres de la madrugada, cuando me despierto al escuchar un ruido en la ventana.
Miro, y se trata de Cala tambaleándose.
Supongo que estará borracha. Salgo de la habitación intentando no hacer ruido hasta llegar a la puerta de la calle y abrir a mi prima.
Por supuesto, ella me habla muy enfadada.

— ¿Eres estúpida? ¿Acaso no entiendes que debes de hacer lo que te digo? Eres tonta. — La agarro por su cintura acompañándola hasta el baño para que vomite.
Me saca de mis casillas cuando empieza a comportarse de esa manera, debido a las horas prefiero guardar silencio.

Salimos del baño, Cala se encuentra mal, para mí que ha bebido demasiado.
En silencio la llevo hasta su habitación, donde le ayudo a quitarse su ropa y la acuesto.
Ella, inmediatamente se queda dormida.
Mientras tanto yo me quedo un rato más por si necesita algo.

Un rato después, vuelvo a mi habitación, estoy agotada y necesito dormir.

Temprano, mi tía me despierta comunicándome de que vamos a desayunar.
Estoy algo cansada, apenas he dormido bien esta noche.
Me pongo un chándal y bajo hasta la cocina para desayunar.

— ¿Y Cala, aún no se ha levantado? — Pregunto a mi tía mientras le ayudo a prepar la mesa.

— Dice que se encuentra mal. La pobre tuvo que estudiar mucho anoche, me ha dicho que los profesores le exigen mucho y debe de estudiar más. Pobre mi niña.

— Sí es cierto. — Que más podía hacer. Quizás no esté actuando como es debido, pero en estos momentos, no tengo ni casa, ni amigos, ni nada, mi única familia me han acogido y que menos de guardar un secreto.

Una vez que llego al instituto, camino sola por los pasillos observando a los demás muchachos de refilón hasta llegar al aula.
Allí, de nuevo tomo asiento en mi lugar y tomo apuntes de las asignaturas hasta que llega la hora del descanso.
Como siempre, soy la última en recoger mis cosas, todo el mundo ha salido para comer.

— Hola, disculpa, ¿te se ha caído esto? — Una voz masculina hace que me asuste. Miro al chico rubio que hay parado delante mío alucinando por tratarse del mismo chico que le auxilie anoche.

— Gracias por devolverme el boli. — Sus ojos verdes claros se posan en mí con una bella sonrisa me pregunta por mi nombre.

En un principio, desconfío de él. Después recapacito, si en verdad quiero integrarme en mi nueva vida debo de hacer amistades.

— Soy Angie, mucho gusto. — Le extiendo mi mano, mientras el se presenta diciéndome su nombre.

— Encantado, soy Aarón, el gusto es mío en conocerte. Y me gustaría invitarte a tomar algo en agradecimiento por lo que hiciste anoche por mí.

— Ah, es eso. No importa, no tienes nada que agradecerme. Si me disculpas, voy a seguir estudiando en la biblioteca, encantada Aarón.

— Espera un momento, te acompaño. Yo también tengo que pasar unos apuntes antes de empezar con mis clases de natación.

Vaya, no podía creerme que un chico tan guapo y tan respetuoso como Aarón se hubiera convertido en mi amigo.
Estuvimos en la biblioteca intercambiando apuntes hasta que él tuvo que irse a su clase de natación.
Nos despedimos quedando en vernos mañana en una cafetería.
Sonrío, debido a que estaba muy contenta de poder conocer gente nueva.

Aquella misma tarde tenía terapia con el señor Brun.
Al llegar a su consultorio, como siempre me recibe con bombones de chocolate.
Comenzamos con la sesión, contándole cómo me está yendo en casa de mi tía y también le hablé de Aarón. El señor Brun me aconseja que dé el paso y sea amable, así podré tener amigos. Hago caso a las recomendaciones de mi psicólogo y me voy hacia la cafetería donde habíamos quedado.

DEMUÉSTRATE QUIÉN ERESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora