Capítulo 7

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Abro mis ojos despacio, observando a Kike cómo me mira con esos ojos grandes cenizos. Apoyado  en su codo me da los buenos días.
Bostezo y le sonrío ligeramente dándole los buenos días.
Miro a mi alrededor y al parecer todos se han marchado.
Me levanto y Kike conmigo para irnos a preparar el desayuno.
Mientras tomamos el desayuno,  mi teléfono suena. Se trata del señor Brun.
Me cita para ir a verlo esta misma tarde, le digo que sí y me despido quedando en vernos en su consulta.
Kike sigue comiendo de su tazón de cereales observándome con intriga.
Dejo el teléfono a un lado, para comenzar a contarle que debo de asistir a terapias dos veces en semana.
Kike deja de comer, echando su tazón a un lado se acerca hasta mí.

— Angie no debes de sentir vergüenza. Todo el mundo cometemos errores, o somos unos descerebrados, pero eso no lleva a que debas de ser mala persona.
Si quieres, yo mismo te puedo acompañar, total no tengo nada que hacer, mi familia aún sigue de viaje en el extranjero. — Kike se encoge de hombros y seguido continuamos comiendo.

Después de que Kike me acompañe hasta la casa de mi tía, veo a Javier salir del auto.
Primero me mira a mi con antipatía, acto seguido desvía la mirada hacia Kike, donde él sin ningún tipo de vergüenza se presenta.

— Encantado de conocerte muchacho. ¿Quién eres el novio de Angie? — Javier pregunta mofándose de mí haciendo que una rabia se presente en mi organismo con ganas de responderle como se merece.

— Bueno, de momento somos amigos, nos estamos conociendo, pero sí, me gusta Angie y quizás en un futuro venga a su casa como su novio. — Mi cara debe de ser poema para ver a Kike muy risueño.

— Oh, vaya. Bueno si es así, te doy permiso para que la traigas a casa y se vayan pronto a vivir juntos. — Javier se gira sobre sus talones y se marcha dejándome cada vez más claro el asco que me tiene.

— Por la expresión de tú tío diría que te quiere horrores.

— Kike, ¿No será verdad lo que has dicho?

— ¿Acaso debo de mentir a tú tío? Venga nos vemos en un ratito mi amor. — No puedo con las bromas tan pesadas de Kike. Pero...¿decirle a Javier que le gusto?
Creo que se ha pasado tres pueblos.

Nada más pasar dentro saludo a mi tía y me doy una ducha. Parece que el ambiente está más calmado y en parte se lo debo a Kike, quizás entre nosotros sea una broma hacernos pasar por novios, pero a ojos de mis tíos es evidente que desean que me heche pronto un novio, llego a deducir que es para irme pronto de aquí.

Había quedado con Kike para acompañarme a la terapia, en parte me daba vergüenza, siempre he asistido sola donde en un grupo de seis personas contamos nuestros problemas y como lo vamos superando.
Durante el camino le hablo a Kike sobre el grupo y el señor Brun. Si algo adoro de Kike, es su manera de sacar algo bueno de las cosas haciendo que mi risa se despierte.
Llegamos a la clínica del señor Brun, le presento a Kike y cuando veo que el señor Brun alza su ceja, es porque algo se le ha cruzado por su mente.
Y efectivamente, Kike a pasado conmigo a mi sesión.
Frunzo mi ceño quejándome con mi psicólogo, se supone que debo de pasar sola, no acompañada.
El señor Brun nos hace una pequeña sesión de terapia a mi y a Kike.
Y a decir verdad, Kike tiene también demasidos temores y miedos.
Lo que más subraya en su conversación es la mala relación que tiene con su padre y lo solo e incomprendido que se siente desde que su madre murió enferma y sola, debido a que su padre viajaba mucho o estaba mantenimiento una aventura con la sería su madrastra.
Kike no ha podido superar la muerte de su madre y su padre hace caso a lo que le dice su esposa sin importarle lo que él haga o diga.
Veo como Kike está muy afligido, le sirvo un vaso de agua y a continuación me toca a mí hablar.
Le cuento cómo me va todo en casa de mis tíos, con el grupo y en entonces pregunto por Nati.
El señor Brun, se quita sus gafas mirándome con atención me comenta tristemente lo que sucede con Nati.
Al final es cierto de qué mi amiga le queden meses de vida.

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