Visita inesperada

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Había pasado un día desde que Amenadiel había bajado al infierno y Chloe se sentía intranquila por saber que habría dicho Lucifer de la carta, así que lo llamó por teléfono para preguntarle.

-Hola Amenadiel, perdón que te moleste, pero quería saber si le diste la carta a Lucifer.

-Hola Chloe, no molestas. Sí, se la di. Se puso muy contento al verla – respondió él.

-¿Y qué dijo? – preguntó ella alegremente.

-Nada, quiero decir, se la di y me fui para que la leyera tranquilamente.

-Ahm... vale, gracias Amenadiel – finalizó ella.

No era la respuesta que quería escuchar, pero saber que Lucifer se había alegrado de ver la carta le daba esperanzas para continuar. Así que preparó el desayuno para Trixie y después la llevó al colegio antes de ir a trabajar. Nada más llegar a comisaría se puso con el nuevo caso; la desaparición de una menor de catorce años. Maze se apuntó sin dudar. Aunque no solía hacerlo a menos que fuera algo realmente peligroso, este tipo de casos le afectaban, pues tenía mucho cariño por Trixie y siempre pensaba que podría pasarle a ella.

Ambas se dirigieron a casa de los padres de la adolescente para hablar con ellos y después marcharon al sitio donde se la había visto por última vez. Varios testigos afirmaban haberla visto en la parada de autobús esperando, pero nadie vio donde pudo ir después o si alguien se la había llevado. Comprobaron la escena y lo único que vieron fueron huellas de neumáticos, pero por allí pasaban muchos vehículos como para comprobarlos todos. Se centraron en difundir una foto de la adolescente y la descripción de cómo iba vestida, para ver si alguien la había visto. Gracias a eso, un par de horas más tarde una mujer acudió a comisaría para declarar que había visto a la menor hacia una media hora, cerca de la estación de autobuses junto con un chico.

Sin perder tiempo, Chloe y Maze salieron para allí y dos patrullas las acompañaron detrás. Llegaron a la estación y comenzaron a buscar. Preguntaron en las taquillas y uno de los empleados les contó que había visto a la adolescente acompañar a un chico, de unos dieciocho años, que compró dos billetes de autobús. Pero por desgracia, el autobús había partido hacia quince minutos. Preguntaron la ruta que seguía el autobús y mandaron las patrullas a interceptarlo. No tardaron en dar con los dos y los llevaron a comisaría.

Al parecer no había sido un secuestro como tal. El chico era el novio de la adolescente y ambos habían planeado fugarse juntos porque los padres de ella no querían que estuviera con un chico mayor. Pero al ser menor ella y él mayor de edad, ahora se enfrentaba a cargos de secuestro, aunque no hubiera sido esa la intención.

Tras finalizar la jornada laboral, Chloe fue a recoger a Trixie de casa de su madre y volvió a casa para hacer la cena. Preparó lo que más le gustaba a la pequeña y después de cenar ambas se pusieron a jugar a un juego de mesa antes de que Chloe acostara a Trixie y le leyera un cuento para dormir.

Por otro lado, Lucifer leyó la carta durante un par de días y cuanto más la leía, más ganas tenía de ver a Chloe. Estuvo dándole vueltas a la posibilidad de ir a la tierra durante unas horas para verla, pero no lo tenía del todo claro. Aunque en el infierno estaba todo controlado, no sabía si podía volver a dejar a los demonios solos aunque fuera poco tiempo. Por eso meditó muy bien la idea y al final las ganas prevalecieron ante los miedos.

Buscó a su más fiel demonio y le contó que iba a ausentarse durante un par de horas. Le puso la tarea de vigilar el infierno durante su ausencia y que no le revelase al resto que se había marchado. El demonio aceptó sin rechistar.

Lucifer llegó en un instante a su ático. Era de noche. Estaba todo tal cual lo había dejado y eso le traía recuerdos. Antes de ir a ver a Chloe, bajó al Lux para ver si seguía igual que siempre y para comprobar si su hermano estaba haciendo un buen trabajo. Cuando las puertas del ascensor se abrieron una vez llegado abajo, un retumbo de música llegó hasta sus oídos. Luces de colores por todas partes brillaban y una multitud de gente bebía y bailaba. "Estoy en casa" dijo para sus adentros. Divisó a Amenadiel en la barra y fue directo a saludarlo.

-Ponme una copa de tu mejor whisky – dijo Lucifer mirando al camarero.

-Lucifer ¿Qué haces aquí? – preguntó Amenadiel sorprendido al verlo.

-He venido a hacer una pequeña visita, no te alteres, no estaré mucho tiempo – contestó Lucifer dándole un sorbo a la copa de whisky – como echaba de menos esto.

-¿Vas a ver a Chloe?

-Es justo lo que voy a hacer en este momento – finalizó Lucifer con una sonrisa mientras se terminaba de un trago la copa.

Lucifer salió del Lux y cogió su Corvette negro, que tanto tiempo llevaba sin conducir. Aunque sabía que volando llegaría antes, quería volver a recuperar algo de su antigua vida en los Ángeles. Quería volver a sentirse normal. En cuestión de veinte minutos llegó a casa de Chloe. Era de madrugada y sabía que ella estaría durmiendo, por lo que se acercó a la puerta, sacó su teléfono móvil y la llamó.

Chloe despertó al oír el móvil sonar y sin abrir del todo los ojos, buscó con torpeza su móvil que estaba encima de la mesita. Sus ojos se abrieron como platos una vez que leyó el nombre de quien le estaba llamando en la pantalla. "No puede ser" se dijo a sí misma antes de responder.

-¿Lucifer?

-Ábreme la puerta – contestó él y cortó la llamada.

Chloe se quedó confundida. ¿La puerta? ¿Acaso Lucifer estaba en la puerta de su casa? Enseguida se colocó una bata por encima del pijama y se dirigió nerviosa hacía allí. No se creía del todo que él estuviera en la entrada. Abrió la puerta temerosa de llevarse una decepción, cuando lo vio de pie frente a ella.

-Detective te he echado mucho de menos – dijo Lucifer esbozando una sonrisa al verla.

Chloe sonrió también y se lanzó a sus brazos para abrazarlo fuertemente. Ambos se quedaron abrazados un rato.

-¿Cómo es posible que estés aquí? – preguntó Chloe separándose lentamente.

-Bueno, soy el diablo puedo ir y venir siempre que quiera. Pero no puedo quedarme mucho tiempo. Sólo he venido para verte – contestó el agarrando las manos de Chloe.

Chloe esbozó una gran sonrisa enamorada. Lo había echado tanto de menos, que no podía creer tenerlo ahí de nuevo. Lo miró a los ojos durante unos cuantos segundos y después separó sus manos para colocarlas en su nuca y besarlo. Lucifer le correspondió el beso y posó sus manos sobre la cintura de ella, para luego abrazarla. A continuación, sin soltarse, entraron lentamente hacía la casa. Chloe cerró la puerta a su paso y cesando el beso, dijo:

-Vamos a la habitación.

Desde el infierno con amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora