La espera

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Lucifer llegó al ático y se sirvió una copa de whisky para esperar tranquilamente a su hermano, pero las horas pasaban y Miguel no hacía acto de presencia. Estaba seguro de que Miguel volvería para vengarse, pero quizás no lo suficientemente rápido como él pensaba, por lo que llamó a la detective para comprobar que todo marchaba bien y después se retiró a su dormitorio para descansar.

A la mañana siguiente, Lucifer marchó hacía comisaría como de costumbre para reunirse con Chloe y comenzar un nuevo caso. Hablaron sobre si Miguel había aparecido por el ático, pero Lucifer negó su presencia por allí, alegando que quizás su hermano tardaría algo más en increparle o que quizás, estaba tramando algún nuevo plan. Aún así, se mantuvieron alerta durante todo el día por lo que pudiera pasar.

Dan, que llevaba unos días de baja tras el encontronazo con Miguel, se incorporó de nuevo al trabajo, enfrentando la nueva realidad con la que tenía que vivir. Estaba lleno de culpa y de dudas que le atormentaban y deseaba tener una conversación con Lucifer sobre el infierno, pero no tenía el valor de hacerlo.

El nuevo caso les llevó hasta una pareja que había sido asesinada en su casa, pero tenía algo curioso; ni la puerta de la entrada, ni la trasera, ni siquiera las ventanas, habían sido forzadas y todo estaba cerrado a cal y canto. Se barajó la idea de que ambos se habían asesinado mutuamente en una posible discusión, pero había huellas de pisadas de una tercera persona cerca de la escena del crimen, lo que les llevó a centrarse en eso. Varios policías recorrieron todas las estancias de la casa, por si el asesino seguía en el interior, pero no encontraron a nadie. La alerta del asesinato la había dado una de las vecinas, que se había acercado a la casa por la mañana y al ver que nadie contestaba, se asomó por la ventana, encontrándose a la pareja que yacía muerta en el suelo del salón.

Mientras Chloe y Lucifer estaban preguntando a la vecina sobre los hechos ocurridos, Lucifer se percató de que Dan no dejaba de mirarlo, como si algo le reconcomiera por dentro, así que se acercó para ver qué ocurría.

-Daniel, me he dado cuenta de que no paras de mirarme ¿Qué ocurre?

-Bueno, exceptuando que eres el diablo...

-¿Te incomoda mi nueva identidad? – interrumpió Lucifer.

-No es eso – contestó Dan vagamente – hay algo que me tiene preocupado.

Lucifer frunció el ceño y le hizo un gesto con la cabeza para que continuara.

-Miguel me dijo que iba a ir al infierno de todos modos, aunque no le hubiera ayudado a... ya sabes...

-Matarme – completó Lucifer la frase.

-Sí – suspiró Dan – por eso quiero saber que puedo hacer para no ir al infierno, no quiero acabar allí.

-Eso es cosa tuya Daniel – contestó Lucifer ante la mirada confusa de Dan – quiero decir, la culpa es lo que te lleva al infierno. Si no quieres acabar allí, tendrás que superar toda la culpa que tengas.

-Es difícil poder superar todo eso.

-Difícil, pero no imposible. Odio admitir esto delante de ti y más después de haberme disparado – Lucifer hizo una breve pausa para proseguir – pero eres un buen hombre. Seguro que hallarás la manera.

Dan asintió con un nudo en la garganta tras las palabras de Lucifer y se marchó para ayudar con el caso. Lucifer volvió con la detective y ambos se fueron a comisaría para averiguar si Ella tenía ya alguna pista sobre el caso.

-Es la huella de un zapato bastante genérico, quiero decir, mucha gente puede tener este modelo. No es algo exclusivo – contó Ella – por lo que no podemos ir casa por casa a preguntar quién lo tiene y quién no.

Desde el infierno con amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora