La decisión de Dios

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Lucifer se pasó parte de la noche contestando a todas las preguntas que Ella tenía para hacerle. Chloe, que no pudo aguantar el sueño, acabó rendida sobre el sofá mientras ellos dos hablaban. A las tres y media de la madrugada, Ella se marchó del ático y Lucifer cogió en brazos a Chloe, con todo el cuidado posible para no despertarla y la llevó a la cama. La tumbó cuidadosamente, le quitó los zapatos y la tapó con las sábanas de seda. Después fue a cambiarse y se acostó al lado de ella, dándole un pequeño beso en la coronilla antes de dormir.

A la mañana siguiente, Chloe se despertó acostada sobre el pecho de Lucifer, rodeándolo con su brazo izquierdo y sintiendo el calor que él desprendía. Él tenía su mano izquierda posada en la espalda de ella, simulando un pequeño abrazo. Se levantó ligeramente para observar como dormía. Era lo más bello que jamás había visto. Sabía lo fuerte que él podía llegar a ser, pero se veía tan indefenso y vulnerable, cómo si necesitara toda la protección del mundo.

Mientras seguía observándolo en silencio, Lucifer hizo un pequeño movimiento y comenzó a abrir los ojos. Se encontró a Chloe mirándolo embobada.

-Buenos días detective ¿llevas mucho rato mirándome?

-Quizás un rato largo – contestó ella mordiéndose el labio – te ves tan dulce mientras duermes.

Lucifer sonrió ruborizado y la abrazó, tirando de ella hasta acercar sus frentes juntas. Después, le dio un tierno beso y se acostó a su lado, colocándose uno en frente del otro.

-¿Qué pasó al final con Ella? – preguntó Chloe.

-Le contesté todas las preguntas que me hizo y después se marchó satisfecha por todo lo que le conté.

-Me alegro de que se lo tomara bien, ojalá yo me lo hubiera tomado así – contestó Chloe agachando la cabeza.

-Eh, detective, no pasa nada – dijo Lucifer agarrando la barbilla de Chloe y haciendo que volviera a mirarlo a los ojos – todas las personas no son iguales, pero ya pasamos por eso y eso es lo que importa.

Chloe se limitó a asentir con la cabeza y le dio un beso. Después ambos se levantaron y Chloe se marchó a su casa para cambiarse de ropa antes de ir a trabajar.

Chloe llegó antes que Lucifer a comisaría y se encontró a Ella esperándola en su escritorio. Por su forma de mirarla y la expresión de su cara, sabía que seguía emocionada por la revelación de la noche anterior.

-Buenos días Ella – dijo Chloe rodeando el escritorio para sentarse en su silla.

-Buenos días Chloe ¿desde cuándo sabías lo de Lucifer? – preguntó Ella en un tono demasiado alto.

Algunos compañeros se voltearon a mirarlas, mientras Chloe sonreía haciendo un gesto de que no pasaba nada.

-Tienes que ser más cuidadosa con el tema – susurró Chloe agarrando del brazo a Ella para acercarla hacía ella – no queremos que todo el mundo se entere.

-Pero si desde siempre Lucifer ha ido por ahí pregonando que es el diablo.

-Sí, pero nadie le cree y queremos que así sea – añadió Chloe.

-Está bien, seré discreta, pero contesta a mi pregunta.

-Lo sé desde hace algún tiempo.

-¡Ah! Cuando te marchaste a Roma – cayó Ella en la cuenta - ¿Fuiste allí por qué tenias miedo de él?

Chloe agachó la cabeza durante unos segundos. No le gustaba recordar ese momento de su vida, ni lo que había querido hacer cuando se enteró de la verdad.

-Algo así, si – contestó Chloe volviendo la mirada hacía Ella – pero bueno, al final acepté quien era por lo que es y no por lo que la historia cuenta.

-Muy bien Chloe, así es – Ella hizo una breve pausa para después añadir en tono picarón - ¿Qué se siente acostarse con el mismísimo diablo?

-¡Ella! – exclamó Chloe ruborizada.

-Vamos Chloe, estamos en confianza.

-Solo te diré que es algo de otro mundo – mencionó Chloe con una sonrisa tímida.

-Buenos días chicas – interrumpió la voz de Lucifer que acababa de llegar.

-Buenos días Lucifer – contestaron ambas casi al unísono.

Antes de marcharse al laboratorio, Ella lanzó una mirada juguetona a la pareja, algo que confundió a Lucifer y se marchó tarareando alegremente.

-¿Qué le pasa? – preguntó Lucifer confundido.

-Nada, ya sabes cómo es Ella.

Varios días después Miguel se enteró que Lucifer seguía vivo, algo que lo enfureció fervientemente. No encontraba sentido a cómo su hermano había podido salido del infierno si había muerto como un mortal, por lo que volvió a la Ciudad Plateada furioso y lleno de dudas. A pesar de todo eso, comenzó a pensar en mil maneras más de deshacerse de Lucifer, pero ninguna le resultaba lo suficientemente convincente.

Mientras daba una vuelta para despejar su mente por las calles de la ciudad, se encontró con uno de sus hermanos. Parecía agitado y algo molesto, por lo que se acercó a ver qué era lo que le sucedía.

-Gabriel ¿Qué ocurre? – preguntó Miguel acercándose a él.

-El tema de Lucifer me tiene algo sobresaltado – contestó el ángel dirigiéndose hacia su hermano menor.

-¿Qué tema? – preguntó Miguel confundido.

-¿No te has enterado? Padre ha liberado a Lucifer del infierno y ahora si quisiera, podría volver a la Ciudad Plateada.

Miguel se quedó en estado de shock. Ahora entendía el por qué Lucifer había podido escapar del infierno cuando Dan lo asesinó.

-¿Padre ha dicho el por qué?

-No, no ha querido hablar con nadie – contestó Gabriel.

-Hablará conmigo – terminó Miguel dirigiéndose hacia el trono de su padre.

Dios se encontraba tranquilo en su trono, contemplando todas las almas que caminaban felices por la Ciudad Plateada y también, echando un ojo a lo que sucedía en la tierra. Observaba a los humanos en la lejanía, pero con admiración y curiosidad. A pesar de que los conocía muy bien y sabía casi de memoria sus comportamientos, siempre había alguno que destacaba por encima del resto y eso hacía que él se sintiera orgulloso por su más preciada creación.

-Padre tengo que hablar contigo – irrumpió Miguel ante Dios.

-¿Qué es tan importante hijo como para que alteres mi paz de esta manera?

-Lo siento padre por aparecer así – se disculpó Miguel y continuó – pero ¿por qué has liberado a Lucifer del infierno?

-Siempre el mismo tema – sonrió Dios antes de colocarse en pie – tienes que aprender a perdonar hijo.

-¿Cómo voy a perdonar después de todo lo que ha hecho? ¿Cómo es que tú lo perdonas después de lo que hizo?

-Él ya ha cumplido su castigo y por lo que he podido observar, se ha convertido en una mejor persona.

-¿Hace un par de buenas acciones y ya es perdonado? – alzó un poco la voz Miguel – ni siquiera cumplió del todo su castigo. Se fue a la tierra e hizo lo que le dio la gana.

-Miguel, no cuestiones mis decisiones – contestó Dios volviendo su rostro serio – tu hermano ya ha pagado por sus pecados y ha sido perdonado, así que tiene las puertas abiertas por si en algún momento quiere volver.

Miguel lo miró enfurecido y se marchó de allí desplegando sus alas. Volvió a la instalación vacía en la que había estado días atrás, ya que se sentía demasiado furioso para permanecer en la Ciudad Plateada. Ahora sabía que no podría planear nada que implicase matar a Lucifer, ya que este iría a la Ciudad Plateada y podría volver cuando quisiera. Sus opciones se estaban acabando y eso le hacía desesperarse más, por lo que pensó en la única manera de hacer sufrir a Lucifer; haciendo daño a la persona que más quería.

Desde el infierno con amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora