Después de morir a manos de su hermano, Miguel renació en el Cielo, como el ángel que era. Lleno de rabia y de frustración por su plan, de nuevo fallido para hacer sufrir a Lucifer, fue a hablar con su padre, ya que sabía que era el único que podía haber ayudado a Lucifer a saber el lugar exacto donde se encontraba Chloe. Accedió al trono sin ni siquiera preguntar y enfrentó a Dios de manera violenta.
-Padre ¿por qué has ayudado a Lucifer?
-Miguel ¿Qué maneras son estás de irrumpir mi descanso? – preguntó Dios sobresaltado.
-Déjate de tonterías, quiero respuestas. ¿Por qué ayudas siempre a Lucifer? Después de todo lo que hizo – gritó Miguel acercándose a la altura de su padre – haga lo que haga, siempre será tu favorito ¿verdad?
-No me hables en ese tono – alzó la voz Dios en tono serio, levantándose de su trono – muestra respeto hacía tu padre.
-¿Respeto? Lo he mostrado durante toda la vida. He sido el ángel sumiso que tú siempre has querido y ¿qué me llevo a cambio? Nada.
-He estado viendo tu comportamiento últimamente Miguel y no tolero tus acciones.
-Por una vez he hecho lo que he querido y ¿ahora soy yo el malo? – contestó Miguel resoplando – él me ha matado y tu ni siquiera dices nada al respecto.
-No entiendo el odio que le tienes a tu hermano ¿por qué?
-Porque siempre se ha salido con la suya – volvió a gritar Miguel – se rebeló contra ti, sintiéndose superior y le otorgaste su propio reino donde gobernar. Cuando se cansó de el, lo dejó y decidiste que el Infierno ya no necesitaba rey. Mató a Uriel, tu propio hijo y cuando estaba torturándose por ello, decidiste que no debía hacerlo, liberándolo de la culpa.
-Miguel, debes aprender a perdonar...
-Y una mierda – interrumpió Miguel dando un puñetazo a una de las columnas que habían cerca y haciendo que se quebrara – estoy harto de escuchar eso. No quiero el perdón.
Dios se quedó callado, contemplando lo enfadado que estaba su hijo. Sabía que Miguel nunca entendería sus decisiones, ni querría un acercamiento con su hermano, por lo que tuvo que tomar una difícil decisión.
-Entonces no me dejas otra opción hijo.
-¿De qué hablas?
-Te destierro de la Ciudad Plateada – respondió Dios con tono autoritario.
Miguel lo miró en estado de shock; su padre iba a desterrarlo como anteriormente hizo con su hermano gemelo.
-¿Vas a mandarme al Infierno como a Lucifer?
-No vas a seguir los pasos de tu hermano. Te mandaré a la tierra, pero sin tus alas y sin tu poder celestial; vas a vivir como un humano, pero dejaré intacta tu inmortalidad.
-¿Y si Lucifer o cualquier otro me mata con esas dagas demoniacas?
-Entonces irás al Infierno y no precisamente para gobernarlo, por lo que yo si fuera tú, tendría mucho cuidado con las acciones que llevas a cabo – sentenció Dios acercándose a Miguel.
Usó sus poderes divinos para arrebatarle a Miguel sus preciadas alas y sus poderes; quitándole su fuerza sobrenatural y su magia de sacar a relucir los miedos de la gente. Después le colocó la mano encima de su hombro y lo mandó a la tierra, sin ni siquiera despedirse. A pesar de que era el segundo hijo al que desterraba, hacerlo de nuevo hizo recordarle el dolor que sintió cuando desterró a Lucifer. Alejar a sus hijos no era precisamente lo que a él más le gustaba, pero aunque en el fondo sabía que había cometido un error al hacerlo con Lucifer, sabía que al haberlo hecho había llevado a su hijo a tomar otros caminos, descubrir nuevas cosas y volverse un hombre mejor y esperaba conseguir lo mismo con Miguel.
-Padre ha desterrado a Miguel de la Ciudad Plateada – dijo Amenadiel a través del otro lado del teléfono.
-¿Por qué? – preguntó Lucifer sorprendido por la noticia.
-Nadie sabe las razones. Yo me enteré porque vino a contármelo Remiel, estaba tan sorprendida como el resto.
-Ahora puedo decir que no soy el único desterrado de la familia – rio Lucifer - ¿A dónde lo ha mandado?
-Aquí, a la tierra.
-¡Encima! – exclamó Lucifer molesto – su destierro es muy blando y lo peor de todo es que va a estar rondándome por aquí.
-Estaré atento por si lo veo – finalizó Amenadiel.
Lucifer colgó el teléfono y agarró su camisa y su chaqueta, que seguían en la terraza, para introducirlas en el interior de la vivienda. Chloe estaba esperándolo sentada en el sofá.
-¿Va todo bien? – preguntó ella.
-No exactamente – contestó él colocándose al lado de ella en el sofá – al parecer padre ha repetido el patrón.
Chloe lo miró confundida por sus palabras y esperó a que él continuara.
-Ha desterrado a Miguel y nada más y nada menos que aquí, para tocarme a mí las narices.
-¿Lo ha echado del Cielo? – preguntó ella incrédula.
-Sí, se ve que le ha pillado el gusto a echar hijos de casa. Pero no te preocupes detective – dijo él pasando un mano por la mejilla de Chloe, aparentemente ahora preocupada – no voy a dejar que se acerque de nuevo a ti, te lo prometo.
Ella agarró la mano de Lucifer que sostenía su mejilla y asintió, después se acercó a él más cerca y le dio un abrazo. Lucifer se quedó confundido, pero le devolvió el abrazo, intentando reconfortarla y queriendo que ella se sintiera segura.
-¿Quieres que continuemos por donde lo habíamos dejado? – susurró él en su oído con un tono sensual.
-¿Podemos simplemente dormir abrazados? – preguntó ella sin apartar todavía su abrazo.
-Claro, como tú desees detective – asintió él entendiendo sus palabras.
Ella movió la cabeza en señal de agradecimiento y se separó de su abrazo, pero antes de poder hacer nada, Lucifer la levantó agarrando su cuerpo en volandas, para llevarla a la habitación.
-No vamos a hacer nada, pero te voy a llevar cómodamente a la cama – comentó Lucifer sosteniéndola en sus brazos.
Chloe sonrió y le dio un pequeño beso en los labios mientras él la llevaba hacía la habitación. Una vez allí, la dejó con cuidado en la cama y se quitó los zapatos, pantalones y calcetines, quedándose en ropa interior.
-Ya sabes que suelo dormido desnudo, pero hoy dormiré así detective, no quiero tentarte durante la noche – mencionó Lucifer con tono burlón.
Ella lo miró y comenzó a reír, haciendo que él riera con ella. Sabía que a ella le preocupaba el tema de Miguel y más después del secuestro, por eso quería hacer que se relajara y sobre todo, que se sintiera segura.
-Me parece bien – asintió ella todavía riendo – voy a ponerme el pijama.
Chloe se metió en el baño contiguo al dormitorio mientras Lucifer se metía en la cama para esperarla. A los pocos minutos, ella volvió a la habitación luciendo una camiseta de tirantes y un pantalón corto. Lucifer la miró de arriba a abajo mientras ella recorría la cama y se acostaba a su lado. Lucifer extendió un brazo, haciéndole hueco a ella para que se metiera debajo y se acurrucara en su pecho. Ella pasó su brazo por encima, llegando a su cintura y apretó con cariño, sintiéndose reconfortada a su lado.
-Antes de nada, debo decirte detective, que aunque ese pijama que llevas me ha tentado demasiado, soy un hombre de palabra – dijo Lucifer rodeando a Chloe con sus brazos.
Chloe lanzó una pequeña risa y dio un pequeño beso en el pecho de Lucifer, haciendo que él se estremeciera.
-Gracias Lucifer.
-No tienes por qué darlas, estoy para ti detective.
-Lo sé – contestó ella y levantó la cabeza para mirarlo – quizás mañana por la mañana podamos resolver lo que dejamos pendiente.
-Me encantaría – ronroneó él.
Chloe sonrió y volvió a colocar su cabeza en el pecho de Lucifer para cerrar los ojos y dormir plácidamente.

ESTÁS LEYENDO
Desde el infierno con amor
FanfictionEsta historia es la continuación de mi anterior historia El regreso Deckerstar, así que si no la has leído, te invito a que la leas primero antes de empezar esta para poderte situar en la trama. Si no, para haceros una idea, esta historia se centr...