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No dejaba de revisar el teléfono cada cinco minutos para captar si había llegado alguna notificación o algo porque sentía que habían pasado milenios desde la última vez que revisó pero entonces comprobaba que solo habían pasado cinco minutos y reg...

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No dejaba de revisar el teléfono cada cinco minutos para captar si había llegado alguna notificación o algo porque sentía que habían pasado milenios desde la última vez que revisó pero entonces comprobaba que solo habían pasado cinco minutos y regresaba el celular a su lugar hasta que pasaran los próximos cinco minutos.

Tenía la sensación de que algo estaba empezando a ir mal y el no saber qué era y como arreglarlo solo le provocaba una fuerte opresión en su pecho, sin embargo, hoy estaba haciendo su mejor esfuerzo para que aquello no lo mareé porque hoy era noche de juegos.

El problema es que la hora de llegada habitual de Bibi y Patín ya había pasado y todavía no recibía ningún mensaje o llamada dando alguna explicación, lo que solo alimentaba su ansiedad.

Estuvo dando vueltas por la habitación, después de un rato también empezó a dar vueltas por la casa; se aseguraba de que la mesa estuviera desocupada, que el foco brillara lo suficiente, que tuvieran botanas.

Era un poco irónico porque cuando empezaron ese ritual en realidad le incomodaba, se sentía fuera de lugar y los gritos le ponían los pelos de punta pero ahora era su excusa perfecta para emocionarse un sabado por la tarde noche. Era la ocasión en la que Bibi llegaba con un juego de mesa nuevo, sorprendiendolos a todos, la ocasión donde Patín y Pascua hacían apuestas y metían a todos en el juego y por lo menos una vez a la semana se volvia a sentir cómodo con el exceso de ruido y emoción, como en "Los viejos tiempos" (Así le decía a la era pre - Huevay).

Sin embargo, pronto se canso de estar revisando los cajones y asegurandose de que la mesa estuviera limpia. Y la sensación de que algo andaba mal y que al parecer él era el único preocupado era molesta, como las moscas que revolotean cerca de tu oreja como sí no le tuvieran miedo a la muerte pero en el momento en el que alzas la mano estas se evaporan con el aire.

Pascua no se mostraba preocupado en absoluto. De hecho, no se mostraba en absoluto, se había encerrado en su cuarto desde sabe que horas y no lo había visto salir en ningún momento más que para hacer breves viajes al baño, que incluso así eran contados.

Giró su cabeza hacía los lados de forma brusca, intentando espantar esos pensamientos. Lo mejor era tomar la iniciativa él mismo. Regresó a su cuarto y tomó su celular, comprobando que Bibi y Patín ya se habían retrasado una hora y media. Buscó en sus contactos hasta encontrar el de la acróbata y escribió un breve mensaje que tuvo una breve contestación, pero que igual lo dejo en shock un buen rato.

"Se cancelo por esta noche"

Releyo el mensaje varias veces, como si estuviera escrito en un código o idioma que no comprendiera. Antes de que pudiera escribir una pregunta al respecto, Bibi escribió otro mensaje.

"¿Pascua no te avisó?"

Pascua lo sabia. ¡Y no le dijo nada al respecto!

Se desconectó en seguida y caminó con zancadas hasta el cuarto de Pascua, empujando la puerta de brusquedad y sin tocar.

Amortometro//Patín patán x ConfiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora