Proponer matrimonio

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El camino de regreso a la estancia psiquiátrica fue bastante dinámico, en comparación con la última vez.

Para empezar, la vez pasada nadie se atrevía a hablar o a mirarse a la cara. Ni siquiera tenían encendida la radio en esa ocasión.

La vibra era tensa, el clima era oscuro y todo se sentía melancólico, como sí le hubieran arrebatado algo importante que lo mantenía en movimiento y ahora solo fuera un muñeco de trapo sin la suficiente fuerza para siquiera dejar escapar un suspiro lamentero.

Ahora todo era diferente.

La radio dejaba escapar música movida que hacía a Willy y a Patín mover la cabeza al ritmo, Pascua platicaba con Bibi y dejaba escapar bromas de doble sentido que la hacían enojar, aunque después se reía.

Bibi no se tapaba su cicatriz en la pierna, Patín lo tomaba de la mano, el clima era cálido, ni muy caliente pero tampoco fresco. Todo era perfecto.

Tanto que incluso comenzaba a olvidar hacía donde iban.

Pero por mucho que lo intentara, su mente regresaba para traicionarlo una vez más y recordarle que seguía necesitando ayuda. Que no era de fíar.

Muy en el fondo, oculto en el rincón más oscuro de su mente, se encontraba el miedo a volver a fallar y que con el tiempo se cansaran de él. ¿Y sí no existía era cura para él? ¿Entonces qué?

Aquella duda lo persiguió el resto del camino. Claro, no la manifestó. En su lugar rió en el resto, apretó la mano de Patín y movió su cabeza al ritmo de la música. Saboreó cada gota de buen clima y cada momento, hasta que al fín el auto se detuvo en frente de un edificio.

No era como esos hospitales psiquiátricos de películas, que son enormes, viejos y están en mitad de un campo, donde se puede ver un panteón a los alrededores y en los pasillos se aparece gente en la noche.

Para empezar, seguían en la ciudad, pero era una zona más tranquila. El lugar solo tenía dos pisos y no tenía más de 10 años de ser construido.

El resto no le constaba.

Pascua comenzó a bajar la mochila mientras Bibi entraba para hablar con la enfermera de la entrada. Confi, por su parte, permaneció en el auto junto al Willy y Patín, esperando a que le dieran la señal para bajar.

– ¿Nervioso? – Escuchó la voz de Willy, y aunque no lo miró directamente a la cara, sabía que le estaba hablando a él. ¿A quién más sino?

Confi solo sonrió. Ni una negativa ni una positiva, solo una sonrisa cansada. Patín le estrechó más la mano.

Bibi salió de la clínica y se fue acercando al auto, por un momento Confi pensó que ya era hora de comenzar a despedirse, pero la castaña-rojiza más bien se acercó a Willy y le pidió que fuera a firmar unas cuantas cosas.

Gracias a algunos conocidos de su trabajo, él fue el encargado tanto de la primera como la segunda internación del oji-azul, por lo que era obvio que lo necesitaban para terminar los trámites. Confi y Patín se quedaron solos.

– A mí no tienes que mentir. Lo sabes, ¿verdad?

– No le he mentido a nadie.

– Pero sí que te has callado las cosas.

Muy perspicaz.

Confi, por primera vez en el tiempo que llevaba en aquél auto, le soltó la mano a Patín y se recargó totalmente en asiento.

– Me da miedo convertirme en una causa perdida, ¿ok? – Confesó.

Patín hizo ademanes de hablar y sacar a Confi de esos pensamientos, pero el oji-azul siguió hablando – Y por favor no me digas "Pero tú no eres así", "Vas a sanarte", "es un proceso que lleva tiempo" porque eso ya me lo sé al derecho y al revéz porque me lo he estado repitiendo en bucle, no solo desde lo de Huevay, desde mucho antes. Es como sí yo mismo me autotraicionara. Me permito disfrutar de la calma y después me saboteo una vez más. Se supone que ya debería ir varios pasos adelantados porque al menos ya sé diferenciar el patrón, pero más bien se siente como sí estuviera dándome con la misma pared una y otra vez. Me da miedo que lo que yo pienso ahora mismo no sean mis primeros pasos para sanarme, sino mis primeros pasos a estrellarme una vez más.

Patín guardó silencio. Lo agarraron el curva, no tenía absolutamente nada para decir, nada que contrarrestrara todo lo que su novio pensaba sobre sí mismo en ese instante.

Oh bueno, sí lo tenía, pero no era nada que no hubiera escuchado él antes. Se sentía como un bucle. ¿Esto es lo que sentía Confi todo este tiempo? Es horrible.

Tras unos largos segundos de silencio, Patín decidió que lo que tenía que hacer no era exactamente hablar, sino actuar. Con palabras no llenas los huecos, sino con acciones, al fín y al cabo.

– Antes de que Willy y Bibi vengan por tí y no te vaya a ver en un tiempo, necesito darte algo – Patín buscó entre sus bolsillos y sacó una cosa diminuta – Sé que en la entrada te quitan las cosas pequeñas y las guardan hasta que sales, pero me parece que lo necesario es que te lo dé ahora, para que recuerdes en todo momento que yo te estaré esperando el tiempo que sea.

Un anillo.

Era pequeño y de un tono plateado brillante, Patín lo introdujo en el dedo de Confi y permitió que este observara como se veía su mano con aquella muestra de afecto de Patín.

Y fue mágico como aquél pequeño anillo lo calmara. Ya no sentía miedo o ansiedad, solo una cálidez en su pecho que hacía resonar las palabras de Patín.

Para que recuerdes en todo momento que yo te estaré esperando el tiempo que sea.

Willy salió de la clínica y comenzó a hacer señas, ya era hora.

Confi salió del auto, no sin antes detenerse para mirar una última vez a Patín, después entró al edificio para así comenzar una larga espera.

El siguiente capítulo ya es el final definitivo de esta versión de la historia chicxs ♡♡♡♡

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El siguiente capítulo ya es el final definitivo de esta versión de la historia chicxs ♡♡♡♡

Amortometro//Patín patán x ConfiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora