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La mano de Bibi jalaba la falda de su vestido de forma obsesiva, la ansiedad la estaba comiendo viva, se sentía como sí tuviera un millón de hormigas bajo su piel, caminando de un lado a otro de forma frenética

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La mano de Bibi jalaba la falda de su vestido de forma obsesiva, la ansiedad la estaba comiendo viva, se sentía como sí tuviera un millón de hormigas bajo su piel, caminando de un lado a otro de forma frenética.

Bajó ligeramente la vista, aunque su falda no era tan corta, debido a la postura en la que estaba y por el movimiento que hacía, su cicatriz de el balazo afuera del hospital (auspiciado por Huevay) alcanzaba a asomarse ligeramente.

No mucho, de hecho, para la gente totalmente independiente de aquel caso, era prácticamente invisible. Había apenas una minoría de observadores que llegaron a verlo ligeramente en su show pero todos asumían que era un lunar o una marca de nacimiento y Bibi prefería darles la razón.

Pero ella sabía que no era así.

Ella sabía que ya no iba a ser tan sencillo usar faldas cortas o shorts por el resto de su vida porque ese circulo, inyectado en su piel, la acompañaría para siempre, y cada vez que lo viera de reojo, recordaría el infierno que ella y sus conocidos más cercanos tuvieron que sufrir por culpa de una sola persona.

– ¿Escuchas eso?

La voz de su pareja la despertó de su ensoñación – ¿hmm...?

– Shhh...

Willy se fué levantando de el sillón con cautela y caminó a la cocina, dándose cuenta que Confi ya no se encontraba en el lugar donde había permanecido inmovil toda la noche, un sudor frío le empapó la espalda. Lo estuvieron observando durante horas sin respuestas y justo en el momento en que dejaron de vigilarlo, sale del shock. Sí no estuviera tan sorprendido, se enojaería.

Bibi llegó a sus espaldas, dándose cuenta del mismo descubrimiento de Willy y gracias al silencio, también pudo escuchar lo que el de afro oía. Voces.

Y no cualquier tipo de voces. Voces muy fuertes, gritos más bien que provenían del baño de la casa.

Cuando la pareja llegó a la escena, el lugar era todo un caos. Pascua sostenía a Patín del cuello de la camisa y le gritaba con tanta fuerza que una vena se le marcaba en el cuello, Patín por su parte balbuceaba mientras con ambas manos intentaba zafarse de el agarre de el rastudo. En la esquina del baño, Confi observaba todo horririzado. Tenía los ojos tan abiertos como los de un búho, con lágrimas acumuladas en estos y con las manos tapando sus oidos para protegerlos del ruido, le gritaba a Pascua que se detuviera.

Los siguientes 9 minutos fueron tal vez los 9 minutos más largos en la historia, fue casi como sí hubieran durado 9 años.

Willy separó a Pascua y a Patín (Se llevó varios gritos y protestas de ambos y también recibió un golpe en el ojo que era para Patín y que el se interpuso), mientras Bibi sacaba a Confi del cuarto e intentaba calmarlo.

Amortometro//Patín patán x ConfiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora