Capítulo 3

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Ginny seguía observando a Harry sumida en sus pensamientos, cuando él volteo a verla y le hizo señas con la mano para que se acercara. Ella dejó la copa de champagne rápidamente¿Qué estas pensando, Ginny? Conociendo a Harry, jamás, jamás te daría lo que tú necesitas. Pensó en ya no tomar nada de licor, esos pensamientos los tenia seguramente porque ya había bebido demasiado.

Sonrió al llegar a un lado de Harry, quien la abrazó por la cintura sonriéndole también.

— Desde que llegaron juntos, todos no paran de hablar de la hermosa pareja que hacen – le decía la esposa del ministro, una mujer muy glamorosa.

— Gracias – le contesto Harry.

— ¿Y tienen mucho tiempo saliendo juntos?

— No, apenas nos estamos conociendo.

— Harry, mañana tenemos un desayuno con todos los miembros del Wizangamont, espero que puedas acompañarnos.

— No le aseguro nada, señor ministro. La verdad, no se a que hora me vaya a dormir hoy – sonrió de manera picara atrayendo mas a Ginny hacia él por la cintura.

— Oh, entiendo – dijo el ministro también sonriendo. Ginny volteo a ver a Harry como para querer matarlo.

— Bueno, recuerda que el fin de semana tenemos una reunión con los ministros de Canadá y de México...

— Lo siento, pero el fin de semana teníamos planes de darnos una escapada a las playas de Miami ¿verdad, Ginny?

— Ni hablar – dijo resignado el ministro – debes de disfrutar la vida y que mejor que con esta hermosa chica. Definitivamente hacen una excelente pareja, ambos son aurores ¿Quién iba a decir que si no hubieras llegado con nosotros, Ginny seria nuestra jefa de aurores? Y mira, ahora están juntos.

— Es el destino – dijo la esposa del ministro.

Harry volteo a ver a Ginny sorprendido, nunca le habían dicho que ella era la favorita para su puesto.

— Con su permiso ¿bailamos, Ginny?

— Si, claro. Con permiso – se despidió Ginny, dejándose guiar por Harry hacia la pista de baile.

— ¿Por qué no me habías dicho que tu habías hecho las pruebas para ser jefe del cuartel?

— ¿Para que? Eso no iba a cambiar en nada. Llegaste y te dieron el puesto. Punto.

— Lo siento – le dijo tomándole la mano y con la otra su cintura para empezar a bailar.

— Ya lo hecho, hecho esta. Ahora me quieres explicar ¿Por qué demonios le hiciste creer al ministro que pasaríamos la noche juntos?

— No quiero ir a ese desayuno.

— Pues simplemente le hubieras dicho que no querías ir.

— No sabes lo insistentes que son. Odio ir a esas reuniones.

— ¿Me estas utilizando para dejar de ir a esos compromisos?

— Pues, básicamente...si.

— No puedo creerlo – le dijo molesta.

— Es parte del pacto de aurores. Por lo pronto, tengo la semana libre – sonrió satisfecho.

— Ni creas que te voy a acompañar a Miami. Esta noche termina el pacto.

— Claro que no voy a ir a Miami, voy a estar en mi departamento comiendo pizza y viendo películas. Solo que ni se te ocurra aparecerte por el ministerio durante todo el fin de semana, me van a pescar en la mentira.

¿Te utilizo, Te necesito?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora