Capítulo 22

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Harry se levantó de inmediato sin borrar la sonrisa de su cara, extendió sus brazos y su hija corrió hacia él. Ginny se acercó a ellos y le dio un fuerte beso a Harry en la boca, indicándole a Cho quien era la dueña de ese hombre.

Cho en ningún momento le quito la mirada a Ginny, a pesar de llevar únicamente unos pantalones vaqueros ajustados y algo despintados, una blusa rosa y unos tenis sencillos, esa pelirroja imponía.

— Tú debes de ser Cho – sonrió Ginny.

— Sí, amor, ella es Cho, de quien te hablé. Cho, te presento a Ginny, mi novia.

Ginny, sin dejar de sonreír, extendió la mano para saludarla y se sentó frente a ella en la mesa. Cho, un poco desconfiada, le correspondió el saludo.

— Y ella es Lily, mi hija – Harry le dio un beso a su pequeña pelirroja que llevaba en brazos — ¿a poco no es hermosa?

— No sabía que tenías una hija.

— Ya sabes que el ministerio siempre me ha apoyado con mi vida privada – Cho asintió, fue por eso que nadie en el mundo mágico sabía que ella y Harry algún día fueron novios.

— Veo que ya empezaron a cenar, muero de hambre – dijo Ginny quintándole el plato a Harry quien seguía dándole besos a su hija.

— Esa comida es de Harry, no se le debe quitar su comida – dijo Cho indignada por la acción de Ginny.

— ¿Por qué? Siempre lo hago – dijo Ginny llevándose un pedazo de carne a la boca.

— Puedo servirte otro plato, Harry – se levantó Cho apurada.

— No te molestes, Cho – le dijo Harry – Ginny y yo hemos compartido nuestro plato muchas veces.

— Entiendo – regresó Cho a su asiento.

Ginny se quedó observando a Cho mientras comía del plato de Harry, ya que éste seguía jugando con su hija. Como toda una buena auror, analizaba a su enemigo y pudo darse cuenta que Cho era un corderito miedoso. Cada vez que Cho levantaba la vista para verla, de inmediato la bajaba, era como si ella fuera una luz brillante que le molestaba al mirarla. Y ni que decir de Harry, cada vez que lo veía a él, era como si estuviera viendo a un ídolo.

— ¿Así que eres sanadora?

— Sí – contesto Cho sin levantar la mirada.

— Me imagino que debes de ser muy inteligente para poder estudiar esa carrera.

— Bueno, en realidad a mí me gusta diseñar ropa – Harry dejó de hacerle cosquillas a su hija y frunció el ceño viendo a Cho.

— ¿Y porque no estudiaste esa carrera?

— Bueno, es que... — volteó a ver a Harry – preferí ser sanadora.

— Cho, debiste hacer lo que a ti te gustaba – le dijo Harry.

— Ya es demasiado tarde, así estoy bien.

— Nunca es tarde – le dijo Ginny – yo no me imagino siendo otra cosa más que un auror y tal vez algún día, jefa del cuartel – le cerró un ojo a Harry, mientras que éste le saco la lengua.

— A veces uno hace las cosas esperando algo a cambio – volteó de nuevo a ver a Harry, haciéndolo sentir un poco culpable.

— Lo siento tanto, Cho.

— Debo saber perder – bajó la mirada.

— ¿Perder? – se extraño Ginny — ¿a qué te refieres?

— Cho estudió para ser sanadora por mí – le dijo Harry y Ginny abrió la boca sorprendida.

— ¿Qué hiciste qué? Pero... no entiendo... tomar una decisión así de importante por... ¿un hombre y no por ti misma?

¿Te utilizo, Te necesito?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora