Capítulo 10

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La Sra. Bailey no necesitó mucho de Ginny para ponerse al corriente con todo el trabajo. Así que Ginny tuvo la oportunidad de pasar sus últimos días en el cuartel, antes de su incapacidad, para organizar mejor su fiesta. Esos días la pasó muy relajada. Harry tenía mucho trabajo con un asunto relacionado con el mundo muggle, pero nunca se lo platicaba a ella, al parecer era de alta confidencialidad. Era por eso que Ginny no veía tanto a Harry. A veces, por las tardes, iba a casa de los Potter a visitarlos pero en otras ocasiones, visitaba a sus padres.

Harry no estuvo con ella el último día de trabajo, sus compañeros aurores le hicieron una pequeña despedida deseándole suerte en su nueva etapa de mamá.

Llegó el día de su cumpleaños, como lo tenia planeado, Ginny paso la mañana y tarde con su familia. Le habían organizado un pequeño festejo y había recibido regalos de todos sus hermanos, consintiéndola al cien por ciento.

Pero por la noche, se fue con Ron a su casa. Después de haberle pedido a su hermano favorito que no dijera nada de la fiesta, utilizando sus métodos de niña buena y haciendo pucheritos como acostumbraba hacerlo de niña, logró que Ron no les dijera nada a sus padres y hermanos.

Hermione le había ayudado a decorar la casa durante el día y Sirius le había enviado toda la bebida y la música. Así que solo se dio un baño y se arregló para la fiesta.

En realidad, eran pocos invitados, únicamente los aurores y alguno que otro conocido de otros departamentos. No llevaba ni el año viviendo en Londres, así que no conocía a tanta gente.

Después de una hora de haber iniciado la fiesta, en donde la mayoría bailaba y tomaba whiskey de fuego o cerveza de mantequilla en el centro de la sala, llegaron Harry y Sirius, éste último con una sonrisa de oreja a oreja.

— Hola, pelirroja, feliz cumpleaños – le dio un abrazo y le entregó un regalo.

— Pero Sirius, me mandaste mucha bebida y me trajiste la música, no era necesario...

— Ey, yo también voy a disfrutar de la fiesta y este es solo un detallito.

— Gracias, Sirius.

— Esto es como en los viejos tiempos en la sala común de Hogwarts – dijo Sirius con una sonrisa nostálgica – solo que con mercancía nueva – le sonrió coqueto a una chica que iba pasando – con su permiso.

— Pasa de los cuarenta y sigue siendo el mismo adolescente – le dijo Harry – perdón por llegar tarde.

— No te preocupes ¿estabas en el cuartel?

— Si.

— ¿Y Remus?

— Dijo que le iba a hacer compañía a mis papas, además que no estaba en edad para fiestas – volteó a ver a Sirius que ya estaba bailando con la chica.

— Me hubiera gustado que tus padres estuvieran aquí.

— Mamá necesita reposo, además dicen que te tienen preparado algo. Por cierto, mi regalo lo dejé en la entrada.

— ¿Por qué?

— Después lo ves.

Ginny, que se caracterizaba por su curiosidad, caminó hacia la entrada de la casa y vio un inmenso regalo forrado y con un moño gigante, recargado en la pared.

— No me digas que es...

— Una escoba. Claro la vas a poder usar después de que nazca el bebé – le aclaraba Harry mientras Ginny rompía el papel de regalo – no debes de volar ni un...

— Harry – exclamó Ginny sorprendida – es una saeta de fuego.

— Si, me dijiste que querías una.

¿Te utilizo, Te necesito?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora