Cuatro

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La oscuridad en esa habitación no era una incomodidad para ella, después de todo esta era solo una visita de un cliente mas. Eso fue lo que pensó, pero realmente estaba pasando por un duro momento. Susurrando morbosidades en su oído, empujando con tanta fuerza que lastimaba, sus caderas y trasero tenían marcas de los dedos que la sostenían con crueldad y una fuerza innecesaria. El cabello largo estaba enredado entre los dedos llenos de cayos del hombre, halaba tan fuerte que de seguro algunas hebras quedarían en su mano. El olor a humo picaba en su nariz, jadeando por aire era lo único que lograba aspirar. No pudo evitar toser, el hombre rió.

"¿Te molesta el humo?" preguntó con burla, ella negó, "Me parece que si lo hace". El hombre haló su cabello como si estuviera a punto de arrancarlo, el quejido quedó en su garganta, luchando por no dejarlo salir. "¿No te parece que una pequeña marca te quedaría bien aquí?" señaló la parte trasera de su cuello con el recién encendido cigarrillo. Ella tomó una fuerte respiración sintiendo el calor en su cuello, que no se detuvo solo en señalar. Sintió su piel arder, mordiendo su labio contuvo sus lagrimas. Ese artefacto era pequeño, pero la torturaba como nada antes. El hombre rió al verla temblar por el dolor.

"No creo una sola baste, hagamos que se vea mejor", ella no podía ver su rostro, pero estaba segura de que lo ultimo lo había dicho con una sonrisa atroz, disfrutando hacerla sufrir.

Con un jadeo se despertó dando un salto de la cama, miró sus manos que rápidamente fueron a su cuello buscando la quemadura, pero esta no ardía, cayó en cuenta de que era un sueño. No había tenido una pesadilla sobre esa situación en años, no desde que sucedió. Su respiración era irregular, algo dentro de ella dolía y sintió que su mente era un desastre. Desde aquella vez que ese malvado hombre había ido a verla no ha sentido esta clase de terror, se trata de hacer entender que eso no volverá a ocurrir, pero haga lo que haga, no logra calmarse.

De fondo, un sonido llega a sus oídos, quiere taparlos porque comienza a perturbarla, pero no es capaz de moverse. El sonido se hace mas fuerte, hasta que es posible distinguir que es alguien hablando, luego nota que no es mas que alguien pronunciando su nombre.

-¿T/N? -vuelve a preguntar. Es Toji, quien está acostado al lado de ella, con la cabeza en la almohada, observándola con esos pequeños ojos azules entrecerrados.

Siente una especie de alivio, no está sola y no hay nadie que le haga daño. Sin embargo, mas rápido crece la sensación de ser una molestia cuando sus ojos dan con el reloj en la pared, marcando mas de las dos de la mañana.

-C-como lo siento... -sus palabras se traban-. Discúlpeme, he perturbado su sueño, Toji-sama.

Los ojos de Toji no pierden cada uno de sus movimientos nerviosos y que en ningún momento sus manos se han apartado de su cuello. Con pereza estira su brazo y toma el suyo, halandola hacia él, en una acción que ella nunca esperó: la sostiene entre sus brazos, como si fuese su cobija, la aprieta contra el haciendo que la frente de T/N se apoye en su pecho desnudo.

-¿Por qué tiemblas, eh? -dijo arrastrando sus palabras por el sueño.

-Lo siento...

Toji respiro profundo y dejó salir un suspiro.

-No importa... -sus ojos estaban cerrados-. Dime si te sientes con miedo en algún momento...

Los labios de T/N se apretaron, pero no tomó tiempo para que se relajara en sus brazos.

-Como ordene, Toji-sama.

Abrió los ojos cuando la noche había abandonado la habitación, Toji ya no estaba con ella cuando lo hizo. Podría decir que se sintió un poco frustrada, por lo que de manera calmada se recordó que no debía acostumbrarse a lo bueno muy rápido.

Matrimonio De Libertad (Fushiguro Toji X Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora