Enamorados

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Es necesario creer.

Su corazón vibraba de alegría cada vez que Seijūrō estaba en su vista, prácticamente ya vivían juntos desde que ambos se habían sincerado con sus sentimientos. Permanecían alegres, tranquilos hablando de libros, jugando shogi o ajedrez. Furihata solo sintiendo su presencia, su olor le bastaba para sonreír ingenuamente. En aquellos momentos en que solo estaban ellos dos prefería que el tiempo no avanzara, no quería pensar en el futuro y triste desenlace que posiblemente enfrentarían.

Se hicieron mucho más íntimos, muy conectados el uno al otro, incluso tuvieron relaciones sexuales en varias ocasiones, con mucho cuidado de no dejar con un retoño a Kōki o morderlo. Akashi quería protegerlo de cualquier manera que apresurara las cosas. Aunque la verdad sí que quería marcarlo. Que todos supieran que ese era su Omega, que su amado le diera muchos cachorros y vivir con el para siempre sin ridículas imposiciones que le otorgaba ser el siguiente emperador.

A la mierda ser un emperador, a la mierda todo, solo quería a su lindo chihuahua a su lado.

―Te amo Kōki...―Le repetía constantemente mientras hacían el amor y regaba su piel con besos, logrando que su amado gimiera y se estremeciera mientras le dedicaba una mirada de infinito amor. ― Quiero estar para siempre a tu lado. Nadie te alejará de mi...

Sus pieles chocando incesantemente no se escuchaban estando con la mitad del cuerpo en el lago. Lo único que delataba el acto eran los gemidos y los sonidos eróticos de ambos.

Al menos nadie los interrumpió, aunque de todos modos Seijūrō ya teniendo casi 19 años ahora como un león de melena frondosa daba el suficiente miedo para no ser molestado, incluso por su padre, que ya se estaba volviendo un león viejo.

Akashi se separo de su pareja, interrumpiéndose de eyacular dentro y morder a su Omega, cosa cada vez más difícil, sus dientes estaban extremadamente afilados y el mismo sentía que mordería a Furihata sin poderlo evitar.

Sin embargo, Furihata se acercó a él y le mostro su cuello con un jadeo expectante, soltando feromonas.

―Hazme tuyo Sei~―La voz de este ultimo fue comprensiva y cariñosa― Ya la próxima semana estarás de cumpleaños y quiero ser, pertenecer a mi Alfa completamente. A la persona que amo con todo mi corazón.

Para el Omega estar cerca del limite significa que tal vez estos serían los últimos días de felicidad con su amado y la verdad, aunque estaba en el fondo aterrorizado, solo quería disfrutar al máximo de la compañía de su emperador.

Su pareja, casi cegado por las feromonas dulces se lanzó a su cuello, pero se detuvo y Furihata se sorprendió, más aún al ver que uno d ellos ojos de Akashi era dorado.

―Así no, aquí no. Quiero hacerte mío en mi alcoba hoy apropiadamente. ―Salió sacando a Furi del lago y secándolo, se vistió, lo vistió y lo cargo en brazos hasta la enorme propiedad de los leones.


― ¡Mi Sei-chan ha crecido tanto! ―Susurro Reo Mibuchi para sí mismo orgulloso, mirando desde los arbustos moviendo sus orejas de panda a ver si escuchaba más, pero una mirada de lejos que le dedico Akashi al saber que este los espiaba lo hizo desistir y quedarse a raya.

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El emperador de los híbridos mitad animal estaba preocupado. Ya no quedaba casi nada para que su hijo asumiera como nuevo emperador. Esperaba que por estos días lograra embarazar a su prometido al menos, así dejarle oportunidad a que Kōki viva un poco más.

Realmente le parecían tan lindos Kōki y Seijūrō, se notaba que estaban enamorados en solo notar de la forma en que se miraban. Era la misma forma en que miraba a su esposa.

¿Estaría cometiendo un grave error al seguir consintiendo una tradición tan sanguinaria? Era necesario imponerse a las otras bestias, pero la verdad le desgarraba el alma pensar en que su hijo terminase igual que él, con la mirada apagada y sin ganas de vivir.

Además Kōki era simplemente un chihuahua, ni siquiera era una raza rival, un animal que fuese realmente una amenaza para el poder de los leones.

Era una decisión difícil, todo por culpa de las malditas hienas, sabía que si se ablandaba estas intentarían hacer una revuelta al verlos "débiles" a los leones. Se habría desecho de ellas, pero eran demasiadas esas malditas alimañas.

―A veces me hubiese gustado que solo fuésemos una familia común Seijūrō, así podría permitirte ser feliz.
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Seijūrō había dejado a Furihata suavemente en cuatro en su enorme cama de sabanas de seda y después de regar muchos besos en su cuerpo, lo tomó de la cintura y se puso a la altura del trasero del chihuahua para lamer por encima de su cavidad, logrando que en primera instancia Kōki sintiera mucha vergüenza, pero luego una enorme excitación. La lengua húmeda, resbalosa y calida del emperador entro dentro de su amado quien movía la colita por instinto. Imitó una penetración con ella de manera muy cariñosa moviéndose con mucha técnica mientras amasaba las redondas nalgas ajenas.

El chihuahua estaba en un estado similar al celo por aquella lengua de su Alfa, su cuerpo estaba sumamente caliente, se sentía mojado, desesperado por sentir mas de su león incluso sacando un sonido algo animal que hizo que su pareja se excitara más.

Akashi se puso delante de Furihata y le puso el miembro en los labios, captando el mensaje este ultimo lamio con cariño y amor el pene grueso de su león, que sacó un sonido similar a un ronroneo.

Kōki abrió bien la boca y trató de alojar el miembro de su amado hasta el tope, cosa difícil, era demasiado grande y chocaba con su garganta, casi provocándole arcadas, además su pareja comenzó a moverse follando su boca y su garganta, a duras penas el chihuahua lo pudo alojar como quería. Era morboso, pero le encantaba chupar ese pene grueso y caliente, suponía que era porque era su Alfa. Soltó mas feromonas y eso hizo que su pareja sacase le el miembro de la boca sentándose y deshaciendo la pose de Furi.

El miembro del Alfa se restregó en las nalgas ajenas y logrando meter la punta, Seijūrō besó dulcemente en su pareja mientras entraba en el ano de Kōki que gustoso lo recibía expandiéndose, como succionándole dentro de sus paredes. Era increíble como parecían encajar tan bien, como tanto sus cuerpos como sus corazones iban al mismo ritmo.

―Te amo tanto...Sei―El calor le hizo moverse buscando más del miembro que en cada embestida parecía tocar su punto sensible haciéndolo desear más y no parar. ―Mas, muévete más...ASI... ¡ah! ¡Que rico! ―Furi se mordió tan fuerte el labio que se lo hizo sangrar y prácticamente se aferro a la espalda de su emperador rasguñándolo fieramente con sus garritas caninas.

―Te amo y te amaré para siempre...

No había que aclarar que el próximo emperador siempre había querido tener así a su prometido, pero nunca pensó que seria mucho mejor de lo esperado. Lanzaba una especie de gruñidos fieros cuando su pareja lo rasguñaba, pero era de excitación. Su cola de león se enredaba en la cintura de su chihuahua como impidiéndole que escapara, mientras sus embestidas eran salvajes, no se contenían en nada esta vez. Iba a preñar a Furihata, sabía que lo haría y era lo que quería.

Quien escuchara oiría una especie de gruñidos y ruidos tan salvajes que pensarían que se estaban matando en vez de haciendo el amor. Así que cualquier sirviente se mantenía alejado. Tenían miedo de interrumpir el acto.

Los dientes que eran casi todos caninos de Akashi se afilaron más y este sintió que pronto acabaría. Tomó de las muñecas a Furihata y llevado por el instinto Alfa lo marcó dejándole la huella que reclamaba a ese Omega como suyo mientras empezaba a eyacular por primera vez dentro de su prometido a quien no soltó hasta que todo su semen estuviera bien adentro de su amado.

Kōki con la mordida de su Alfa termino viniéndose de manera explosiva con un gemido ruidoso abriendo mucho los ojos cuando sintió el semen ajeno llenar sus entrañas. Se sentía bien, muy bien.
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¿Habría posibilidad de un buen final? 

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