Beso.

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Temor por amor.

Ya tenía 17 años. Aún recordaba como le había preguntado al Emperador Masaomi como podía saber si estaba enamorado cuando tenía 15 años, cuando se dejo llevar por las feromonas, donde casi queda marcado por Seijūrō y preñado por este cuando perdió su virginidad.

Sin embargo Masaomi solo le dijo que su propio corazón le daría la respuesta.

Desde ese día Seijūrō y el estuvieron bastante distantes por todo ese tiempo y no lo llamaba seguido a reunirse con él.

En cierto modo eso no le molestaba. Así podía tener una vida relativamente más normal si es que pudiera decirse; ayudaba a su madre. Trataba de ser trabajador para lograr una posición económica al menos estable, aunque ella siempre le decía que era mejor que no trabajara mucho, que, si dependía ella mucho de él, después no podría salir adelante con sus propios esfuerzos.

Además, que no quería encariñarse con su hijo más ya que en dos años seria entregado sin remedio a aquel joven emperador quien lo devoraría, pero eso no se lo dijo.

Furi la verdad sabía que todo terminaría sea como sea de aquella manera, aunque quisiera oponerse y en cierto modo estaba resignado a su destino ¿Qué podría hacer Seijūrō? Ni su padre parecía estar de acuerdo con la ceremonia, pero no se había opuesto tampoco a que su hijo lo devorase hasta los huesos.

Fue llamado muy cerca del día de su cumpleaños a la presencia de Seijūrō, quien le miraba duramente como si el chihuahua hubiera hecho algo muy malo, quiso reclamar, pero ni siquiera estaba seguro de que es lo que podría haber hecho de malo en ese momento. No podría rebatir hasta que el león hablara y ni siquiera estaba seguro si debía hacerlo ya que después de todo Seijūrō era un león y el solo un chihuahua, una presa, alguien solo para ser usado y desechado.

Kōki ¿Por qué siempre soy yo quien tiene que llamarte a que vengas aquí? A pesar de los años que han pasado pensé que al menos tomarías conciencia de lo que somos y también actuarias por tu cuenta sin que te llame para venir. ―Se cruzo de brazos realmente molesto mirando a Furi con esa mirada tan intensa que a Kōki le estremecía de más de una forma.

―Lo siento, es que pensé que podías estar ocupado y no quería incomodarte.

No me incomodas, lo sabes. Quiero que estés conmigo cada vez que sea posible y lo sabes. ―Se acerco más a Furihata para acortar la distancia entre ambos y ver más de cerca sus rasgos.

―Pero Sei no tiene sentido que lo hagamos, de todos modos, me comerás al final, no tiene sentido nada porque solo me quedan dos años de vida.

Akashi frunció el ceño al escucharlo, parecía que su prometido aun no confiaba en sus palabras y la verdad es que entendiendo su punto de vista en parte le daba razón de que desconfiara, pero al mismo tiempo le molestaba que no entendiera que él, era capaz de todo para que no le hicieran nada a Furihata.

―No quiero devorarte Kōki y no lo haré, lo repetiré las veces que sea para que me creas. ―Tomo suavemente las manos de Kōki acariciándoselas suave, miro fijamente a sus ojos inquietos y a sus orejas de cachorro. ― Y te doy mi palabra de honor.

Su voz sonó solemne en aquel cuarto, su pareja había acallado y Seijūrō aprovecho de fijarse en cuanto había cambiado aquel chihuahua en estos dos años, su olor no solo era agradable, sino embriagante de algún modo a su nariz, su cuerpo a pesar de las ropas ya cada vez parecía más definido. Todo Furihata era sumamente cautivador para él, lo quería marcar y tenerlo para siempre consigo, tener a sus bebés y que lo acompañe por siempre.

Ahora estaba la pregunta que le había hecho su padre ¿Amaba a Furihata Kōki? Él pensaba que así era, pero nunca había entendido que era el amor de por sí.

Sin embargo, los latidos de su propio corazón le decían que sí.

¿Y que sentía Kōki por él?

―Lo siento Sei...pero esto se hace imposible para mí. ―Furihata alzo la mirada encontrándose con los ojos de Akashi ―La incertidumbre de lo que pasara me esta angustiando demasiado, en verdad tengo miedo y quiero irme de aquí. Solo quiero que nos despidamos y me dejes partir lejos o que me ayudes a irme.

La mirada de Furihata reflejaba angustia y sinceridad. Aunque también indecisión, una parte de él no quería irse porque su cuerpo, aunque no estaba marcado reconocía ya a Seijūrō como su Alfa y el mismo lo sabía, sufriría al no tenerlo cerca.

―Es imposible Kōki y no lo digo solo por que quiero que te quedes. ―Suspiro. Por su parte oír eso de su chihuahua había sido algo doloroso. ― Mi padre está vigilando cualquier intento de tus amigos y el tuyo de que escapes, para el las tradiciones si o si deben de cumplirse.

―Yo quiero vivir una vida normal ¡Yo no escogí esto maldita sea! ―Furi se arrodillo y golpeo el suelo de impotencia, tenía rabia de no poder escapar de lo que le había tocado, simplemente era demasiado injusto para él.

El futuro emperador lo tomo del rostro y lo miro a los ojos sonriendo débilmente.

―No debí escogerte, pero eres el único con el cual reaccioné cuando era pequeño. ―Se empezó a sincerar con su prometido― Tu olor me trajo un buen recuerdo, pensaba en no elegirte, pero mis celos de que alguien más te marcara de mayor me hicieron hacerlo. ―Cerro los ojos pegando su frente contra la suya. ―No me gusta verte así de angustiado y sobre todo me duele ver que te cuesta creer en mis palabras Furihata Kōki. Cuando te he dicho que lucharé para tenerte vivo y a mi lado, es lo que más quiero. También quiero que alguna vez tengamos niños y una vida plena hasta que nuestras vidas escapen de nuestro cuerpo.

Dicho esto, le dio un sutil beso en los labios, un beso que fue un simple roce, pero que hizo que los corazones de ambos latieran a una misma frecuencia. Furihata y Akashi lo supieron en ese momento al abrir los ojos y separarse levemente para volver a mirarse: Ambos estaban enamorados.

Furihata se aferro al futuro emperador con fuerza para sentir su calor y olor.

―Entonces me enfrentaré a mi destino Seijūrō, siempre y cuando estés a mi lado. 

You are my destinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora