Acercamiento. Alejamiento

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 ¿Era más fuerte el amor o el deseo?


Furihata respiro agitado, mirando fijamente a Akashi que había dicho que iba a poseer su cuerpo. Cosa que lo había emocionado pero también asustado a su vez.

Ahora que se fijaba bien la mirada de ojos rojos del león tenía un deje de lascivia que hizo que inconscientemente separara sus piernas aun sin que este lo tocara.

—Hazlo por favor...—Era la primera vez que el león lo dominaría completamente. Su corazón prácticamente parecía que iba a salirse de su pecho. Pero ¿Amaba en verdad al emperador?

¿Estaba en verdad bien lo que iban a hacer?

No pudo pensar más cuando el emperador empezó a besar su cuerpo. Akashi estaba realmente tentado con marcarlo, sus dientes y todo su cuerpo clamaban que debía dejar su huella en aquel chihuahua que movía las caderas tan sensualmente queriendo ser tomado por él.

Tomó sus pezones de color rosa oscuro y los apretó ligeramente masajeándolos con los dedos para estimularlos y dejarlos lo suficientemente sensibles mientras depositaba besos acercándose de a poco a su estómago recorriendo con la lengua y luego a su entrepierna que prácticamente latía buscando atención. Dio una ligera lamida al pene de Furihata muy cerca de la punta y este último no pudo más ante ese estimulo húmedo y cálido, pues era la primera vez que lo sentía en esa área tan sensible y terminó viniéndose en la cara del futuro emperador.

—Lo...lo siento—Dice apenas si recupera el aliento, hace rato que su cuerpo estaba sobreexcitado. Sin embargo Seijūrō toma el líquido de Furihata y lo lame como si fuera algo delicioso hasta sacarse todo el resto de semen que tenía en el rostro.

—Esto solo me da más ganas de poseerte Kōki—Tomó de nuevo el miembro del chihuahua que había perdido temporalmente la erección y lo volvió a lamer pasando su lengua por toda la extensión masajeando de una manera en que el chihuahua volvió a quedar erecto rápidamente.

Pasaba las manos sobre los muslos mientras se metía a la boca para succionar la extensión de su Omega. Se movía de modo en que el pene se restregara contra la humedad de su lengua húmeda y caliente sacando fácilmente ruidos de placer de su compañero.

—Por favor...yo quiero que sigas dentro de mí—Dijo Furi en un susurro ronco y sensual entre las atenciones que le daba su Alfa. —Márcame Seijūrō.

—Tan desesperado que estas— Aunque a decir verdad desde antes de que el chihuahua le abriera la puerta tenía una erección debido al delicioso olor que emitía este que era tan potente como un afrodisiaco, que solo había hecho más grande y volverse casi dolorosa por el deseo incontrolable de poseer a aquel chico a cada gemido, suspiro y rostro increíblemente sensual que ni siquiera el mismo Furihata podría adivinar cuánto provocaba en él.

Se deshizo del resto de la ropa de Kōki y lo colocó encima de esta mientras se desnudaba rápidamente haciendo que Furihata sintiera mucho más humedad en su parte baja solo por esa piel desnuda, necesitado solo de sentirle cuando vio la erección del león.

Seijūrō beso a Furihata de manera sorpresiva, pues en todo ese momento jamás le había dado un beso. Ambos se miraron con la cara un poco roja y volvieron a besarse, ya no eran unos niños y podían ir más allá que un simple beso, así que se besaron reiteradamente, con fogosidad, juntando sus lenguas, acariciándose con ellas, explorando la boca del otro. Querían tocarse y eso fue lo que hizo Kōki sin que se lo sugirieran, tocar el pectoral bien formado de su Alfa mientras este restregaba su miembro erecto contra el trasero del chihuahua mientras dejaba huellas de besos en su cuello. Este último volvió a contonear sus caderas buscando la penetración casi desesperado por sentir más, Seijūrō decidió no hacer esperar más a ninguno de los dos y apuntó con su carne caliente a sus entrañas, sintiendo ambos una rara sensación mientras recién iba entrando la punta, Furi la sentía enorme para su pequeño agujero, pero le estaba gustando, quería que entrara todo, que lo destrozara y que marcara su cuello, sentirse un verdadero Omega de ese Alfa, del futuro emperador...cerró los ojos para disfrutar la deliciosa sensación y luego todo se volvió negro.

Cuando abrió los ojos no estaba Akashi allí y él estaba cubierto por sus propias ropas como si fueran sábanas ¿Qué rayos había pasado? ¿Por qué no estaba Seijūrō con él? Y sobre todo ¿Habían alcanzado a hacerlo? Al parecer no, porque no se sentía nada diferente. Se tocó así mismo, aún tenía el celo pues su cuerpo aún estaba hipersensible.

Miró a su cuerpo, no le dolía nada solo duraba el calor de su cuerpo, el cual tuvo que consolar con caricias desesperadas.

Seijūrō no volvió más después de ello.

¿Acaso se había arrepentido de estar con él? Era lo más probable.


Nunca habían hablado de amor entre ambos, pero cuando Seijūrō le había besado pensó por un momento que un sentimiento en común les unía. Pero solo el olor de ambos les había atraído a casi unirse. Como había deseado unirse a él, a que el nudo se produjera y sentir el semen caliente ajeno en su cuerpo, quería sentirlo.

Quería a Seijūrō, lo deseaba. Pero estaba seguro que no lo amaba. Y tenía la impresión de que el sentimiento era mutuo.
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No había querido hacer eso de verdad, pero no iba a dejar que ese par de adolescentes se adelantaran al proceso, si se unían era más probable que la muerte de Furihata estuviera prácticamente firmada. Masaomi había intervenido entrando silenciosamente al cuarto donde estaban los amantes y les había hecho perder la consciencia encerrando luego a su hijo en una habitación.

Quería impedir de alguna manera que el joven chihuahua muriera.

Y si este quedaba embarazado antes, cuando Seijūrō cumpliese los 19 años y se convirtiese en emperador debería iniciar su imperio con la muerte de Kōki.










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