Capítulo Quinto

13 0 0
                                    

Cuando Aris volvió de las duchas, Lion aún estaba repantingado en su puf favorito, mirando una sitcom en la TV. A Aris no le hizo ninguna gracia que actuara como si estuviera en la casa de su mejor amigo, pero después de todo lo que había sucedido, no quería exactamente, ponerse histérico intentando que levantara su trasero de allí y se largara. No luego de haber acabado en su boca, no obstante a Lion parecía no molestarle en lo absoluto.

Había tenido tiempo para pensar mientras intentaba fregar la suciedad que sentía en las mismas raíces de su ser, con una esponja, pero todavía no podía procesar nada. Simplemente se sentía sobresaturado y ni siquiera el agua fría cayendo durante una hora sobre él pudo calmarlo del todo.  Los pensamientos iban y volvían, sin poder atraparlos el tiempo suficiente como para analizarlos. Una y otra vez se veía interrumpido por las imágenes de lo que había hecho. De lo que le habían hecho.

De cómo se había sometido prácticamente sin resistirse.

No podía negarlo completamente, lo había disfrutado, al menos la parte física. Pero esto de pensar… realmente se estaba convirtiendo en una tortura. Al final se concedió un día de permiso para no pensar seriamente en nada, pues la cabeza comenzaba a darle vueltas. Simplemente se dejó ser, ya lo había hecho una vez y en el estado en que estaba, no le costaría mucho hacerlo de nuevo.

Colgó la toalla húmeda en un gancho en la pared y paso por al lado de Lion sin mirarlo, tratando de convencer a su mente que en realidad no estaba allí. Pero claramente no se lo iba a hacer sencillo.

- Tardaste mucho… debes ser un chico muy, pero que muy sucio Ari. – Dijo con sorna, exhibiendo una sonrisa de lado que irrito sumamente a Aris, además del hecho de que lo seguía llamando Ari. Ese hombre era frustrante.

- Aris… No es Ari, es Aris, con una ese, ¿Es que no te entra en esa cabeza hueca que tienes? -  No solía ser tan agresivo, pero no sabía cómo comportarse alrededor de Lion, si todo lo que hacía era para provocarlo, en uno u otro sentido. Se sentó en frente de su portátil y abrió el archivo con los apuntes de Historia. Ya se había retrasado mucho, de modo que tenía seguramente, una larga noche privada del sueño por delante. Además le vendría bien concentrarse en otra cosa que no fueran las piernas de Lion apoyadas en su repisa de madera. Pero Lion no se la haría tan fácil, apenas habían pasado unos minutos cuando le volvió a interrumpir sin ninguna culpa.

- Ari me gusta más, es más fácil de pronunciar. Aaariiii… - Alargó las sílabas regodeándose de la cara de pocos amigos que le dirigió el susodicho. Pero no le importaba, molestarlo era muy divertido, además de que ciertamente, el siempre hacía lo que se le venía en gana. Los problemas eran de esperarse cuando quieres llevarte la vida por delante, pero era un pequeño precio que estaba dispuesto a pagar por el placer de no obedecer a nadie que él no quisiera, o que no le pagara lo que él consideraba justo.

- ¡¿Por qué no te largas de una vez?! Tengo que estudiar y tú ya obtuviste lo que querías de mí, ¿O me equivoco? – Le espetó con un ademán bastante grosero, y giró su silla para no tener que mirarle. Maldecía en voz baja, intentando por todos los medios no dejar que le ganara y acabase con su paciencia, si es que aún le quedaba algo.

- ¿Lo que yo quería? Disculpa Ari, pero todo eso estuvo lejos de ser lo que yo quiero. Simplemente te dejé escapar. Créeme que si hubiese sido por mí, tú no te podrías levantar de la cama en una semana, bebé. Y aun así querrías más, siempre quieren más. – Se incorporó y se acercó a Aris, girando su silla para mirarlo a los ojos. Su mirada cristalina, casi blanca se clavó en la suya propia y allí encontró de nuevo los nervios, la agitación, el miedo… y un leve atisbo de excitación. Lion no podía estar más complacido con su pequeño cordero. – No me conoces Ari, así que te conviene no provocarme si realmente planeas asistir a clases esta semana, o siquiera poder sentarte, no sé si me entiendes… - Acercó su rostro tanto que Aris no pudo hacerse más hacia atrás, entonces lentamente, le lamió el labio inferior con la punta de la lengua. Sintió como se estremecía ligeramente, y entreabría los labios para soltar un suspiro. Entonces tomo su oportunidad para atacar. Atrapo esa boca con la suya propia en un beso profundo para el que no pidió permisos, simplemente se adueñó de todo.

Ojos de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora