Capítulo Décimo Segundo

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- Hola, ¿Me comunico con el celular del señor Aris Heart? –

- Si, el habla.

- Buenas tardes, señor Heart, hablo de parte de la oficina del Señor D’Averza. Ustedes intercambiaron datos en la fiesta de cumpleaños del Señor Heart, padre. Me comunico con la intención de concretar un encuentro entre Usted y mi jefe. Tenemos un gran interés en algunos de sus manuscritos, de modo que querríamos arreglar una cita para discutir una posible publicación. –

- ¿Có… cómo? Lo siento señorita, no entiendo… ¿El señor D’Averza no trabaja para la compañía rival de Ediciones Heart? –

- En sí su trabajo es autónomo, pero efectivamente la mayoría de sus grandes proyectos han sido publicados por Ediciones Stellar. –

- Entonces por más honrado que me sienta, no creo que eso sea posible. Yo solo publicaré en Ediciones Heart, aunque tenga que esperar un poco más. Gracias por el ofrecimiento. –

- Oh… -

Sarah se sintió extremadamente incómoda, si no conseguía esa cita, Lorenzo seguramente la despediría sin miramientos. Nunca nadie había rechazado una oferta de su oficina, así que no sabía qué hacer, tenía que pensar algo rápido o estaba condenada a vagar de nuevo por el distrito de oficinas mendigando un trabajo digno.

- Señor Heart… ¿Lo puedo llamar Aris? Es un hermoso nombre. –

- Si claro, señorita… -

- Sarah, mi nombre es Sarah –

- Bueno Sarah, usted también tiene un nombre muy bonito… ¿Me quería decir algo más? –

- Si, por favor acuda a la cita. Mi jefe realmente quiere hablar con Usted con la mayor antelación posible. Si es que acaso quiere rechazar su oferta, creo que lo más considerado sería decírselo en persona, de otra manera me pone en una situación delicada, señor Ari, si es que me entiende… -

-Creo que la entiendo, bueno, en ese caso no se preocupe Sarah, dígame cuando y donde, que yo asistiré. –

- Muchas Gracias Señor Aris, se lo enviaré en un mail. Que tenga buenas tardes entonces, adiós. –

- ¡Adiós! -

A Sarah solo le faltaba limpiarse el sudor de la frente, había tenido que recurrir a un truco muy bajo como el de dar pena para que accediera a la reunión, pero al menos había cumplido su tarea. Tomó los papeles que habían llegado hacía unos minutos por fax y se dirigió a la oficina de Lorenzo.

Si tenía que ser sincera lo detestaba. Con aquel aire amenazante, la hostilidad de su voz, la forma en que trataba a todo el mundo como si fuera escoria inferior… pero obviamente a ella no le pagaban por ser sincera, le pagaban por hacer las cosas que se le pedían y nunca preguntar ni discutir. Punto, ese era su trabajo.

- ¿Puedo pasar Señor? – Preguntó golpeando suavemente la puerta de acero y vidrio que separaba la oficina de la recepción donde ella trabajaba.

- Adelante. Espero que tengas buenas noticias. – Simplemente de oírlo, aunque no dijera nada amenazante, se sentía como si se hubiera sentado a declarar en un juicio por su inocencia.

- Claro, Señor. Me comuniqué personalmente con Aris Heart y me complace decirle que aceptó reunirse con usted a la brevedad. Solo necesito que me diga que día y lo citaré aquí, solo necesito revisar su agenda… -

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