Capítulo Vigésimo Primero

2 0 0
                                    

Por suerte tenía su inhalador, de no ser así, no podría decir que hubiera sucedido. Después de que la ambulancia vino por Lion, el mismo tuvo un colapso nervioso como no había tenido en semanas. Y el ataque de asma no se hizo esperar. Todos corrieron a su alrededor, insistieron en que la ambulancia se lo llevara también, pero él se negó como pudo, no iba a regresar al hospital, no cuando tenía que cuidar de Lion.

Cuando todo se calmó, y después de haber rogado una y otra vez a su padre que lo llevaran a verlo y obtener una negativa cada vez, se volvió a la casa con Sam. Tenía miedo y se sentía impotente, pero extrañamente vivo. Todo ese tiempo podría perfectamente haber sido un limbo, donde todas las sensaciones habitaban y el tiempo transcurría, pero uno estaba desconectado del mundo, de la vida, de los seres humanos a su alrededor. Y esperaba. Antes no sabía que estaba esperando, pero ahora, después de haber visto a Lion… lo estaba esperando a él. A que reapareciera, a que le diera un sentido a su vida, a que le diera una dirección en la cual empezar a caminar, un motivo para recomponerse. 

Viajaron en silencio, Aris todavía sentía acelerado el corazón.

Cuando llegaron. Sam lo quiso ayudar a bajar, pero Aris le empujó con desgano para que le dejara solo. Sam no tenía la culpa de que no pudiera ir a ver a Lion, pero era el único que estaba cerca.

Entraron a la casa y Aris se dejó caer sobre el primer sillón que encontró.

- Aris… Sé que no estás bien, no te voy a preguntar eso… pero no quiero que te hagas daño con esto. Tú sabes que no es tu culpa… - Sam se le sentó al lado y él se corrió unos centímetros para no tocarlo, el contacto le ponía nervioso.

- Si lo es… yo le abandoné. – Dijo simplemente, con la voz quebrada por el esfuerzo de no llorar.

- Mira, quizás no deba decirte esto… pero él sufrió algo como lo que tú sufriste… cuando era pequeño su padrastro abusó de él, mi padre me lo dijo cuándo chequearon su informe. Creo que eso fue lo que lo alteró tanto, volver a vivirlo… no solo porque eras tú, no quiero que te culpes, tú no tenías manera de saberlo… - Le puso una mano sobre la suya, pero Aris reaccionó instintivamente poniéndose de pie y alejándose, con la mirada horrorizada. Cuando entendió lo que había hecho intentó calmarse.

- Lo... lo siento sabes… que no es por ti… Y no sabía eso de Lion… con más razón tengo que estar con él, me necesita. – Se encaminó hacia la puerta, pero Sam se interpuso en su camino.

- No. Mi deber es cuidar de ti y no puedo dejar que te expongas así… apenas puedes contigo, no estás listo para cuidar a otra persona Aris. – Sam muy a su pesar lo tomó del brazo. Se estremeció y busco soltarse,  pero su amigo no aflojó el agarre. Sin querer su cuerpo comenzó a temblar, y fogonazos de recuerdos atosigaron su ya extremadamente frágil psique.

- Suel… ¡Suéltame! – Le gritó en algo que sonaba bastante a un ruego. Pero no estiró ni hizo ademan alguno. Estaba paralizado.

Solo entonces Sam lo soltó. Aris se dejó caer al suelo, hiperventilando como el peor, y sin poder siquiera mirarlo a los ojos, estaba demasiado asustado.

Sam se acuclillo a su lado.

- No quise ponerte así, pero es un golpe de realidad Aris, no puedes ir con el ahora, no estás listo. Imagina si quiere abrazarte, o lo que sea... tu no podrás soportarlo, no al menos por ahora. Si quieres estar para él, debes primero sanar tú, y deberías empezar por ser sincero con tu psiquiatra. Ahora te daré espacio, estaré en la cocina si necesitas algo. – Le depositó un beso en la coronilla lo más suave que pudo, y le dejó respirar. Sabía que de la única manera en que se calmaba era si estaba solo y no le molestaban ni le atosigaban.

Ojos de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora