Prólogo.

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Los discípulos de la secta Lan caminaban rápido de un pasillo a otro, entrando a la biblioteca o desapareciendo por los caminos de piedra hasta llegar a otros lugares esfumándose de los ojos de cualquiera. Parecían hormigas al perder por completo el rastro de sus compañeras. Y Lan QiRen ya no sabía qué hacer.

Entre las cuatro mil reglas que se ilustraban en las piedras gigantes dentro de sus tierras, estaba claramente escrito que los secretos, rumores y habladurías estaban profundamente prohibidas. Pero, una vez más, se le restregaba en la cara que las reglas no siempre eran cumplidas. Las noticias se esparcían como llamas rojas, brillantes en fuego devorando los verdes paisajes sin piedad alguna. Todo se estaba incendiando ante sus ojos y no podía apagarlo, no con facilidad. 

Exasperado, caminó entre los pasillos de piedra inmaculada, brillosa y suave al tacto, directo al sector médico de Gusu. Verlo caminando con la espalda recta, ese rostro serio y tan tranquilo solo te gritarían a la cara que se trataba de una fachada. Su miedo lo abrazaba y el terror lo carcomía por dentro, las cosas estaban mal, estaban marchando mal. 

Solo poner un pie sobre la madera le confirmó su más grande temor, ver a WangJi arrodillado frente a la puerta cerrada, con la cabeza baja y la mirada perdida eran el reflejo de cuando siendo niño, se quedaba ahí, esperando por una puerta que jamás se abriría. Era muy parecido, no iguales, pero era el mismo dolor dentro de su pecho. 

Si no escuchaban los gritos era más que nada por los talismanes silenciadores pegados por todo el lugar. 

—WangJi.

Tardó segundos en reaccionar, moviendo la cabeza ligeramente para poder mirarlo desde abajo porque no se levantó de la madera. Cansado y masacrado, esas bolsas oscuras bajo sus ojos que solo le hacían querer sentarse a su lado y abrazarlo, prometerle que todo estaría bien y que no tuviera miedo. 

Pero eso sería mentirle.

—¿Cómo se encuentra?

Negó con la cabeza, regresando la mirada a las maderas frías. Eso dijo todo y Lan QiRen no quería presionar más con el tema porque conocía el dolor por el que estaba pasando, uno que lo quería ahogar muy dentro de sí para jamás soltarlo.

—Wei Ying lo está tratando. 

No era particularmente cercano a Wei WuXian, es más, no tenía ninguna relación cercana más allá de ser familia política. No era de asombrarse el saber que ambos tenían roces complicados, diferencias que jamás terminarían de congeniar, más aún teniendo en cuenta el camino al que acabó inclinándose. Pero, en ese momento, estaba agradecido por tenerlo ahí.

Después de que la medicina de Gusu Lan fracasara como nunca antes lo había hecho, la única opción que había rozado a lo más lógico por hacer fue tratar fuego contra fuego. Energía resentida con energía resentida, tal vez de esa manera Wei WuXian lograría llevarse parte de ese mal y dejar por lo menos un poco de cordura en Lan SiZhui. 




AlexG.

Tu-tu-tu-tú [MDZS].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora