23| Único y mágico

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MILÁN

Decidí que era tiempo de dormir, por lo que me levante de la cama y me dirigí al closet, Mazklan se había encargado de mandar a colocar pequeñas etiquetas en donde se encontraban las cosas, recorrí una puerta en donde decía "pijamas"

No era lo que esperaba, el día de ayer me dormí con la ropa con la que había llegado y la que Mazklan se encargó de comprarme antes de venir.

Encontré unos pantalones de pijama muy gruesos y calientitos, esos debían de ser para el invierno, tomé unos, dejando de lado los camisones muy... reveladores.

Pero cuando me coloque los pantalones, me quedaban muy apretados, el resorte apretaba.

—Creo que ya se porque hay muchos camisones— me susurré, solté un suspiro y me resigné, tomé el camisón más... conservador que encontré.

Me quedaba a mitad de las piernas, aunque era muy cómodo, sentía mis mejillas arder.

—Me pregunto cómo era realmente para usar todos esos camisones— solté un suspiro y salí del closet, cuando levante mi vista, Mazklan me miraba con los ojos muy abiertos, trate de bajar un poco más el camisón, pero era imposible.

—Hey, te ves hermoso, y no debes sentir pena, somos esposos y vamos a tener un hijo, ¿te dice algo eso? — rio mientras se acercaba a la cama y se dejaba caer en esta.

Yo solo carraspee ante la incomodidad, pero camine los pasos que me faltaban para quitar las sabanas y meterme dentro de estas rápidamente.

—Buenas noches— susurré antes de colocarme en la mejor posición para dormir, no la encontraba, como el día de ayer, era muy incómodo con mi enorme vientre, en el catre del remolque tenía una almohada como apoyo, pero siento que, si la pongo aquí, Mazklan pensara que no quiero estar cerca de él. Fue cuestión de segundos cuando sentí sus manos girándome y tomando una de mis piernas para pasarla arriba de las suyas.

—Esta era tu posición para dormir— me susurró.

Mi corazón palpitaba muy fuerte, tanto que se quería salir de mi pecho, mordí mis labios y murmuré un gracias.

Mi rostro lo hundí en su pecho y cerré mis ojos.

Fue cuestión de minutos para que no fuera consciente de nada y solo mis sueños me atacaran.

"—Milán, baja de ahí, tu madre nos regañará—

—No pasa nada papá, mejor toma— dije mientras le lancé un objeto, que más tarde corte otro del pequeño árbol en el que estaba —Prueba los duraznos, están deliciosos— sonreí y miré al pequeño lago mientras estaba arriba del árbol.

—Milán, baja de ahí— sonreí y bajé corriendo cuando reconocí la voz de mi madre"

Desperté con un sabor en la boca.

Quería duraznos.

Me levanté de la cama y tratando de no despertar a Mazklan me dirigí a la enorme cocina, abriendo la enorme nevera y encontrando fruta ahí, pero no duraznos. Me giré y en la encimera noté que había un frutero y estaba lleno de duraznos.

Agradecía a la persona que comía muchos duraznos en esta casa, comí alrededor de tres duraznos y cuando regresé a la cama, lo hacía más satisfecho y con una sonrisa.

Me desperté por los susurros de alguien, ese alguien era Mazklan que se encontraba hablando por teléfono.

Era algo relacionado con plazos y permisos, cuando termino, se dio cuenta que ya estaba despierto.

MAZKLAN +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora