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MILÁN

—Solo serán unas horas, pero por favor, cualquier cosa, llámame— dije mientras me despedía de mi bebé que estaba en las manos de Mazklan, el cual asentía ya cansado de tantas veces que le decía como cuidar de Mazlan.

—Ve sin cuidado amor, y por favor, no te separes de los guardaespaldas— dijo mientras me daba un beso, era muy de madrugada, pero si quería llegar a mi pueblo al amanecer tenía que irme ahora.

—Te amo— dije mientras regresaba el beso.

—Te amo— respondió.

Entré en el jet y me abroché el cinturón para después de varias horas de vuelo y de carretera, al fin llegar al pueblo que me vio crecer.

Venía porque tenía que revisar algunas cosas de la cafetería, además de ver las remodelaciones finales ya que había ampliado el área, y como olvidar que en la noche de regreso tenía que llevarme a Alexandro y su familia.

Tuve que apresurarme lo más que pude, hable con el gerente que había dejado a cargo de esta cafetería y me tuve que llevar algunos papeles como nóminas, permisos que tenía que firmar y más cosas.

Para cuando salí de la cafetería, ya por la tarde, observé que Alexandro ya se encontraba afuera con sus padres y su esposa e hijo.

—Milán, Salkova me informa que iremos en la camioneta— asentí mientras apagaba mi tableta y pasaba la galleta que venía masticando.

—Ustedes váyanse en la camioneta, yo me iré en el auto con Salkova y Drake— Salkova le dio las llaves y me abrió la puerta para que subiera al auto. Decidí dormirme en el transcurso al aeropuerto, para cuando me despertaron, ya estábamos en la pista y el sol ya estaba comenzando a ocultarse.

—Señor— Salkova me tendió una bolsa de papel, a leguas sabia por el exquisito olor que era una hamburguesa.

—Por eso eres de mis favoritos Salkova— dije mientras sonreía y caminaba a las escaleras del jet.

—Milán, muchas gracias por todo esto que estás haciendo por nosotros— dijo el señor Peeta.

—No se preocupe señor, es un bien para su recuperación— le sonreí mientras de reojo miraba como Alexandro subía sus maletas.

—Supongo que este Jet no es tuyo— dijo Mía mientras me miraba de arriba abajo.

—Mía, solo cállate y sube— Dijo Alexandro mientras llevaba su última maleta y mi maleta de mano que Salkova le había dado, ya que Salkova fue por los papeles de los arrendamientos de los autos.

Ella solo rodo los ojos y los padres de Alexandro me sonrieron de manera incomoda, le reste importancia y me acerque a Salkova que ya venía con los papeles para que los firmara.

Luego de unos minutos subí al jet y decidí restarle importancia por si a Mía se le ocurría hacer ese tipo de comentarios nuevamente, solo me enfrasqué en trabajo, ya más tarde simplemente guardé todo para aterrizar.

MAZKLAN

Cuando Milán se fue, regresé a casa con Mazlan en manos, dejé mi día de trabajo y me la pasé con mi bebé todo el día.

Justo cuando Mazlan se durmió, Milán me mandó un mensaje informándome que ya estaba de regreso y ya venía saliendo del aeropuerto, eso calmo un poco mi alma, pues a raíz de lo que sucedió la ultima vez, es la primera vez que viaja solo, decidí que lo mejor sería llevarse a Salkova, termine de teclear el documento que más tarde entregaría a Milán, pues era para un permiso especial, iba a construir un café en donde hubiera guardería para mascotas, la idea ya la tenía, pero se arraigo más cuando a la cafetería a la que estaba acostumbrado cerro repentinamente por la muerte de su dueño, entonces fue a otra y no lo dejaron pasar con Lucifer ni Miguel.

MAZKLAN +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora