¿Curiosidad?

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Narrador omnisciente;

Jennie fue realmente amable en tomar la decisión de cuidar de Leo, el muchacho se mantuvo en todo momento en un completo silencio absorto en sus propios pensamientos mientras que sentía como la coreana deslizaba un húmedo algodón por sus mejillas y pestañas intentando limpiar el evidente rastro de maquillaje corrido. El joven suspiró volviendo a parpadear, se quedó inmóvil observando la manera en que aquellas orbes oscuras le estaban analizando, la chica se veía preocupada, y Leo sabía el por qué, pero no quería hablarlo, no quería aclarar la duda que estaba alojada en la mente ajena, porque le aterraba que ella se entrometiese más de la cuenta.

Jennie mordisqueó su labio inferior levantándose del pequeño sofá que componía su humilde hogar, ninguno de los dos fue capaz de ingresar a las aulas luego de lo sucedido en aquel minúsculo baño, la coreana mantenía buenas calificaciones así que podía tomarse el lujo de perder un día de estudio, mientras que Leo, él estaba lo suficientemente preocupado por si mismo como para prestar atención a su futuro incierto.

El pelinegro volvió a suspirar recostando su espalda contra el respaldo del sofá, se sentía inquieto en aquel desconocido lugar, temía que alguien más llegase y comenzase hacer preguntas que él, sinceramente no era capaz de responder, le asqueaba el tener que presentarse como Lisa, el tener que sonreír para demostrar amabilidad.

La coreana tomó los objetos que había utilizado anteriormente para liberar el rostro femenino del muchacho de aquella pintura que lo hacía sentirse humillado, en silencio se alejó de la habitación principal causando que los músculos del pelinegro se contrajeran de la sola idea de estar a solas en un lugar que no era su zona confort.

De repente, para la desgracia de Leo, la puerta principal se abrió, causando que las voces ajenas no tardaran en llenar el silencioso lugar. El tailandés tragó saliva levantándose por instinto del sofá para luego prácticamente correr en dirección de la cocina, intentando esconderse como si de un ladrón se tratase.

El muchacho se mantuvo completamente tenso viendo por el borde de la entrada de la cocina como un chico de cabello rubio de gran estatura invadía la habitación principal siendo acompañado por un gran números de muchachos vestidos casi de forma idéntica. Leo sintió su cuerpo relajarse al ver un rostro conocido; ahí estaba BamBam, con su típico rostro embarrado por el sudor y la tierra, con su cabello revuelto y la ropa completamente ensuciada.

El tailandés al reconocerle no dudo en salir de su escondite adentrándose de forma valiente hacia la habitación principal, el bullicio que anteriormente había estado presente rápidamente se detuvo quedando el lugar en un completo silencio.

Leo apretó sus labios manteniendo su cabeza agachada, con cierto temor alzó su mentón sintiéndose intimidado por todas las miradas fijas en su cuerpo. Le veían como si fuese parte de un ganado; él se sentía como el cordero atrapado en una manada de lobos hambrientos.

Para su suerte BamBam empujó a un par de sus amigos logrando que estos parpadearan completamente conmocionado por su cuerpo. El alto castaño se acercó hacia el menor envolviendo de forma protectora su brazo sobre sus hombros teniendo el instinto de presionarlo contra su pecho.

Leo suspiró, a pesar que anteriormente alguien más le había agarrado de esa forma, esta era la primera vez en el día que se sentía verdaderamente seguro y cómodo bajo los brazos de un cuerpo ajeno. El chico por instinto presionó su mejilla contra el hombro del mayor sintiendo su palma adherirse contra sus omóplatos.

—Wow... oye BamBam, nunca nos comentaste que tu hermana estuviese tan buena—exclamó uno de los muchachos causando que el mencionado apretara su mandíbula mientras que veía como Mino no tardaba en golpear con su palma abierta la nuca del osado burlón.

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