Miedo y Equivocación

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Narrador omnisciente:

Leo apoyo sus palmas contra sus muslos sintiéndose asfixiado por el cinturón de seguridad, el chico se mantuvo silencio observando y escuchando atentamente como BamBam nuevamente comenzaba a cantar agitando su cabeza al ritmo de la música causando que sus cortos mechones de pelo golpearan sus pestañas. El muchacho se veía animado, mas animado de lo normal, y eso causaba que el pelinegro se sintiese completamente confundido; Desde que habían abandonado el hogar de los Kim, BamBam se había estado comportando peculiarmente extraño. El tailandés apretó sus labios deteniendo todo impulso de querer hablar, se reprochó en su mente por querer preguntar algo que realmente no era de su incumbencia, pero la curiosidad lentamente lo consumía; él no era tonto, él era capaz de ver la manera en que BamBam observaba a Jennie, como sonreía cuando la chica posaba por un par de segundos sus ojos en él, y realmente quiso saber si sus sospechas eran reales, porque Jennie era agradable, amigable con él, pero es lesbiana, pensó mordiendo su lengua ante las palabras de la chica rebotando en su cabeza.

Por impulso el pelinegro volvió a posar sus ojos en el alto castaño, pobre BamBam, pensó entristecido teniendo rápidamente la necesidad de que el mayor no tuviese sentimiento por la coreana; Leo no quería verlo consumiéndose por el dolor de un amor no correspondido.

El castaño giró su rostro en el instante que sintió la mirada del menor, provocando que el pelinegro no dudara en volver a posar su mirada en dirección de sus muslos. Con curiosidad alzó una de sus cejas intentando comprender la silenciosa actitud del muchacho; Leo le causaba una verdadera incertidumbre, desde que él nació, siempre hubo algo que logró llamar la atención del mayor. Quizás era su manera de mirarlo, la seriedad en ese oscuro color, su rostro inexpresivo, quien lo viera pensaría que Leo carecía absoluta emoción, pero la realidad de las cosas, era que el muchacho tailandés poseía tantas emociones que lograba agobiarse por completo.

BamBam suspiro estirando la mano que mantenía apoyada al rededor del volante para presionar su palma sobre la mano ajena. Leo confundido alzó su mentón observando con curiosidad como el castaño simplemente sonreía indicándole con aquella simple acción que no estuviese más preocupado.

—¿Estas bien?—cuestionó BamBam con aquella suavidad que lo caracterizaba. Con una dulzura completamente naciente de su personalidad, demostrando en actitud y acción lo mucho que le importaba el pequeño pelinegro.

¿Estoy bien? Se preguntó el menor en sus pensamientos alzando sus comisuras para indicarle que si lo estaba; aunque el no estaba del todo seguro que así fuese.

—No te preocupes—comentó Leo con calma intentando relajar sus hombros mientras que sus delgados dedos se deslizaban por la tela del cinturón; el chico estaba agobiado, debía admitir que le aterraba ver a su madre.

BamBam asintió de forma distraída escuchando atentamente su teléfono, el chico mantuvo su mirada al frente, fija en la carretera, mientras que el sonido predestinado de llamada lograba mezclarse con la música de fondo. Leo jugueteó con el borde del cinturón hasta que el sonido logro incomodarlo por completo, rápidamente el chico se inclinó tomando entre sus dedos el aparato tecnológico, su corazón se estrujó al leer el nombre de su madre iluminando la pantalla, el chico ligeramente angustiado deslizó su dedo pulgar aceptando la llamada, se mantuvo en silencio presionando el altavoz para que el mayor fuese capaz de oír la voz de su progenitora.

Cariño, ¿Cómo ha estado tu día?—la suave voz de su madre rebotó en el interior del vehículo causando que el castaño apretara sus labios estirando su mano para bajar la música.

—Ha estado bien, ¡Hasta he ganado el partido con los leones del instituto Hillen!—contestó el muchacho sonando completamente emocionado, siendo completamente capaz de oír como la mujer le respondía con su tan conocido "Estoy orgullosa de ti"

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