Felicidad.

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Narrador omnisciente:

Luego del juicio Marco se acercó al pelinegro felicitándolo por su valentía y por hacer que ganaran el juicio, todos estaban en el departamento de los hermanos Manoban a excepción de la familia Kim que habían vuelto a su hogar siendo consciente que ese momento era un tema más personal.

El hombre mayor dejó su chaqueta sobre el respaldo del sofá a la vez que remangaba su camiseta hasta los codos, Marco se mantuvo sereno siendo consciente que Soohyun no le quitaba los ojos. Leo y Rosé estaban sentados en el sofá, el pelinegro veía de vez en cuando las interacciones de su progenitor con Yeji, para luego simplemente centrarse en la forma en que su novia mantenían en sus brazos a la pequeña Heejin que dormía completamente ajena a lo que sucedía a su alrededor. Soohyun se cruzó de brazos en el momento que escuchó a su cuñado carraspear, el pelinegro miraba de forma desafiante como Marco sonreía divertido por lo tenso que estaba. Sin siquiera dejar de mirarlo el adulto caminó hacía su hermana menor, en silencio estiró su brazo sintiendo los delgados dedos de Yeji envolviendo su palma aceptando el contacto.

—Gracias por cuidar de mi hijo...—habló el mayor con calma causando que Leo alzara su mentón posando sus ojos en la forma en que BamBam se cruzaba de brazos confundido. Ambos chicos giraron sus rostros manteniendo su mirada puesta en la manera en que su progenitor sonreía dando un paso hacía atrás—pero ahora me toca a mi cuidar de él, así que si quieres volver a Texas no tengo problema alguno—comentó causando que Yeji comenzara a reír sacudiendo su cabeza en negación, provocando la confusión en su hermano y el miedo en el pelinegro—¿Qué es lo gracioso?

—Qué crees tan estúpidamente que Leo se quiere quedar contigo—admitió Yeji encogiéndose de hombros para luego simplemente girar su rostro al observar cómo su hijo mayor se levantaba del sofá atento a cada mirada puesta en su persona—Leo es mi hijo, lo cuidé y lo protegí como uno de los míos, y no lo dejaré a aquí, para que siga sufriendo—aclaró deslizando su palma por la espalda del castaño en el instante que este se ganó a su lado—no lo cuidaste en veinte años, ¿Y ahora lo harás?—cuestionó con ironía.

—Es mi hijo—replicó Marco dejando en exhibición lo molesto que estaba—¡Todo lo hice por él!—bramó con rabia dando un paso en dirección de su hermana menor observando cómo su hijo menor no tardaba en ponerse en medio impidiendo que tuviese la oportunidad de tocar a Yeji—Leo...

—Soy mayor de edad, puedo tomar mis propias decisiones—aclaró el pelinegro intentando no verse intimidado por la forma en que el mayor se le había quedado viendo—no pertenezco aquí, mi felicidad está en Texas...—admitió relamiendo sus labios dando un paso en dirección de su padre esperanzado de escuchar algo bueno salir de su boca—si quieres... si quieres puedes mudarte allá con BamBam—susurró deseando escuchar un sí de su parte, pero su progenitor simplemente se rió de él.

—Eso es una estupidez—habló el mayor sacudiendo su cabeza, para luego simplemente caminar hacía el sofá tomando su chaqueta—¿Te quieres ir? bien, lárgate, pero luego no vengas buscando ayuda—y ahí estaba Marco, el hombre que tanta indiferencia le brindó.

El pelinegro lo observó marcharse. Rápidamente BamBam se puso de pie, el muchacho caminó hacía Leo presionando su palma contra su hombro derecho manteniendo una sonrisa serena.

—Si quieres que viaje contigo, yo lo haré—admitió el peligris sintiendo como Leo lo abrazaba con todas sus fuerzas. El mayor suspiró al sentir que, a pesar de todo su hermano aún confiaba en él, y eso le alegraba porque significaba que aún tenía tiempo para mejorar las cosas entre ellos dos—tengo dinero—comentó en dirección de Yeji—pudo alquilar un departamento... solo debo sacar los papeles para poder transferirme de universidad, y viajaré—avisó queriendo no ser una carga para nadie allá.

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