visita inesperada

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Narrador omnisciente:

Leo no había podido descansar como era debido en las últimas dos semanas, desde que era conocedor del hecho de su reducción completa del volumen de sus senos, su mente le impedía el poder conciliar el sueño como correspondía, aunque no podían culparle, estaba extasiado al ser consciente que estaba a punto de lograr tener pectorales, y realmente el muchacho esperaba que con eso su disforia disminuyera gradualmente.

Era Domingo, y su tía había permitido que Rosé durmiera con él ya que sabía que estaba completamente nervioso por la operación de mañana, Leo estaba agradecido porque era consciente que, con su novia presente sería más fácil el poder estar tranquilo y lograr descansar.

El castaño tragó saliva observando como la muchacha se adentraba en la habitación con un pequeño pijama de tela ceñido a su cuerpo, la rubia apagó la luz para luego simplemente acercarse donde él recostándose en la parte vacía del colchón, realmente no tardó en girar su cuerpo sobre la cama queriendo ver con con esos bonitos ojos que poseía el rostro asustado de su novio.

—Todo saldrá bien—aclaró la muchacha estirando su brazo para tocar el rostro recién rasurado del menor sintiendo como, a pesar de que visiblemente no se notaba sus vellos estos aun estaban ahí presente—intenta dormir.

—¿Y si no es así?—cuestionó el tailandés aterrado a la vez que tomaba entre sus dedos la muñeca de la chica intentando sentir su calor—¿Y si la operación no sale como debería? no puedo tener estas cosas en mi—admitió mientras que llevaba su palma libre contra su pecho sintiéndose asqueado por notar la forma de sus senos.

—No las tendrás—aclaró Rosé acercándose al cuerpo del muchacho para tocar su torso, sintiendo como su mejilla lograba hacer contacto con el pecho del contrario escuchando de forma atenta su acelerado corazón—van a desaparecer, y nosotros podremos ir a la piscina, para que todos vean tu sexy cuerpo—comentó con ánimo a la vez que cerraba sus párpados ante la manera en que el pelinegro acariciaba su cabello sintiéndose visiblemente más tranquilo ante la emoción de la contraria.

—Gracias por quererme—y él estaba siendo sincero en el instante que ella alzó su mentón topándose con sus bonitos ojos oscuros, manteniéndose en silencio completamente atenta a sus palabras—me gustas mucho...—soltó causando que la rubia se ruborizara por completo mientras que él no podía realmente evitar estrujar sus dedos alrededor de sus mejillas.

Rosé se deslizó sobre el cuerpo ajeno colocando sus muslos a cada lado del torso del muchacho provocando que este dejara de tocar su rostro para apoyar sus codos sobre la almohada queriendo tener una mayor cercanía con la rubia.

—Me gusta cada parte de ti—aclaró la muchacha presionando su dedo sobre su pecho—desde esto...—comentó deslizando su extremidad logrando tocar el borde de su bóxer—hasta esto—admitió sonriendo con ternura al ver que ahora era él quien estaba sonrojado—y me seguirá gustando porque me fascinas en todos los aspectos—susurró inclinándose lo suficiente para besar su cuello sintiendo como el contrario se tensaba por completo.

—¿Sin excepciones?—cuestionó el tailandés permitiendo que la contraria deslizara sus palmas en el interior de su camiseta tocando su abdomen.

La rubia alzó su rostro alejándose de su cómodo escondite para besar con suavidad los labios del pelinegro sintiendo como este simplemente acariciaba su espalda haciendo pequeños círculos con las yemas de sus dedos.

—Sin excepciones—afirmó Rosé sintiendo como el tailandés envolvía sus brazos alrededor de su cintura aferrándose a su cuerpo de una manera desesperada—te despertaré temprano—avisó la chica besando su cuello para luego simplemente arroparse sobre su torso sintiendo como el contrario no quería soltarla.

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