🌑capitulo 6🌑

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Despertó debido a unas pequeñas y suaves caricias en las plumas de sus alas, se sentía bien mimado, como un gatito en el regazo de su dueño, pero el no era un gato, ni tenía dueño. Abrió poco a poco sus ojos encontrandose con la vista de un pecho bien formado de piel semi morena. Movió ligeramente sus alas dandole a entender a aquel ser que estaba despierto.

¿Que hora es? Tengo que trabajar.—Murmuró con la voz totalmente adormilada.—Oiga.—Se levantó de golpé con el ceño fruncido aún refregando sus ojos del sueño.

¿Y ahora que tienes? Buenos dias ¿no?—Bostezó sin abrir sus ojos algo molestó por que a tales horas de la mañana parecía que comenzaría a molestar esta criatura. Aunque se ponía algo contento, nadie por la mañana solía dirigirle la palabra, era un poco solitario luego de más de docientos años.

Nunca acordamos en que me besarías.—Dijo molestó con un gran sonrojo en su rostro, para ser un angel era medio tonto, fue lo que pensó Kageyama.

¿Y que?—Tenía una mano en la cintura de este y su cola se encontraba semi enrollada en el muslo del angel.

Era mi primer beso en este odioso mundo.—Hinata apretó sus manos en el pecho de este, el cual carcajeó ante lo tierno y ridiculo que sonaba este.

Todo el mundo lo pierde con cualquier ser.—Dijo y miró aquella expresión que no quería decir el porque no lo quería perder, pero se podía leer claramente esa razón y carcajeo ironicamente.—No me digas que esperabas amor, sabes lo inexistente que es el amor aquí. Tarde o temprano te ibas a rendir.—Hinata bajó la mirada triste y este lo notó. Suspiro y rodeó los ojos, no sabía como lidear con los sentimientos de los demas y menos que en aquel mundo que nadie desarrollaba sus sentimientos a fondo.—Al menos no lo perdiste con cualquiera.—Se animó a besar sus labios y este hizo una mueca de sarcasmo, acababa de pisotear sus deseos y este nada más lo besaba.

No podía ser tan egocentrico hasta en situaciones así.

Se levantó rapidamente buscando sus prendas, pero maldició al ver su ropa interior y su especie de short hechas un desastre en el suelo, lo que sobraba de ellos eran apenas trozos de tela hechos trizas. ¿Con que se supone que volvería ahora hasta su casa?

El diablo intentando ayudar rompió un pedazo de cortina que se extendían por los bordes de madera de su cama y la enrrollo en su cintura, Shoyo le miró como si se tratara de un mal chiste, pero era eso o nada. No se iba a atrever a pedirle otra cosa, pero almenos tuvo una intención inutilmente amable para intentar ayudar.

Que se podía esperar del diablo.

Este... Adios.—Aún se encontraba enojado, aquellas palabras de aquel ser fueron como haber pisoteado todos sus inocentes deseos, despues de todo el esperaba amor en aquellas nubes tan blancas e irreales de su mundo, despues de todo ni el mismisimo diablo podría acabar con su tonto deseo.

Aunque fuera solo un mito que el amor existe, el creía que existía en cualquier parte del mundo solo que era complicado de encontrarlo.

Y cuando lo encuentre porfin dejara a aquel ser tan poderoso que se hacía hacer llamar Satan. Así lo tenía decidido.

Woah ¡Tela negra! ¿y esto?—Su compañero de cuarto Nishinoya cogió aquel trozo que dejo en el camino apenas entro a esa casa de madera de un color muy clarito, con dorado y salmon en pequeños detalles. Abrió rapidamente su pequeño armario y saco otras prendas de ropa que tenía para trabajar.—¿Tan intenso fue que te terminó hasta rompiendo las bragitas?—Bromeó y Hinata no le dirigio palabra alguna y se fue rapidamente hacía su trabajo.

¿Porque le había tocado ser cupido a el? Prefería ser al que flecharan, no el que flechea a todos y tiene una vida miserable, ¿En su vida como mortal le habran flechado? Seguro que no, de tan patetico que era seguro dijeron a este no. Despues de todo era un trabajo patetico, no había de porque confiar en los cupidos, la gente podía enamorarse de por si sola, aunque no siempre sea un exito.

Movía sus pies aburrido sin ver a nadie a quien flechear mientras se encontraba siendo desplazado por una nube que volaba muy cerca del suelo terrestre, y aterrado miró como una de las personas que flechó con exito engañaba a su pareja, ¿Pero que haces?¿Que hace? Si es obvio que su corazón amaba a aquella persona, ¿Porque? ¿Entonces porque?¿Que te hace querer herir a la otra persona?¿Que te hace querer besar los labios de alguien que no amas?

Enojado bajo de la nube que se encontraba queriendo golpear con su arco a aquella persona, pero le terminó atravesando, era un alma invisible en aquel mundo se le había olvidado. Con total rabia tiro su arco al suelo, ¿Porque todo hoy le quería romper sus pocas esperanzas en el amor?

Despues de todo por no tener amor había caído bajo la tentasión de Satanas.

Intentó levantar su arco, pero una pequeña manito se agitaba frente a su rostro. Era una niña de dos años o menos aproximadamente, volteó a ver a quien saludaba pero no había mas que gente caminando.

Kiyoko ¿a quien saludas?—Un tierno tono de voz de una persona adulta tomó de la mano a la niña quien se le había escapado.

Al angelito.—La mujer solo rió pensando que se trataba de la imaginación de la pequeña la cual tomó en brazos y se la llevó. Había escuchado miles de veces que los pequeños inexplicablemente podían verlos y ver cosas que incluso ni ellos veían, pero era la primera vez que le ocurría.

Tomó su arcó porfin y lo apretó contra su pecho llenandose devuelta de esperanza por tan pequeño acto insignificante. Si tal vez un mortal podía ver hasta a los seres del paraíso y del inframundo, tal vez el amor no era tan tonto de creer.

Cupido y Satan [kagehina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora