Muchas cosas ocurrían en el paraíso, el aire parecía tenso y todo ser estaba alerta y con miedo, no sabía que ocurría del todo pero muchos rumoreaban que se venía el desterramiento de muchos, cosas que ocultaban los poderosos. Y por las palabras de Kageyama el también tenía miedo. Por aquella razón se sentía totalmente inseguro en su hogar, donde debería de sentirse seguro.
Pero ahora se encontraba esperando la llegada del pelinegro, otra vez más se había presentado en el inframundo sintiéndose más seguro allí, tal vez no era por el lugar, si no más bien por la persona que habitaba en este mismo.
—Pensé que no vendrías hoy por como están las cosas.—Entró a la habitación donde le esperaba con un semejante pergamino.
—Me sentía mejor con usted, las cosas están muy raras, ¿Que ha sucedido?—Preguntó curioso esperando que alguna vez le compartiera algun dato clasificado con total confianza, pero aunque confiara en el cumplía demasiado bien su trabajo.
—Digamos que todo es por mi culpa, o más bien por que hice algo, culpa mía no es. Y estate tranquilo no te ocurrirá nada.—Posó su mano en su mejilla acariciandola con cierto cariño, y luego la apartó rápido sin comprender bien la situación y el sentimiento de ese acto.—¿Quieres hacer algo?—Le preguntó haciéndole tomar asiento en su cama.
Shoyo sabía que se refería a tener sexo o otra actividad la que el quisiera, pero para ser sinceros quería y no quería a la vez hacer algo. Tomó aire recordando algo que practicaban hacer los mortales, así que se limitó a asentir ante el pelinegro y a tomarle del brazo para obligar a sentarle.—¿Que planeas?—No respondió y se agachó entre medio de ambas piernas del pelinegro posando sus manos en los costados de sus muslos.
Sin decir absolutamente nada aún, saco aquel miembro enorme, y con sus manos comenzó a acariciarlo de arriba a abajo, tratando de recordar todo lo que había observado en todo su trabajo, tratando de ser lo menor torpe posible, y ahora venía la parte complicada, debía introducirlo en su boca.
Con timidez acercó sus labios hacia este con el cual sostenía con ambas manos, depósito un pequeño beso y con un poco de dolor en su boca comenzó a introducirlo, no podía ni introducir la mitad por el momento, pero trató de lamer y chuparle lo más bien posible lo que alcanzaba. Con confianza sintió la mano de Kageyama deslizarse entre sus cabellos empujándolo con delicadeza haciendo que el miembro llegase un poco más profundo, así por fin cubriendo la mitad del miembro con su boca, el máximo que podía hasta la garganta.
Lo continuó chupando un rato hasta que se quedó sin aire, y lo sacó de golpe respirando con una ligera dificultad pero al instante que recuperó el aire lo volvió a introducir. Esta vez el movimiento era controlado por el mayor, haciendo que el pequeño apenas pudiese aguantar aquella gran cosa en su boca.
—Hinata...—Gimio y al instante le apartó para terminar acabando en todo su rostro, recuperando el aire se limitó a ver ese rostro e inocente que se le había ocurrido hacerle tal barbaridad, sabía que los rostros engañaban, pero el de este, engañaba el doble.—Déjame limpiarte.—Tomó unos pañuelos y con total cuidado lo paso por todo aquel brillante rostro, quitando todo aquel liquido blanco.
Una pequeña risita por parte del Ángel se escuchó mientras le limpiaba.—¿Que te ríes?—Hinata volvió a carcajear.
—Pones tanta concentración en simplemente limpiarme, te vez gracioso y lindo.—Un sonrojo se presentó en el rostro de Kageyama el cual se apartó terminando su labor y subiendolo ensima suyo.
—Calla. Tu vives convirtiendote en un tomate y nunca digo nada.—Se limitó a reír y apoyar su cabeza en su pecho cerrando sus ojos, definitivamente era el lugar donde se sentía completamente seguro. Un lugar que amaba, tal vez... Una persona que amaba. Amor no correspondido eso era lo que había dicho una vez Sugawara, no era amor como el de todos, pero era un tipo de amor, que se transmitía en una sola persona.
O sin que ninguno de los dos se diera cuenta, tal vez no era así.
—Kageyama... Si nunca me hubiera conocido, ¿Sería lo mismo que ahora o cambie algo en su vida?—Una pregunta poco usual fue lo que pensó el pelinegro, nunca hacia ese tipo de preguntas, menos refiriéndose a ellos dos. Una vida sin ese enano, como era su vida antes, aburrida, sin ese toque cálido, otros cientos de años todo repetitivo sin color, sin esa sensación en su pecho nueva que le provocó. Ahora que sabía que se sentía estar con su compañía, no sabía que se sentiría o ni quería saber cómo sería estar sin ese pequeño engendro.
—No lo sé. ¿Por qué una pregunta como esa?—Mintió incapaz de poder decir lo que acababa de pensar.
—No lo sé... Los humanos avec- —Se detuvó cubriendo su boca y saliendo de su regazo rápidamente corriendo hacia una especie de jarrón decorativo que se encontraba en una esquina. Vomitó algo asustando, cualquier ser no solía vomitar nada, por que en si, nunca ingerían nada necesariamente.—Lo siento... ¿Te hago un nuevo jarrón?—Kageyama negó con la cabeza ayudando a levantarse al pelinaranja.
—No te preocupes, esta bien.—Miró el interior del jarrón y se asustó por completo al ver una especie de líquido negro.
Y lo peor que pudo haber pensado en ese momento, es que aquel menor se estaba muriendo en su interior.
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Cupido y Satan [kagehina]
Fanfiction¿Y si juntaban a Satan y Cupido que tan mal podría salir? Contenido Lemon/+18/hard Contenido Kagehina No se permiten adaptaciones sin mi concentimiento.