Capítulo 27

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— Creo que ya debería irme —dijo Mikasa mientras acomodaba mejor a Carla en sus brazos.

— ¿No quieres comer antes? —preguntó Historia— Recién llegas...

— Prometí que alcanzaría a los demás —rechazó la propuesta—. Disculpa...

— Está bien, no te preocupes. Seguro que los demás también quieren ver a esta lindura —dijo mientras le dedicaba una sonrisa a Carla.

— La engríen mucho —se quejó Mikasa con un leve suspiro.

— Tú también lo haces —se rio la rubia.

— Mamá —llamó la niña—, mamá —siguió llamando.

— ¿Qué pasa? —preguntó inexpresiva.

— Gahamelo —pidió Carla.

— ¿Gahamelo? —se preguntó Historia.

— Quiere un caramelo —explicó Mikasa—. Sasha le invitó uno que le regaló Nicolo y ahora quiere comerlo a menudo.

— ¿Entonces no tienes más?

— Tal vez Sasha tenga, le pediré.

— Y luego dices que tú no la engríes —se rio nuevamente.

La chica apartó su mirada, no admitiría que, hasta cierto punto, era cierto. Se despide nuevamente y sale del lugar con dirección a Trost. Por suerte, con la tecnología que habían traído a Paradis desde hace un par de años, era más rápido viajar dentro y fuera de las murallas.

Era una suerte que Carla fuese una niña tranquila... generalmente. Casi nunca hacia berrinches y en los viajes solía dormir. Ahora que Mikasa lo pensaba, esa niña dormía más tiempo de lo que estaba despierta, amaba las siestas... ¿de quién lo habrá sacado?

Tenía un momento de tranquilidad y podría usarlo para descansar, pero no pudo. Solo pensaba en cierto castaño que no podía sacar de su mente. ¿Qué había pasado con Eren? Lo habían arrestado y ahora debía estar en las mazmorras subterráneas, pero era inútil tenerlo ahí. Vio como devoró al titán martillo de guerra por lo que podría salir cuando quisiese. Esperaba que Eren se mantenga tranquilo.

— Mamá —llamó Carla quien recién despertaba y se sobaba los ojitos.

— Ya vamos a llegar —avisó la chica limpiando sus mejillas que había babeado.

Lograron llegar en un par de horas. Fue al cuartel general en donde encontraría a los demás de su escuadrón. Puede que todos ya hubiesen comido por lo que cocinaría algo y comería sola, o le haría compañía a Sasha que estaría descansando en su habitación por la herida de bala.

Caminaba por los pasillos tomando de la mano a Carla, quien corría de vez en cuando de forma torpe. Llegó a su habitación primero a cambiarse de ropa, ya lo había hecho poco antes de bajar del tren pero quiso cambiarse nuevamente, y de pasada, colocarle otra ropa a Carla. Después, fueron ambas hacia la habitación de Sasha, abrió la puerta y la encontró comiendo una barra de pan.

— Creí que ya habrías desayunado hace horas —comentó Mikasa mientras se acercaba a su amiga cargando a su hija.

— Sí, pero me lleve esto para más rato —se rio la castaña.

— Tía Sasha —llamó la pequeña sonriendo.

— ¡Carlaaa! —llamó Sasha con un pequeño gritito, alzando los brazos.

De nuevo [Eremika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora