Extra #9

817 59 50
                                    

¿Alguien podría, por favor, explicarle qué era lo que estaba sucediendo? Levi suponía que sería un día bastante tranquilo. La loca de su mujer estaría fuera de casa en un estúpido festival que se celebraría en Shiganshina en conmemoración de la paz que existían entre las naciones.

Su día perfecto iba a ser: limpiar todo hasta dejarlo reluciente y cuidar de su muy tranquila hija en casa. No había día en que no quisiese despegar su atención de la pequeña Isabel quien, para suerte de la pareja de veteranos, nunca causaba problemas.

Pero ¿cuál era el problema actual? ¿Qué era lo que no le dejaba disfrutar de su día festivo? Pues que la única niña que debía haber en su hogar, debía de ser su hija, no toda esa pandilla de mini mocosos que habian sido abandonados por sus padres.

Bueno, quizás la palabra "abandonados" no era la correcta, era más bien que habían sido dejados en su casa por ofrecimiento de una castaña de lentes. "Oh, vamos, será divertido" había dicho ella, pero ¡claro que iba a ser divertido! Al menos para ella quien decidió irse dejándolo a él con todos esos niños, teniendo el mayor de ellos, apenas diez años.

Ojalá pudiese solo ignorarlo y sacar a esas crías de ahí, pero no era tan cruel como para hacer eso. Repasó, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y, contando a su princesa, ocho. ¡¿Qué se supone que haría él con ocho mocosos?!

Lion, el mayor de todos estaba sentado tranquilamente leyendo un libro, Carla estaba jugando con Ymir en una parte de su sala y Marco dibujaba a un lado de ellas. No se preocupaba mucho por ellos, tenían diez, ocho, cinco y cuatro años respectivamente. Sin embargo, no podía decir lo mismo de los demás, pues quien continuaba en la línea de mayor a menor, era el pequeño Hannes quien tenía apenas dos años, siendo la menor de todos ellos, la pequeña Astrid, hija de Jean.

— Tío Levi —llamó la azabache mayor.

— ¿Qué quieres? —preguntó tajante pero la niña sabía que él respondía así frecuentemente.

— Mis padres me dejaron diciendo que Hange nos cuidaría, ¿dónde está ella? —Carla extrañaba mucho la compañía de la castaña.

— Esa es una buena pregunta —respondió el pelinegro, sacando a Isabel de su sillita desde donde le daba de comer —. Supongo que está con tus padres en ese estúpido festival.

— Mi mamá estuvo muy ocupada con los registros que llegaban para la preparación de ese festival —comentó Ymir.

— Me da igual —respondió fríamente—. Carla, aleja a tu hermano de ese florero o lo romperá.

Carla se apresuró en ir por su hermano al darse cuenta que estaba en peligro.

— ¡Hey, tú! Mocoso número seis —llamó a Lion—. Recoge esos juguetes que los mocosos cuatro, cinco y siete han regado por todo el lugar.

Lion tuvo que dejar el libro que tenía en sus manos y procedió a hacer lo que le habían ordenado. Levi le daba miedo, tenía ese aire aterrador y voz de mando que te helaba la piel. Por ello, no le quedó de otra que obedecer mientras se preguntaba el porqué su padre lo había dejado ahí.

En realidad, no era que sus padres los habían abandonado, después de todo, sabían bien de lo capaz que era Levi para cualquier cosa, menos la cocina claro, de eso tuvo que aprender Hange. Todo había sido un plan macabro de la castaña, quien logró convencer a los antiguos miembros de la Legión de dejarle a cargo de sus hijos.

Levi ya lo intuía, pero ya nada podía hacer. Dio un largo suspiro que su hija imitó y decidió seguir con sus planes del día: limpiar; pero tampoco descuidaría a esos niños que habían dejado a su cargo.

De nuevo [Eremika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora