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Academia Ryoutei

Giselle se despertó con dolor de garganta. Carraspeó varias veces, intentando quitarse aquel sentimiento. A su lado, su despertador peludo empezó a ronronear. Giselle lo apagó. Ya era de noche. 

Se levantó de la cama, sintiendo la moqueta fría en sus pies. Aquello hizo que un escalofrío le recorriera la espalda. 

—Nffff y yo que te quería despertar, Gigi-chan. —Habló una voz a sus espaldas. 

Giselle se giró para observar a Laito, que se había tumbado en su cama perfectamente deshecha. 

La chica puso sus brazos en jarra. ¿Qué quería? 

—Me duele, Gigi-chan. Veo que mi presencia te es indiferente. Por cierto, ese pijama de cupcakes te sienta fenomenal. 

Giselle observó su pijama. Era rosa pálido con diferentes dibujos de cupcakes de diferentes formas y colores. 

—¿Y esto? ¿Es el regalo de "esa persona"? —Preguntó cogiendo el reloj azul peludo de la mesilla, provocando la caída del lápiz. 

Giselle se acercó y cogió el lápiz, luego, le arrebató el reloj a Laito y lo volvió a poner con cuidado en su sitio. Al hacerlo, sonrió complacida. 

—Nee, Gigi-chan. Tus expresiones son tan claras como el agua. —Comentó Laito. 

—Laito. Ve a tu habitación a prepararte. Ya casi es la hora del instituto. —Interrumpió la voz de Reji, que apareció de repente. Luego, miró a Giselle con ojos críticos. —Aquí tienes tu uniforme. Vístete rápido. 

Diciendo eso, los dos vampiros desaparecieron. 

Giselle se acercó a la cama, en donde un uniforme yacía perfectamente estirado y planchado encima de su alboroto de sábanas. Suspiró. Con algo de cansancio, se cambió rápidamente y luego estiró un poco su cama. De verdad que era un desastre cuando dormía.

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Giselle jugueteó con sus manos. Dentro de la limusina, había un ambiente algo tosco y tenso. Nadie hablaba con nadie y por si fuera poco, le había tocado sentarse justo al lado de Ayato. Lo único bueno era que también tenía la ventana al otro lado. 

Observó el paisaje. No había mucho que ver. Solo árboles y más árboles. 

—¿Qué tienes en mente, Gigi? —Pregunto Ayato. 

La chica le observó y luego se encogió de hombros. La verdad es que no tenía nada en mente. 

—Tienes muchas agallas al desafiar a Ore-sama, Gigi. —Le dijo acercándose más y más. 

Giselle puso sus manos delante. Intentado crear un espacio entre el chico y ella. No podía hablar, por lo que no podía pedirle que se alejara. 

—Sigues desafiando a Ore-sama. Dejar que Reji tomase tu sangre... ¡es inaceptable!

Reji cerró el libro provocando un ruido sordo y observó al chico. 

—Ayato, compórtate.

—Tsk.

Hubo unos minutos de silencio.

—Ten. —Reji interrumpió el silencio mientras le tendía un jugo de arándanos a Giselle.

La nombrada cogió el jugo que el vampiro le ofrecía y no pudo evitar hacer una mueca. No le gustaban los arándanos. 

—100% jugo de arándanos es la mejor cura para la sangre débil. 

Craving for Blood - Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora