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F·R·I·D·A·Y!

Giselle observó su muñeca. Hace tan sólo un día, Lily les había regalado a ella y a Derek una pulsera de la amistad. La suya era de color azul y rosa del tono del algodón de azúcar, un dulce que le había prometido invitar a comer algún día. 

Suspiró, dejando caer su mano en el colchón de su cama. A su lado, Shu dormía plácidamente. Después de varios días, tenía una rutina con cada chico. La hora de la siesta era con Shu, pero antes de eso, tenía té con Reji, que era un gran compañero de juegos de mesa. Normalmente tenían un partido de ajedrez o las damas después del té.
El resto del día se lo pasaba con los trillizos, aunque no necesariamente estaban los cuatro juntos. Y al final del día, estaba con Subaru, cuidando el jardín de rosas y acompañando al vampiro de aire solitario. 

Se había acostumbrado a la presencia constante de los chicos y ellos se habían acostumbrado a su cálida compañía. No era extraño ver de repente a Giselle en la habitación de Kanato, teniendo una mini fiesta con sus peluches o escuchar voces animadas dentro del laboratorio de Reji, algo difícil de escuchar por la seriedad del vampiro.

—Gigi-san, alguien ha venido a verte. —Habló Kanato con una voz algo disgustada.

La chica se incorporó de la cama con cuidado y se calzó sus pantuflas de rana. Al hacerlo, hizo que su cacatúa abriese los ojos, agitando las alas como si quisiese que le cogiese. 

Giselle sonrió y sacó a Bruno de su jaula, siguiendo a Kanato por los pasillos de la mansión. 

Llegaron a una puerta de roble alta y Giselle tocó la puerta. Kanato había desaparecido, por lo que los pasillos se sentían más fríos. Un leve "pase" se oyó al otro lado. 

—¡Gina! —La voz de Lily no se hizo esperar y se tiró a los brazos de la rubia, provocando que Bruno se alejara volando unos pocos metros. —¿Por qué has tardado tanto? ¡Me has dejado demasiado tiempo sola con este vampiro gruñón! —Se quejó la loba con un puchero en la cara, mientras frotaba su mejilla con la de Giselle. 

Giselle le dio unas cuantas palmaditas algo inseguras a Lily en el brazo. No sabía muy bien qué hacía allí  la chica. 

—¿Y adivina quién ha venido con ella? ¡Yo, Derek! —Se anunció otra voz. 

Giselle se estremeció, observando a Reji alarmada. ¿Qué hacía Derek allí? 

—Por lo que me han dicho, los tres debéis hacer un proyecto juntos. Aunque me hubiera gustado que me hubieras avisado con antelación que tendríamos... visita. —Habló Reji, colocándose las gafas y observando a Giselle. 

La chica tragó saliva, no se acordaba de ningún proyecto, pero al ver las caras de sus dos amigos, vio que estos se lo habían inventado todo para estar con ella. Suspiró y asintió con la cabeza, liberándose del agarre de Lily en el proceso, para luego hacer una pequeña inclinación ante Reji. 

—¡Vamos, Gina! ¡Quiero ver tu cuarto!

—¡Exacto, vamos! —Derek alzó levemente la mirada y pudo ver a la cacatúa rosa, batir sus alas para mantenerse en una posición cercana a la de Giselle. —¿¡Ese es tu pájaro, Georgina!?

Lily también alzó la mirada. 

—¡Wow! ¡Qué bonito! ¡Vamos! —Exclamó la loba, cambiando de tema rápidamente.

Los tres estudiantes subieron las escaleras, seguidos de Bruno, bajo la mirada atenta de Reji. En cuanto los perdió de vista, suspiró y desapareció de aquella sala con un sentimiento amargo en la boca.

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Habían salido a la calle para comprar los "materiales" del proyecto, aunque la realidad era que Lily y Derek simplemente querían salir de juerga. 

Craving for Blood - Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora