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Sakamaki Shu

La cena mensual llegó. Giselle pinchaba su comida desganada, mientras en su cabeza, infantilmente, repetía lo que le había dicho Derek. 

—Gigi-chan, pareces distraída. ¿Quieres que te de yo de comer? —Preguntó Laito, apareciendo detrás de la silla de la chica. 

Giselle ni se enteró de que la hablaban. Tenía tanta rabia acumulada que se entrecejo parecía fruncirse cada vez más y más. 

—Georgina, ¿pero quién se cree? —Se repetía mentalmente. 

Odiaba el hecho de no poder hablar ni expresarse, lo único que podía hacer era quedarse en silencio y observar cómo se burlaban de ella en la cara. 

—Oe, Ore-sama te está hablando, ¡responde! —El grito de Ayato desestabilizó a Giselle, que le observó confundida. 

¿Le habían estado hablando? ¿Y cuando los dos vampiros habían llegado detrás de ella?

—Ayato, Laito. Es de mala educación levantarse de la mesa cuando se está comiendo. 

—Entendido. —Caturreó Laito.

—Tsk. —Dijo por otro lado Ayato. 

Los dos se volvieron a sentar y el que se levantó esta vez fue Shu, que estaba al lado de Giselle. 

La chica se le quedó mirando algo confundida, ¿por qué se había levantado de repente?

—Qué fastidio. —Murmuró el chico. 

—Haragán. —Dijo Reji cuando el vampiro se marchó de la sala. —Alguien que ha sido criado consintiéndolo todo de pequeño, no tiene remedio. 

Enfrente de él, Kanato comenzó a destrozar su comida con una sonrisa psicópata.

—Todos están como cabras. —Se lamentaba en su cabeza Giselle.

Cuando terminó la cena. Giselle se dispuso a recoger su plato, pero la voz de Reji la detuvo. 

—Déjalo. Los sirvientes lo harán. En cambio, tienes unos modales deplorables en la mesa. Pronto buscaré tiempo para disciplinarte correctamente. Estás de acuerdo, ¿verdad? 

Giselle asintió apretando los labios. Odiaba la disciplina. No sabía por qué, pero le daba ganas de vomitar al oír aquella palabra.

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Se sentó en su enorme cama de colchas claras. Estaba agotada y le dolían los hombros. Suspiro.

—Disciplina... ¿eh? —Se murmuraba en su cabeza. 

Luego, de su maletín, sacó un tocho de papeles llenos de apuntes. Los necesitaba para estudiar el examen que iba a tener.  

Volvió a suspirar, tirando sus hojas a su cama.

—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Ayato sentado en su silla de escritorio. 

Giselle le observó con una ceja alzada. El chico se apoyó aún más en el respaldo de la silla. 

—Oe, déjame chuparte la sangre. 

Giselle frunció el ceño e hizo gestos de que se iba ir a duchar. Después, se levantó de la cama, dispuesta a prepararse para ir al baño, pero una mano tiró de su brazo a la pegó a un pecho. Ayato la giró y apartó su pelo rubio del camino. 

—¿Qué es esto? ¡No sabe a nada! Pero aún así... quiero más... 

Ayato siguió chupando por unos minutos hasta que soltó a la chica. Giselle hizo una mueca.

Craving for Blood - Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora