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Hutz April

Observó el reloj de oro de su muñeca por quinta vez. Afuera del colegio, en donde asistía la hija de su actual prometido, esperaba con algo de impaciencia a que la niña apareciese por las puertas y saliese a su encuentro. Unos minutos más tarde, sus plegarias fueron escuchadas y pudo observar como una niña de catorce años, de pelo castaño y ojos marrones, salía por las puertas del colegio con una espantosa mochila, color rosa fucsia, con varias compañeras/amigas a su lado.

Cuando la adolescente cruzó las miradas con April, no intentó esconder una mueca de disgusto hacia su persona. ¿Qué hacía esa allí?

—¡Cassie! —Exclamó April con una sonrisa amable en la cara, mientras extendía ligeramente los brazos al frente, como si quisiese que la nombrada le diese un abrazo. 

—Señorita Hutz. —Saludó de manera brusca, sin mirarla siquiera. 

April bajó los brazos con algo de incomodidad, pero no borró la sonrisa vacía de su cara. 

—Me alegro de verte, cielo. Escucha, tu padre no ha podido venir a recogerte hoy, ya que está preparando una fiesta especial para unos invitados bastante importantes. Quiere comprarte un nuevo vestido y como sé que Mason no sabe nada sobre moda, me he ofrecida voluntaria para que vayas espectacular a la fiesta. ¿Qué te parece? ¡Día de chicas! —Exclamó con emoción, aún manteniendo un porte elegante por si alguien conocido la veía. 

Cassie rodó los ojos ante el espectáculo que estaba montando la prometida de su padre. Siempre cambiaba de personalidad cuando estaba con ella. Normalmente era una señorita, casi señora, de 27 años elegante y refinada, pero con ella era una adolescente chillona y molesta. 

—Lo que sea, pero rápido.

April mantuvo su sonrisa a duras penas. Estaba acostumbrada de las respuestas bordes y cortes de Cassie, pero cuando ella fuese oficialmente su madrastra, aquello iba a cambiar. 

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April aplaudió cuando Cassie salió del vestidor con otro vestido.

—¿Podemos irnos ya? —Preguntó la adolescente, poniendo ambas manos en su cintura y una mueca en su cara.

April sonrió, pero negó con la cabeza.

—Querida, el vestido te queda bien, pero no es... perfecto. —Remarcó la última palabra. —Todos te quedan bien, adorables, pero en la fiesta de Mason, debes mostrar la dignidad de ser una Reagan. —Dijo aquello con una mirada brillante. —Ahora, deja de quejarte y pruebate este nuevo vestido. —Ordenó con un tono duro y algo frío.

Cassie rodó los ojos, pero cogió el siguiente vestido que la dependienta le ofrecía. Algún día haría pagar a April por aquella humillación y aquel día, no estaba muy lejos.

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Reji se volvió a colocar sus gafas mientras observaba por la ventana, como a lo lejos, volvía su familiar a traerle noticias sobre el paradero de Giselle. 

—Maestro Reji, el señor Karlheinz os ha mandado una carta.

Reji se giró para observar al mayordomo. Este le tendía dos sobres encima de una bandeja de plata. 

Con una ceja alzada, abrió los dos sobres. Uno era una invitación de un socio humano de su padre y la otra era de su propio padre diciendo que asistiesen en su nombre, ya que él estaría ocupado con otros asuntos y no podría ir. 

—Avisa a mis hermanos de que debemos asistir a una fiesta el próximo fin de semana. Si se quejan, simplemente diles que es una orden, no una petición. 

—Como usted ordene, maestro Reji. —Haciendo una leve reverencia, el mayordomo se marchó. 

Reji suspiró, volviéndose a colocar las gafas. Quizás, aquello iba a ser la oportunidad perfecta para enfrentar a aquellos vampiros de sangre sucia. 

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Ruki sintió un escalofrío en la espalda y cuando se dio la vuelta, se encontró al mayordomo de su mansión, en la puerta de su habitación, con una bandeja de plata, en la que reposaban dos sobres blancos.

—Maestro Ruki, el señor Karlheinz le manda noticias. 

Ruki se teletransportó al lado del mayordomo y abrió las dos cartas. Una era una invitación a una fiesta y la otra era de "esa persona", de que no fuesen ya que se encontrarían con sus hijos y aún no era el momento. 

Por otro lado, Giselle también sintió un escalofrío. Con inquietud, se levantó del sillón azul en el que estaba, provocando la caída del libro que le prestó Ruki y se acercó con lentitud a la ventana. Miró hacia abajo y pudo observar un lobo gris, de ojos amarillos y aura roja, observándola con intensidad.

Giselle tragó saliva mientras se apartaba de la ventana dando marcha atrás. Después de más o menos estar a diez metros del gran ventanal, salió corriendo del salón hacia su cuarto. 

Aquello no era una buena señal y estaba segura de que pronto habría problemas. Ojalá hubiera estado equivocada.









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April en multimedia.

Craving for Blood - Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora