Un Cliché Diferente I y II

5. Adam

Sabrina.

El tono de mi celular no dejaba de sonar, ¿que carajos?, con pereza estire mi brazo y lo tomé sin revisar el nombre.

—Funeraria— dije bostezando.

—¿Funeraria?, ¿enserio?, siempre has sido tan infantil  Sabrina — la voz de Adam me tomó por sorpresa, demonios.

—Hermanito—dije alargando la última palabra— ¿que quieres?, estoy dormida y odio que me despierten.

—Si, lo sé, solo te hablo para decirte que en 5 minutos estaré en tu departamento y tiraré la puerta si es necesario— colgó la llamada.

Oh... El viene.

¡Mierda el viene y yo tengo a un desconocido desnudo!

De un salto salí de la cama, tomé mis bragas y las coloque con prisa. Tomé una vieja camisa, me coloque los shorts de mi pijama y me acerque a él desconocido que seguía durmiendo.

—Psss— sacudí su hombro — chico cuyo nombre desconozco, levántate debes irte—el se quejo pero comenzó a despertar.

—¿Cuyo nombre desconozco?, Sabrina hemos estado en las mismas clases durante los tres años de preparatoria— le di una mirada confundida— ¡Nos sentamos juntos en historia!

—Oh, Carlos.

—Soy Cárter.

—Por eso, Camilo. Debes irte, ahora—no le di tiempo de colocarse los pantalones cuando comencé a arrastrarlo hacia la salida.

Al abrir la puerta mi querido hermano ya se encontraba ahí.

—Sabrina, buen día —dijo con seriedad.

—Buen día Adam, ¿que tal el clima?, ¿te has echo un cambio de look?, te sientan genial tus 25 años— sonreí con inocencia.

—Mi apariencia es la misma de siempre, tengo 22 años y el clima es perfecto— desvío su mirada a mi acompañante—¿quién es la nueva presa?

Cristian me dio una mirada indignada.

—Oh... El es Christopher, Cesar el es mi hermano Adam.

—Creí que se llama Christopher.

—Por eso, Mario.

—Soy Cárter, un gusto—estiró su mano y mi hermano dudoso la estrecho.

—Mucha formalidad, es hora de que te vallas Dario— lo empuje fuera.

—Que soy Car— no lo deje terminar por que cerré la puerta en su cara.

—Uno más a la lista—dijo mi hermano rodando los ojos.

—Si, si, al punto Adam. ¿Que haces aquí?

—¿No puedo visitar a mi hermana?, no necesito ningún motivo—dijo ofendido y yo le di una mirada de reproche— Bien, el director de tu institución me dijo que te has acostado con Stuart. ¿En qué quedamos, Sabrina?

—No más profesores... Lo sé — murmuré.

—Joder chica, eres un dolor de culo. No puedo estar impidiendo tu expulsión a cada rato, ¡me aumenta la tarifa! En algún momento me pedirá un millón de dólares solo por no expulsarte.

—Prometo que esta fue la última vez que lo hago con un profesor—el me miró con desconfianza — Era el único joven de todos, tampoco es como que voy a acostarme con un viejo pervertido.

—Cualquier cosa que provenga de ti no me sorprendería.

—Ugh, cállate— desvíe la mirada y con miedo pregunté—¿Quieres quedarte a cenar?, puedo preparar pasta.

Una expresión de sorpresa invadió su rostro que al instante fue reemplazada por una sonrisa de lado.

—No puedo decirle que no a una pasta.

Y con eso una noche de reencuentro de hermanos se hizo.

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Gracias por todo, personitas.

𝒮𝒸𝒽𝓇𝒾𝒻𝓉𝓈𝓉ℯ𝓁𝓁ℯ𝓇