"Cariño, te arruinaré si me dejas quedarme."
Eleanor Snape ama a Ron Weasley,
es su mayor secreto.
Pero con los ojos de todos en ellos
es inevitable que se cometan errores.
Probablemente ella no le estaba haciendo mucho bien
de todos modos.
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Nos acostamos en el frío suelo de linóleo esa noche y dormimos muy juntos en los brazos del otro.
De repente recordé lo mucho que disfrutaba su toque o el sonido de su respiración o la forma en que sonríe mientras duerme. Incluso en silencio, supe que estaba susurrando "Te amo" porque después de todo este tiempo, y todas estas tragedias, encontró el camino de regreso a mí. Incluso si no podíamos permanecer juntos ahora, creía que oficialmente habíamos dejado todo a un lado del año escolar anterior y confiaba en él nuevamente.
—Significas mucho para mí.— le susurré a su inexpresivo cuerpo acurrucado a mi izquierda.— Te lo prometo, esta vez lo haremos bien. Algún día, de alguna manera, volveré contigo.
Acaricié suavemente su mejilla, con cuidado de no despertarlo.
Sabía que tenía que ir a ayudar a nuestros amigos mucho más de lo necesario para estar encerrado en un viejo y sucio restaurante conmigo, pero él era extremadamente persistente y temí que se despertara y decidiera no irse. Lo quería a mi lado más que nada, pero la seguridad de cada bruja y mago estaba en juego y no era un riesgo que pudiera hacer que él corriera.
Me alejé lentamente de él y me senté, ajustando mis ojos a la oscuridad mientras buscaba mi varita, que siempre mantenía en el alcance de los brazos.
No tenía mucho conmigo, solo mi varita, mis cosas para dormir (que actualmente estaba siendo acaparado por Ron) y una bolsa en la que guardaba su carta, junto con una foto mía y del trío más Faye y Luna. Me las arreglé para agarrarlo de mi dormitorio antes de huir de la escuela y lo guardé como un recordatorio para seguir adelante. Me levanté de nuestro lugar en el suelo y recuperé la bolsa, que se dejó en una de las mesas cercanas. La sensación más fuerte de culpa creció en mi estómago mientras miraba hacia mi hermoso novio, que todavía estaba profundamente dormido.
—Te amo.— le susurré una última vez.— No te olvides de mí.
Me arrodillé y besé su frente, apenas rozando mis labios contra su piel cálida.
Suspirando, me dirigí hacia la parte de atrás donde estaba la cocina y me deslicé por la puerta hacia el aire frío de la ciudad. El mundo estaba en silencio, y todo parecía estar de luto de la misma forma que yo sabía. Como si el universo inclinara la cabeza para darnos a Ron y a mí un momento de silencio.
No tenía a dónde ir ni a nadie que me acogiera, así que durante un par de horas, simplemente caminé por las calles y admiré lo pacífico que parecía el mundo.
Era extraño pensar que todas estas personas, todos los muggles que vivían en Londres, no tenían idea de lo que estaba pasando justo debajo de sus narices. No podía imaginar una vida sin magia, o una vida en la que cada día no fuera una batalla para seguir con vida. Era algo gracioso, lo diferente que era el mundo mágico comparado con el que estaba justo afuera.
Pensé en ir a visitar la casa de Faye, pero decidí que sería después de enterarme de lo que les sucedió, pasé una vez por semana algo deprimente y simplemente se sentaba en su patio, de la misma manera que lo hacíamos cuando éramos niños.
