"Cariño, te arruinaré si me dejas quedarme."
Eleanor Snape ama a Ron Weasley,
es su mayor secreto.
Pero con los ojos de todos en ellos
es inevitable que se cometan errores.
Probablemente ella no le estaba haciendo mucho bien
de todos modos.
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Mientras salíamos de las cámaras, entramos en un castillo aparentemente vacío.
—¿Donde está todo el mundo?— Preguntó Hermione, mirando alrededor de las ruinas de lo que una vez fue nuestra amada escuela.
En la distancia, en algún lugar, pude escuchar un poco de parloteo.
—Por aquí.— dije, abriendo las puertas del gran salón.
Dentro había una vista terrible.
Tanto los estudiantes como los adultos yacían desparramados en catres, alineados por toda la habitación. Algunos estaban cubiertos con una sábana, dejando una sensación de malestar en mi estómago.
Ninguno de nosotros dijo una palabra. En cambio, vimos a la gente cuidarse de las heridas de los demás en una mansión tan tranquila que casi se sintió antinatural.
Poco a poco nos abrimos paso, Ron tomando la delantera, y tratamos de no hacer contacto visual con nadie que estuviera cerca.
—Hola Harry.— gritó el profesor Slughorn mientras pasábamos arrastrando los pies.
Harry le dio un leve asentimiento antes de continuar a mi lado.— Espera.— exclamé de repente, agarrándolo de la muñeca para detenerlo. Delante de nosotros, toda la familia Weasley estaba rodeada de un catre mientras Ron se acercaba a ellos lentamente. Con una mirada más cercana, pude ver el rostro pálido y suave de Fred, acostado inmóvil.
—No puede ser.— susurré, con lágrimas en los ojos.
El sonido de los gritos desesperados de George fue suficiente para confirmar que esto estaba sucediendo en realidad e inmediatamente eché a correr hacia Ron, quien estaba siendo atrapado en un abrazo por los restantes.
Justo cuando George se apartó, Ron dejó escapar el grito más doloroso y me envolví completamente alrededor de él desde atrás. Se inclinó sobre el cuerpo de su amado hermano y lloró con tanta fuerza que tembló. Contuve mis propios sollozos mientras lentamente lo tiraba al suelo conmigo, meciéndolo suavemente mientras sollozaba en la manga de mi camisa.
—Shh, está bien.— arrullé, sosteniéndolo con fuerza en mi regazo.
Ginny puso una mano en mi hombro y miré hacia arriba para ver que sus ojos estaban hinchados y manchados de nuevas lágrimas.— Lo siento mucho.— grité, con la voz quebrada.
No podía soportar volver más la cabeza por miedo a estar cara a cara con los ojos sin vida de Fred; los que una vez brillaron tanto que iluminarían toda la habitación.— Tu hermano era tan bueno Ron, te amaba.— le susurré suavemente al oído de mi novio.
Por el rabillo del ojo pude ver a Harry y Hermione avanzando poco a poco más cerca, temblando de dolor al igual que el resto de nosotros.
