El último suspiro ; Robarca

14- Narcotráfico

¿Vas a ir tu o yo?.- Diego y yo discutíamos quien iría a comprar la despensa.

Es difícil incluso comprar un cartón de leche si vives en una isla, barcos para ir y volver son estrictamente necesarios.

Y los dolores de cabeza junto a mareos vienen en el combo.

Ve tu...- Diego se retorció en la encimera, casi como un gato flojo.

Oh, Diego, ¿después de tremendo embarazo que me diste ayer?.- Acaricié sus cabellos, sonriéndole.

Voy yo pues, el bebé debe de descansar junto a su papá.- Me dio un beso en los labios.

¡Mh!.- Me separé de el, se enojó un poco. ¿Sabes que?, mejor voy yo, tengo que hablar con Juan.- Mi esposo se posó detrás mío, abrazándome por la cintura.

¿De que vas a hablar con ese pendejo?.- Besaba mi cuello, aunque se nota que le está molesto. ¿Mmh?.- Mordió mi oreja.

Bah, me dijo que quería renovar votos con Abril.- Su cuerpo se relajó, pero aun así continuo con su ronda de besos.

Déjame, tengo que cambiarme.- Me estremecía entre sus grandes y fornidos brazos, riendo.

Bien, bien, regresa pronto.- Besó mis labios para luego volver a la cocina, estaba a punto de hacer un pay o algo así.

Caminé hasta nuestro cuarto, para cambiar mis pijamas por ropa linda.

Nada más y nada menos que una camisa de mi daddy junto a un corset.

Además de unos jeans ajustados negros, y para darle el toque final unas botas negras con un poco de tacón.

Bajé las escaleras de la manera más sexy posible, llamando la atención de Diego, provocándole así unas cuantas risas.

Qué hermoso está mi pequeño.- Me tomó por la cintura para besarme como el solamente sabe hacerlo.

Gracias, lo sé.- Fingí arrogancia. Como sea, nos vemos mas tarde cariño.- Le di un último  beso en la mejilla, salí de allí meneando mis caderas mientras me despedía con la mano.

¡Traes harina!.- Me gritó desde la cocina.

¡Bien!.- Le grité de vuelta, es tan lindo.

Aaah... hoy será un buen día.

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¡Gracias!, hasta luego.- Le sonreí a la tierna señora que vende verduras.

Caminaba por las calles de Monterrey captando varias miradas, soy estrafalario, lo se, y lo amo.

D-disculpa.- Un pequeño niño llorón me jaló de la camisa.

Odio a los niños. trataré de no asesinarlo.

¿Si?.- Hice la sonrisa más amigable del mundo.

Mi g-gatito se atoró.- Señaló un callejón.

 A la mierda el niño, ¡Tengo que rescatar al gatito!.

Corrí lo más rápido que mis botas me dejaron, cuando llegué al callejón, efectivamente había un pequeño gatito llorando encima de unas cajas de madera.

Era bastante alto, quizá de puntitas lo alcanzo.

Cuando toqué la patita del gato este me aruñó.

Ah... Pinche mamonsi...- Unas manos cubrieron mi boca y nariz, ¡QUE VERGA!.

Shh, estarás bien.- Susurró el hombre en mi oído, colocó una de sus manos en mi mandíbula.