Mira al cielo - 3

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¿Me quedé dormido?.

Levanté mi cuerpo, frotando mis ojos.

No está aquí, ¿Dónde durmió?.

Tal vez tiene otro millón de habitaciones más dentro de su mansión.

Me estiré, bostezando.

Mi pierna aún duele, carajo.

Cómo pude, me levanté de la cama.

Acomodé mis cabellos.

¿Qiang?.- Pregunté, mientras abría la puerta.

No había nadie.

¿Fué a trabajar?.

Caminé con cuidado, llegando hasta la barra de la cocina.

Suspiré, sentándome en uno de los taburetes.

Buenos días.- Una voz en chino me asustó.

Volteé a verlo.

Estaba recién salido del baño, con su cabello aún mojado.

Mi cara se sintió caliente, me volteé, evitando su mirada.

B-buenos días.- Le dije en chino.

Desde que me di cuenta de mis sentimientos... Esto es más incómodo, carajo.

Sin decir nada, comenzó a preparase algo de desayunar.

H-hey... ¿Dormiste bien?.- ¿Está mal que lo tuteé?.

No me contestó.

Siguió haciéndose su omelette.

Lo miré.

Tiene un rostro inexpresivo, como si yo no existiera en esta habitación.

Qiang...- Le dije, tristemente.

Sus manos temblaron, dejando caer una espátula.

Qiang, háblame.-

Suspiró, frotando su sien.

Me levanté, quejándome un poco del dolor.

Tomé su brazo.

Háblame... ¿Que hice mal?.-

Apagó el fuego, suspirando.

Qoli, no quisiera decir cosas indebidas, por favor... dame un respiro carajo.-

Tiene una mirada triste.

Como si quisiera decir algo.

¡Qiang!.- Lo volteé, obligándolo a verme.

Está reteniendo las lágrimas.

¿Puedo acariciar su mejilla?.

Estaba a punto de tocar su cara, pero, nuestras miradas se conectaron.

Mordió sus labios.

Y me besó.

Abrí los ojos, sorprendido.

Pero, me dejé fundir con el.

Puse mis manos en su cuello.

Sus labios... Son más suaves de lo que imaginé.

Cálidos y pequeños.

Jadeé, viéndolo.

Carajo... Por eso quería evitarte.- Ocultó su rostro.

¡Nunca dije que me haya desagradado!.-

Me miró sorprendido.

Qoli, me enamoré de ti, no quiero solo cogerte, quiero besarte y abrazarte, tener citas contigo y mimarte mucho, ¿Entiendes?.- Una pequeña lágrima corrió por su mejilla.

El último suspiro ; RobarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora