Capítulo 18.

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Se despertó con un sobresalto, y se encontró nuevamente en la hacienda que le habían asignado. Todo se encontraba tal y como lo había dejado. Incluso... La oscuridad tras las ventanas. Pese a tener las cortinas cerradas, podría haber notado si la luz se colase por los costados. Extrañada de no tener nada de sueño, se sentó en la cama. El fuego empezaba a morir, dejando solo brasas, iluminando muy débilmente la habitación.

Buscó algo con lo que distraerse, se dio cuenta de que había dejado el bolso de Arlen colgado en la silla junto a la mesa. Se levantó, sintiendo el frío del piso con los pies desnudos. Se puso algo similar a unos zapatos, pero éstos eran completamente de tela, sin cuero ni nada. Suspiró, sintiendo con sus pies la calidez del extraño calzado. Se acercó a la mesa, sacando el diario del bolso, y colocándolo sobre la superficie de madera. Se preparó otro pan con mermelada por mero gusto, y se sentó para leer tranquilamente.

Una de las primeras entradas hablaba sobre la vida en el claro. Laverna estaba completamente sola, y siempre repetía un "suceso", que nunca se dignaba en explicar. Este suceso parecía la razón por la que ella se vió obligada a vivir en aquel lugar. Pero entonces... ¿Por qué había una espada ramurana allí? Valeria recordaba la voz de la mujer repetir "Ellos me obligaron...", ¿Quienes la obligaron a hacer qué? Lo único que conseguía al leer el diario eran más preguntas, y ninguna respuesta...

Suspiró, y pasó la página. Un símbolo circular encerrando lo que parecía una medialuna, acompañada de una estrella de cuatro puntas ocupaba toda una hoja. Le resultaba... Demasiado familiar...

Prosiguió la lectura, luego de estar por poco más de un minuto tratando de excavar en sus recuerdos dónde había visto el símbolo. La siguiente página hablaba del "Símbolo de las sombras". Por lo menos ya sabía cómo se llamaba...

En palabras escritas por Laverna, "El símbolo con el que se invoca el poder de las sombras". Con el entrecejo fruncido, Valeria tuvo que releer la frase para tratar de darle más sentido en su cabeza, pero no pudo. Para poder realizar un hechizo propio, el símbolo debe ser dibujado sobre una superficie, con cualquier clase de material, no importaba cuál. Mientras que estuviese completo, cumpliría su cometido. La chica suspiró, intrigada. Se le cruzó por la cabeza la idea de tratar de dibujarlo, pero no pensaba que fuera el lugar o la situación indicada para intentarlo. Si algo salía mal, no quería problemas con la gente del lugar. Apretó los labios, y prosiguió la lectura.

"Aquí puedo practicar en paz. Poco a poco, haré de este claro mi hogar. Y ya nadie podrá arrebatarmelo..."

La entrada terminaba allí, y otra nueva empezaba en la siguiente página. Laverna parecía haberla escrito estando nerviosa, pues la letra era mucho más errática y temblorosa.

"Me han visto. Alguien me ha visto. Sabía que no duraría mucho tiempo aquí sola, pero no pensé que no duraría ni una semana. Solo espero que me ignoraran, y no alertasen a nadie. Debo empezar con el hechizo de protección, o pronto tendré que responder preguntas... No quiero..."

Las siguientes entradas hablaban de cómo la mujer llevaba el proceso de crear el hechizo. Tardó varios días, pero por fin lo consiguió. Explicaba que el hechizo forzaría a quien lo traspasara a enfrentar sus más grandes miedos. Esperaba que nadie se ahondara demasiado fuera del camino, pues no sabía las consecuencias que podía traer... Decidió hacer algo al respecto.

Las páginas que le seguían explicaban a grandes rasgos el hechizo de protección; Símbolos, palabras que Valeria no lograba comprender, listas de objetos, números, etc... Hasta que volvió a encontrar otra entrada escrita como si la mujer hubiera estado temblando.

"NO, NO, NO. Esta no era mi idea. Yo no quería esto. Dos hombres estaban de cacería, y han entrado en el hechizo. No sé cuándo, pero parece que están aquí desde hace dos días al menos. Estaban cubiertos de hojas y tierra cuando los encontré, como si algún animal del bosque hubiera caminado sobre ellos. ¡No se despiertan! ¡Sólo están ahí, mascullando, con expresión de sufrimiento! ¡Porfavor, que se despierten!"

El Despertar de la Sombra I. SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora