Capítulo 37.

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Arlen caminaba entre los estantes de la sección noreste mientras leía un pergamino narrando el mito de la creación de la civilización. 

"Y con el aliento del ser de luz pura, se dio forma a las montañas más altas del mundo para contemplar su esplendor, el primer brillo del día, y el último as de luz antes de la noche. 

Nos encomendó parte de su piel, dejándonos su poder en caso de encontrarnos perdidos en la oscuridad. Una luz que siempre podríamos llevar con nosotros, incluso si él no estaba allí."

Se dijo a sí mismo que habría pensado que eran patrañas, pero luego de todo lo vivido no podía cuestionar nada. ¿A qué se referiría con "partes de su piel"? Giró en una esquina para encontrarse a Aziz leyendo un libro de aspecto muy antiguo, pues consistía de una cubierta de simple cuero y hojas de pergamino unidos por hilo. Al notarlo tan absorto, se acercó mientras enrollaba el pergamino. 

-Hey.-Dijo, arrodillándose a su lado. El chico no levantó la vista de la escritura. Su cabello caía sobre sus ojos como una cortina. Arlen tocó su hombro, pensando que no lo había escuchado.-Aziz.-El chico se movió ligeramente, como si su cuerpo pesara. Luego un jadeo, y levantó la cabeza para ver a su alrededor, confuso.

-¿Qué?-Preguntó, con una expresión somnolienta. Tenía los ojos entrecerrados y algo de baba caía de su boca, la cual se limpió rápidamente con la manga de su camisa. Arlen cerró los ojos y suspiró, aguantando una sonrisa. 

-Supongo que no has encontrado nada, ¿Verdad?-Murmuró, sentándose a su lado. Aziz volvió la mirada al diario que descansaba sobre sus piernas, y pareció recordar algo. 

-Oh.-Dijo, cerrando el diario.-En verdad, creo que sí.-Y le entregó el diario a Arlen, dejando que sintiera el áspero cuero añejado.-Allí habla del último lugar de descanso de Diyar. Fue el monte Stefos, muy al norte.-Arlen abrió el diario y se encontró con una versión muy simplificada de los mapas que él conocía. Reconoció Vannis al sur de la imagen, y más al norte se encontró con la imagen de un monte que dividía el océano con un continente que, según sabía, estaba cubierto de hielo. Sobre la montaña rezaba "Monte Stefos, la Corona de Luz".-Allí residen los altos mandos del culto. De allí viene cada orden que tiene el ejército también. Ah, y el Sumo Sacerdote vive allí.-Explicó, y Arlen asintió mientras pasaba las páginas. Leyendo muy por encima cada nota escrita que encontraba, pronto llegó a una página donde había un dibujo del símbolo que tanto se usaba en Ramur, pero muchísimo más intrincado. Un círculo encerraba otro círculo, que a su vez encerraba un rombo con patrones curvilíneos en su interior. Y en los espacios vacíos a los costados del rombo, habían espirales que lo adornaban.

-¿Qué es esto?-Preguntó, señalandoselo con el dedo al muchacho a su lado. 

-Eso fue lo que quedó en el lugar donde se lo vio por última vez. Ahora es un lugar sagrado, solo el Sumo Sacerdote tiene permitido entrar.-Arlen asintió con el entrecejo fruncido. Monte Stefos. Lugar sagrado. Ejército... Todas esas palabras resonaban en su mente mientras las absorbía como una esponja absorbe el agua. 

-Tenemos que ir allí...-Dijo, levantándose. 

-Está a días, tal vez semanas de aquí.-Avisó Aziz con la preocupación tangible en su voz, mientras veía a Arlen incorporarse con esfuerzo. 

-Tendremos que partir mañana, entonces.-Dijo él, mientras seguía buscando información en el diario. Aziz se levantó rápidamente, con el entrecejo fruncido. 

El Despertar de la Sombra I. SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora