Capítulo 35.

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Arlen se preguntaba si sus pisadas no serían demasiado ruidosas a comparación de Aziz, que  lograba no hacer ruido al caminar, como un gato. La ligera luz que los alumbraba hacía que todo lo que alcanzaba su visión se viera como un maldito laberinto. No podía convencerse de que no le gustaría perderse allí con Aziz, pero si alguien llegaba a encontrarlos...

-Aquí.-El chico se detuvo al final de un pasillo, apuntando a una gran caja que descansaba a un lado del estante. 

-¿Quieres que... Me meta ahí?-Preguntó, extrañado. Aziz alzó una ceja y torció la boca, como si la idea le casi le diera asco. El corazón dio un vuelco. 

-Solo escondamonos detrás de ella, si alguien llega a venir por aquí tendremos que buscar otro lugar.-Murmuraba, mientras abría la caja e inspeccionaba su interior.-Además, esto está lleno de baratijas. No creo que quieras sentarte encima de una de estas.-Dijo, sacando algo que parecía una urna con una tapa puntiaguda color oro. Arlen abrió la boca para responder, pero luego se retractó.-Eso pensé.-Dijo, devolviendo la baratija a su lugar y cerrando la caja con delicadeza. Se sentó a un lado, apoyando la espalda contra la madera. Suspiró, cerrando los ojos. 

Arlen se vio de pie ante él, y se sintió a la deriva ante la oscuridad del lugar que parecía crecer y crecer, reclamándolo todo. Dejó salir un suspiro de frustración, y se sentó junto a Aziz. Ambos entraron en un silencio cortante, casi tan incómodo como sentarse encima de una urna con tapa puntiaguda, pensó Arlen. 

Los segundos pasaron, y nadie había dicho nada, ambos estaban muy concentrados tratando de escuchar los pasos lejanos. Aún parecía que rondaban por allí, pero nunca se acercaban. Arlen apoyó la cabeza contra la caja de madera y cerró los ojos mientras observaba la infinita oscuridad que se extendía encima de él. 

-Hey.-Dijo Aziz, impaciente.-No puedes dormirte. No voy a cargarte si te duermes.-Arlen sonrió ligeramente ante la idea. Sería divertido que lo cargaran. ¿Cuándo había sido la última vez que lo habían llevado en brazos? Lo único que se le venía a la cabeza era la vez en que Pugna lo llevó sobre los hombros por el mercado, y mientras observaba los puestos alguien lo había golpeado con una barra de metal por accidente. El pobre hombre recibió una paliza, y él simplemente lloró en los brazos de Amare antes de alentar a Pugna cuando vio a la persona en el suelo. Era un niño algo sádico, pensó.-Arlen, te estoy hablando.

-Sí, mamá...-Dijo sin pensar, y luego se sentó recto para cuestionarse qué acababa de decir. Se volvió para ver el rostro extrañado del chico. 

-¿Acabas de llamarme mamá?-Preguntó, casi divertido. 

-Claro que no, ¿Qué quieres?-

-Movámonos, creo que alguien viene hacia acá.-Dijo, mientras se ponía de pie rápidamente y empezaba a caminar agazapado. Arlen aguzó el oído y, era un hecho, los pasos se acercaban. Se levantó con un quejido y siguió al muchacho. 

~ * ~

Valeria recordó que no había visto a Arlen en todo el día. Tenía un mal presentimiento, pero luego barrió el pensamiento diciéndose que era para mejor no juntarse demasiado. De otra forma llamarían demasiado la atención. 

Volvió a concentrarse en el camino, esquivando un pequeño tronco caído mientras seguía a Lumia. A lo largo de ese tiempo, había empezado a acostumbrarse a la irregularidad de la montaña. Pese a que se sentía cansada luego de todo lo pasado ese día, aún no quería parar. Estaba decidida a fortalecerse, tanto en cuerpo como en mente. Y nada podría hacerla cambiar de opinión. 

-Cuidado a-Dijo Lumia, pero no pudo terminar de hablar ya que había resbalado. Con un jadeo, Valeria se apresuró para alcanzarla. En un abrir y cerrar de ojos, sostenía a Lumia de la muñeca y ésta la observaba con sorpresa. Con los pies bien plantados sobre la tierra, tiró de la chica con todas sus fuerzas. Lumia hizo un esfuerzo para sostenerse de un árbol y llegar junto a Valeria. 

El Despertar de la Sombra I. SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora